Para muchos era nuestro primer contacto con un festival mediano-grande en tres años, todo un acontecimiento. Tomavistas se beneficiaba de ser uno de los primeros festivales de la temporada, al menos en Madrid, con un cartel de casi entradas agotadas en una primera jornada que no es fácil, por ser entre semana. Pero ya se sabe que en la capital española cualquier excusa es buena para liarte un jueves de mayo y el Recinto Ferial de IFEMA consiguió dar la justa sensación de sold out, siendo a la vez cómodo para el público que nos encontrábamos en la pista.
Los conciertos de este primer día del festival madrileño comenzaban a las 17:35 con Jimena Amarillo en un escenario número 3 que se vio eclipsado durante toda la tarde noche por la distribución y programación de los dos primeros: los 2 principales escenarios se encontraban prácticamente pegados (separados tan solo por una enorme pantalla vertical), por lo que resultaba muy atractivo el ir de uno a otro al terminar cada concierto, o tan solo girar un poco más el cuello.
Tomavistas se enfrentaba por primera vez a celebrar una edición normal de su festival en un recinto tan desangelado y, a simple vista, incómodo como IFEMA. Los que fuimos hasta allí en transporte público pudimos ser testigos de la odisea para coger metros (con línea cortada incluida) y buses, pero una vez allí fue sorprendente ver que se trata de un lugar muy bien acondicionado para este tipo de macroeventos. Con los suficientes metros cuadrados de explanada para poder bailar hasta en un círculo con tus amigos.
Una pequeña zona verde con árboles también hacía que el festival respirase un poco (nunca tanto como el Parque Enrique Tierno Galván, pero hay que superarlo: para eso está la programación de Tomavistas Extra). El único problema que se escuchaba a menudo entre la gente fue el de las colas para pedir bebida, a pesar de haber aplicado el muy inteligente sistema de pulseras cashless para, en teoría, agilizar el proceso de cobro. Un problema clásico de primera jornada de festival, que tiende a resolverse a medida que avanzan las jornadas.
Problemas de organización aparte y centrándonos en lo estrictamente musical, el titular es que el cartel de este primer día de Tomavistas dejó el listón muy alto para el resto de la programación del fin de semana. Todo talento nacional que, en mi opinión, aglutinaba con mucho gusto y acierto el nuevo pop que lo está petando ahora mismo y que, sin ser del todo mainstream y comercial, está llenando recintos por España y sonando en todos lados. Los outsiders del pop que en realidad mandan en el género. Rojuu comenzaba el primero en los escenarios principales, quizás demasiado pronto para el show que ofrece. Como una especie de rockstar que se mueve entre Yung Beef y Marilyn Manson, Rojuu consiguió que esos primeros asistentes que iban llegando saltaran sin parar al ritmo de ‘NANA’ o ‘Tofu Delivery’ o gritaran alto al escuchar el breve medley entre ‘Sweet Dreams’ de Manson y ‘REHAB BOYS 2020’, una de las mejores canciones de su último disco ‘KOR KOR LAKE’. A la vez, Confeti de Odio presentaba ‘Tragedia Española’ y últimos singles como ‘El Malo Final’ en el Escenario 3, viéndose algo desfavorecidos por el sonido maquinón de Rojuu.
Cambiando de tercio a un pop un poco más chicle, llegaban Cariño. El grupo presentaba por primera vez en Madrid su nuevo disco homónimo, tras haberlo tocado por América y, en concreto, en Coachella. A juzgar por la energía de su público, poco tiene que envidiar ese macrofestival al Tomavistas. No solo fueron bien recibidas canciones suyas ya muy posicionadas en festivales como ‘Bisexual’, ‘Modo Avión’ o la cover que las vio nacer, ‘Llorando en la limo’; sino también nuevos temas como ‘no me convengo’, ‘tamagotchi’ o ‘si quieres’, un muy buen cierre que, tal y como nos contaron en su entrevista, demuestra que es su canción actual más pegada. Entre alusiones a las bondades del Tinder y saludos a la madre de María, la vocalista de Cariño, que se encontraba allí, el concierto sirvió de muy buen calentamiento para lo que estaba por venir aún.
