Soccer Mommy llega al difícil-tercer-disco (tras la aceptación de ‘color theory‘) con apenas 25 años. Y supera el reto con su obra más ambiciosa. Sophie Allison toma su fórmula de cantautora introspectiva que adora los 90 alternativos y la lleva más allá, con la ayuda de Daniel Lopatin, Oneohtrix Point Never. Lopatin se diluye para ponerse completamente a disposición de Sophie. Y ella no desaprovecha la oportunidad de acabar de erigirse en una digna sucesora de la primera PJ Harvey y de las luminarias de 4AD, con Slowdive y Lush a la cabeza: no en vano, los sintetizadores soñadores, las guitarras distorsionadas y la voz brumosa, marcas del sello, son una constante en el disco.
Con títulos como ‘Darkness Forever’, una puede esperar un festival de cortavenismo, pero Allison logra mantener el nervio para no hundirse en la depresión ni la languidez. ‘Sometimes, Always’ es una especie de diario, en el que Soccer Mommy pasea su malestar: sentimental, emocional, mental, y social. Que la dulzura de ‘Bones’, el primer tema, no lleve a engaño. La voz de Allison, aniñada, la guitarra queda y el precioso estribillo esconden la ansiedad de alguien que no cree merecer amor y, a su vez, piensa que el suyo tampoco puede durar. Todo esta confusión queda reflejada en una coda final de pura distorsión atmosférica.
La pieza mayor del álbum llega rápido: ‘Unholy Affliction’ es la tercera pista. Allison se enfunda el traje de la PJ Harvey de ‘To Bring You My Love’ en un tema sucio, de voz emborronada y bajo marcadísimo, donde Allison canta murmurando para sí misma, renegando de la fama y enunciando sus contradicciones: querer vivir de la música, pero odiar sus esclavitudes: “I don’t want the money / That fake kind of happy (…) But I want perfection / Tight like a diamond” (“No quiero el dinero, que da una felicidad falsa. Pero quiero la perfección, dura como un diamante”).
‘Shotgun’ es lo más parecido a un single, una canción pizpireta y de estribillo redondo, coronada por esos sintetizadores y redobles tan, efectivamente, 4AD. ‘newdemo’ es una pequeña epopeya ecologista y de crítica social donde cambia los 90 por los Beatles psicodélicos. ‘Darkness Forever’, dedicada a Sylvia Plath, rememora su suicidio y sí, es la pieza más ominosa del álbum. La dulce voz de Sophie contrasta con el fondo oscurísimo, esquinado, de bajo asfixiante y distorsión. Por suerte, ‘Don’t Ask Me’ recupera la garra más pop y ‘Fire in the Driveway’ la más melancólica.
‘Sometimes, Forever’ cierra con la preciosa ‘Still’, cercana en espíritu al baladón de 1995 ‘One of US’ de Joan Osborne. Sencilla y apenas sostenida en la guitarra, aquí Allison resume su zozobra existencial: depresión, el deseo de ser otra persona, una persona mejor, la angustia de ver que no lo consigues… Sí, todas las aflicciones e incertidumbres que nos atizaban en los 90, nos siguen arreando a día de hoy. Con más fuerza, quizás.