9 años después, ha vuelto Stromae. En concreto haciendo historia con una aparición televisiva en la que parecía que iba a ser entrevistado, cuando de repente procedía a interpretar un tema nuevo, el single estrella de este tercer disco, que habla sobre tendencias suicidas. No siempre han sido buenos tiempos para el artista que ha sufrido malaria, agotamiento y depresión, ni todos malos, pues ahora es padre y ha sido precisamente la obligación de llevar a su hijo al colegio a diario lo que le ha hecho adquirir una nueva disciplina tras llegar incluso a anunciar su retirada: componer en horario laboral en lugar de por las noches, como solía.
El tema cuyo estribillo repite una y otra vez «a veces he tenido pensamientos suicidas y no estoy orgulloso de ellos» se llama ‘L’enfer’ y da buena cuenta de lo importantes que son los textos para comprender la obra de Stromae, que tanto se ha definido por sus reivindicaciones contra el genocidio, a favor de la ambigüedad, de la mezcla tanto musical como cultural, y en contra de la intolerancia. Sus letras son muy sencillas, pero su punto fuerte es el enfoque. En contra de lo que parece sugerir ‘L’enfer’, que él mismo afirma que no está seguro de qué va, el artista se resiste a hacer un álbum sobre su vida personal, abordando temas sociales o de la vida moderna, poniéndose en la piel de diferentes personajes.
Si en el pasado se ha puesto en la piel de los nativos americanos que viven de un modo tradicional para reflexionar sobre el medio ambiente y sobre lo que hemos hecho en el mundo con la naturaleza; la explotación laboral y la arrogancia de las clases altas son los temas principales de otro de los singles principales, ‘Santé‘ («Por una vez, me gustaría levantar mi copa por aquellos que no la tienen»). ‘Fils de joie‘ es una historia inspirada en un comentario escuchado a Jimmy Paradis sobre los derechos de las trabajadoras sexuales, denunciando las condiciones en que trabajan las prostitutas. Para ello y, como ha sido habitual para el peliculero intérprete de ‘Formidable’, donde fingía estar ebrio, aquí habla como si fuera él mismo el cliente del burdel.
En ‘Riez’, Stromae se burla de una persona que sueña con ser rica y popular, mientras ‘Pas vraiment’ denuncia la falsedad del amor entre famosos. ‘Déclaration’ habla de feminismo y misoginia, con sentencias como «siempre está mejor visto ser un cabrón que una puta». En una línea muy parecida, ‘Mon amour’ es una enumeración de conquistas que tan sólo puede estar reflejando el patetismo del narrador, que desconoce hasta en qué armario se encuentran sus calzoncillos.
Lejos del adoctrinamiento, Stromae sabe hacer de ‘Multitude’ un disco divertido, por momentos una comedia teatral. ‘C’est que du bonheur’ es un cúmulo de mierda, vómitos y pañales para parodiar esa realidad de ser padre de la que no se habla tanto, y de ahí que el estribillo vaya entonado en falsete como por un infante («Ya verás, todo es felicidad / Hay vómito, caca y luego todo lo demás»). Al final de la vida, aguarda también cambiar pañales al hijo… Y hay ternura y autoparodia: ‘La solassitude’ es una canción preciosa sobre una relación de amor de larga duración en la que la pasión ha sido substituida por el aburrimiento. Contiene frases demoledoras, como «si nos quedamos en casa todo el fin de semana, ¿aún me encontrarás atractivo?» y su estribillo es una verdad universal de este tamaño: «El celibato me hace sufrir de soledad / La vida de pareja me hace sufrir de hastío».
‘La solassitude’ ha sido arreglada con un erhu, una especie de violín chino para el que han localizado a un experto en este instrumento porque Stromae se ha negado a utilizar su imitación en GarageBand porque no era lo exactamente lo mismo. Así, ‘Multitude’ vuelve a ser un viaje por todo el mundo, en el que no ha querido hacer «un tema de reggaetón, otro de hip-hop y otro de salsa», sino que ha decidido mezclar todo con todo, siguiendo la máxima de recorrer al mismo tiempo diferentes culturas. Inspirándose en nombres como Alfredo Coca, el argentino DJ Alex, gente de la escena afropop como Burna Boy y también por Billie Eilish, que le dejó completamente hipnotizado a través de un concierto online; y ayudado por su hermano Luc, que le ha ayudado a documentarse; Stromae realiza un excitante viaje por el mundo en el que caben un charango boliviano, un ney turco (una especie de flauta) y grooves deliberadamente fuera de ritmo.
Aquellos buscando música de baile a lo ‘Papaoutai’ saldrán decepcionados, pero todo aquel que hable francés o tenga unos minutos para meter todo esto en un traductor de Google, comprenderá por qué el belga es un absoluto superventas en Francia, por qué vende literalmente millones de copias en nuestro país vecino. El disco se cierra con las dos caras de una moneda: el tema pesimista (‘Mauvaise journée’) y el tema optimista (‘Bonne journée’) porque ambas cosas son complementarias. En su «Un buen día» particular, hasta la «caca» le sale tan bien que no tiene que limpiarse. Hay algo relevante casi en cada estrofa de este disco, a menudo haciéndote preguntarte quién es realmente el «hijo de puta» que entona un tema o el personaje «invicto» que aparece en la gloriosa apertura. Tras este gran tercer álbum, sí es fácil concluir que el «invicto» no es otro que Paul Van Haver.