Acto seguido nos encontrábamos con otra formación de pop underground, esta vez masculina. Cupido demostraron que su directo es una de sus mejores cartas. Con la salida de su nuevo disco a la vuelta de la esquina, la banda hizo un barrido de sus mejores hits, que cada vez son más. Un escenario lleno de peluches de feria de todos los colores y tamaños protagonizaba su set, siempre cruzando esa línea entre lo tenebroso (‘La Pared’) y lo divertido e incluso infantil (‘Telepatía’ o ‘Tu Foto’). ‘No Sabes Mentir’ cerraba muy bien un show en el que el uso constante del autotune no quiere decir que no se pueda mezclar de forma muy orgánica con una banda en directo. trashi se encontraban a la vez tocando en el Escenario 3 pero solo pude verles pasarlo bastante bien de refilón durante escasos minutos: el handicap de tomar decisiones en los festivales.
El sol comenzaba a bajar y ya apetecía algo de más fiesta. Ahí es cuando Rigoberta Bandini salió en escena montando toda una discoteca sobre el escenario. Siete bolas de discoteca colgaban del techo y un enorme telón como de lentejuelas doradas cubría la pared trasera del show. Rigoberta venía acompañada, como ya es habitual, por su grupo formado por su pareja y primos, y de sus bailarinas, con quienes estrenaron un nuevo espectáculo más coreografiado. Lo único que perjudica el show de Rigoberta Bandini es el hecho de no tener un disco aún en el mercado (o los suficientes singles sueltos como para llenar un set). Los que somos fans fieles de su música conocemos ‘The Fuck Fuck Fuck Poem’ o la versión Génesis de ‘Ay Mamá’, pero puede que la decisión de incluir ambas en el repertorio crease confusión entre la multitud. Pese a todo, lo que monta esta mujer sobre el escenario es puro espectáculo festivo y teatral que merece la pena ser visto, con momentos llenos tanto de euforia y desinhibición (una versión extendida de ‘Perra’ perfecta para los festivales), como de emoción (‘Ay Mamá’ original version y el cierre con ‘Too Many Drugs’, ya un clásico).
Después le tocaba el turno a Alizzz, quien no perdió la oportunidad de, por supuesto, subir al escenario a Rigoberta para cantar juntos ‘Amanecer’. El artista hizo un repaso por todo su excelente disco, ‘Tiene que haber algo más’, en un concierto que confesó ser el quinto que hace con toda la banda dentro de este proyecto propio. Alizzz sabe muy bien cómo ofrecer un show compacto y limpio por los años que lleva a las espaldas dentro de la industria, regalándonos momentos tan memorables como su cover de ‘Antes de Morirme’ o la repentina e inesperada aparición de C. Tangana para interpretar con él ‘Ya no vales’. Locura total entre el público al ver a El Madrileño esta vez como invitado dentro de un show de su mano derecha que ya vuela solo. Una pena que Amaia no pudiera acudir para poner la guinda al pastel con ‘El Encuentro’.
Para cerrar esta primera jornada del Tomavistas estaba Sen Senra. Para mi gusto, una decisión no muy acertada ya que el espectáculo que ofrece el gallego es muy rico en matices y detalles pero quizás poco adaptado para los festivales de gran aforo al aire libre. Durante el momento a capella de la preciosa ‘Tienes Reservado El Cielo’ se escuchaban todas las conversaciones del público entre pausa y pausa, creando momentos algo incómodos y de bajón. A pesar de que la balada ‘Ya No Te Hago Falta’ funciona también estupendamente, es en temazos como ‘Sublime’, ‘Perfecto’ o ‘De Ti’ cuando Sen Senra se luce más en este tipo de contexto, con todos sus estribillos siendo coreados. Personalmente, me hubiera gustado más irme a mi casa con la sensación de haber terminado de escuchar la cumbia extraña en la que desemboca el ‘Too Many Drugs’ de Rigoberta Bandini, quien reunió la mayor cantidad de gente y demostró ser capaz de cerrar un festival de tal magnitud como Tomavistas.