Procedentes de Norwich, una ciudad inglesa de 140.000 habitantes, Rosa Walton y Jenny Hollingworth son amigas desde los 4 años, cuando se conocieron en el parvulario. Desde los 13, hacen música juntas. Con su primer álbum, ‘I, Gemini’, captaron la atención de los medios. Para el segundo, el más accesible ‘I’m All Ears‘, contaron con producción adicional de SOPHIE y lograron su primer top 30 en Reino Unido.
Y sin embargo, las cosas se enfriaron entre ellas. Algo habitual en la vida en la carretera, que se vio agravado cuando Rosa Walton decidió mudarse temporalmente a Londres. En 2019 también marcaba el camino de Let’s Eat Grandma la muerte del novio de Jenny Hollingworth, el músico Billy Clayton, a los 22 años, debido a un cáncer poco común. ‘Two Ribbons’ se concibe como una «pregunta tras otra» sobre la vida, la amistad y el cambio, como han explicado. El dúo advierte que no tiene las respuestas para sus interrogantes, pero como suele ser habitual, el camino con las cuestiones es enriquecedor.
Uno de los instrumentales de este tercer disco de Let’s Eat Grandma recibe el nombre de ‘In the Cemetery’. ‘Watching You Go’ habla de la rabia que Jenny sintió por la muerte de su pareja y se dirigen a él algunos de los últimos versos del álbum, como «quiero encontrar la respuesta y quiero ser tu mejor amiga». Sin embargo, ‘Two Ribbons’ rara vez es un LP sombrío sobre el sentido de la vida. En sus mejores momentos, de hecho, es un álbum luminoso y exultante en el que el dúo expresa cuánto se quiere entre sí.
Mucho más pop que en los tiempos de ‘I, Gemini’, el disco se abre directamente con el estribillo del que es uno de sus singles más accesibles de toda su carrera. El ochentero ‘Happy New Year’ pretende ser un nuevo comienzo al tiempo que una celebración de la amistad («ya sabes que siempre serás mi mejor amigo/a (…) no hay nadie que me entienda como tú»). También entre el synth-pop y el electro suenan ‘Levitation’ e incluso la mencionada ‘Watching You Go’, esta última algo más intensa en sus teclados y en la vulnerabilidad de su temática.
El saxo de ‘Hall of Mirrors‘ y su ambientación ligeramente más Cut Copy vira hacia lo crepuscular. Poco a poco, el álbum va tornándose no más oscuro pero sí más contemplativo. Y lo hace de diferentes formas: ‘Insect Loop’ está dominada por un contagioso riff de guitarra eléctrica que será una de las cumbres de sus directos; por el contrario ‘Sunday’ es abiertamente folkie, sin renunciar a su característica electrónica.
Hacia el final, ‘Strange Conversations’ también tira de guitarras acústicas no tan lejos de algo que podrían haber compuesto incluso Radiohead y Nirvana, si bien la prueba viva de que este giro estilístico ha sentado bien a Let’s Eat Grandma es en última instancia la propia ‘Two Ribbons’. La canción titular cierra el largo al modo de aquellas composiciones acústicas que solían cerrar los discos alternativos de los años 90. Let’s Eat Grandma busca en definitiva la claridad en tiempos convulsos y el dúo resulta estar totalmente confortable tanto en la primera parte del álbum, más electropop, como en la segunda, más agridulce. Cuentan que ahora escriben por separado, sin revelar qué hace cada cual ni tampoco perder cohesión en una secuencia que resulta totalmente coherente.