Pocas voces se están preguntando por qué tenemos un nuevo disco de Röyksopp en nuestras librerías, cuando en 2014 publicaron lo que anunciaron como su último álbum al modo tradicional, ‘The Inevitable End‘. Tanto se les echaba de menos o tan pocos sustitutos han tenido en esto del synth-pop a medio camino entre la pista de baile y la reflexión.
Se puede argüir que ‘Profound Mysteries’ no es técnicamente un álbum al modo tradicional. Viene acompañado de una página web con visuales para cada tema, a modo de pequeña instalación artística. También hay videoclips al uso y tráilers tan angustiosos como el de ‘The Downfall’, en el que suena el single principal del disco. Están detrás del proyecto varios artistas como los directores de la compañía europea Bacon y el diseñador australiano Jonathan Zawada.
A falta de averiguar si el público tendrá tiempo este año de degustar este proyecto delante de Vimeo, observando cómo unas figuras abstractas se mueven a duras penas, tratando de averiguar cuáles son esos “misterios profundos” de que nos hablan Röyksopp en esta era, el álbum puede ser entendido como un disco tradicional del dúo. Esto no es un proyecto de ambient. Al contrario. ‘Profound Mysteries’ es un álbum continuista, demasiado incluso para 8 años de lapso, en el que los trallazos de electropop solo adquieren sus verdaderas dimensiones siendo situados escrupulosamente junto a los más intimistas.
Sin llegar a los niveles de excelencia de las colaboraciones con Robyn o Fever Ray, ‘Impossible’ de Alison Goldfrapp es un medio tiempo con la marca de la casa que no molestaría en un hipotético “grandes éxitos”. También entre lo bailable y la meditación encontramos ‘This Time, This Place…’ con Beki Mari; mientras en la segunda parte del álbum ‘Breathe’ con Astrid S se desmelena lo justo, al modo de viejos temas como ’49 Percent’.
Esta canción contiene ese componente espiritual que tanto gustaba en Röyksopp, quizá incluso hablando de la posición del dúo en la industria: “dices que me construyes, pero me estás derrumbando / Y no quiero fama, no quiero una corona”. Pero es, para sorpresa de nadie, Susanne Sundfør quien vuelve a quedarse los momentos más sentidos. Con permiso del precioso instrumental que con pianos y cuerdas nos sumerge en la experiencia del álbum en el segundo cero, ‘If You Want Me’ con la cantante noruega ofrece primero un punto de delicada chanson en una letra sobre una persona “cegada”, enmudecida, que «se ahoga».
Y después, antes de la anecdótica ‘Press R’ (botón disponible en la citada web), Sundfør convierte ‘The Mourning Sun’ en un hermoso poema sobre la noche y el amanecer. Los textos como siempre son sencillos, pero es gracias a su voz hablando de sueños, de ausencia de luz y sonido, de lo agridulce de cada amanecer, donde de verdad sentimos las preocupaciones actuales de Röyksopp. Un álbum en el que Svein Berge y Torbjørn Brundtland querían reflexionar sobre el desconocimiento humano, sobre cómo todo lo que no sabemos eclipsa lo que sí sabemos, sobre su fascinación desde la adolescencia, por lo infinito y lo imposible. En su tono más Julee Cruise, es Sundfør quien nos transmite exactamente esa inquietud.