El Cruïlla arrancó el pasado miércoles, con el concierto de ToteKing, al que cuestiones de agenda me impidieron acudir. Pero el jueves ya estaba presta a gozar del Fòrum y del ambiente de buen rollo que siempre se respira en el festival. El público nacional es aplastante mayoría, tanto gente joven, como madurites interesantes y familias jipis, rockeres, casuales. Apenas avisto un par de guiris.
Stay Homas congregan a bastante público en el escenario principal. Pero lo que me llama la atención es la fenomenal algarabía que viene del otro lado. En la carpa Four Roses han empezado Miss Bolivia, pero el acceso se ha cerrado ya por aforo, y una multitud fuera exige poder entrar. Los silbidos van en aumento. Finalmente, las peticiones son aceptadas y pasa el grueso de los espectadores. Pero servidora, después de las traumáticas experiencias del Primavera a la Ciutat, no tiene demasiados ánimos de entrar en espacios abarrotados, así que continúo con el buen rollito de reggae suave de los Homas.
Estamos en 1998 y me voy a ver a Molotov en el escenario Cruïlla Enamora. Los mexicanos empiezan casi cinco minutos antes desguazando el ‘Rock Me Amadeus’ de Falco. Hay bastante gente y muy buen ambiente. “¡Arriba cabrones!”, espetan. El grueso del set, claro, proviene de su debut, ‘¿Dónde jugarán las niñas?’, que a día de hoy parece un entrañable artefacto del pasado. Hay botes en ‘Chinga tu madre’. “Ay, qué groseros”, nos responde de broma Tito Fuentes, el cantante. Con ‘Parásito’ adquieren velocidad de crucero y el público parece contento… Pero todo suena igual. Además, ‘Gimme the Power’ cae muy pronto; su: “¡Viva México cabrones!” que lo corona es gritado en masa. Y ‘Voto latino’ tampoco tarda en aparecer.
Sacrifico el presumible final de los Molotov con ‘Puto’ para intentar coger un buen sitio en Residente, el concierto más multitudinario. Es increíble la cantidad de público joven que arrastra René Pérez. Apenas pasan dos minutos de su hora y el público ya silba exigiendo su presencia. No tarda en aparecer entre una espectacular recepción. Y la primera en la frente: su tema con Bizarrap, en que se caga en J Balvin
, el Autotune y en todo lo cagable. René vende autenticidad, y a fe que lo consigue. Viste de manera simple (camiseta de tirantes negra, gorra…). Le acompaña una banda potente: entre otros, un batería y un percusionista que llenan todo de brío imparable y una cantante portentosa que apoya casi todos los temas; no se aprecian pregrabados… “¡Esto lo hago para divertirme!”, proclama la canción.Residente es una máquina imparable, como ya nos demostró en 2017. En el concierto prima lo orgánico, lo táctil. Y el público lo agradece cantando entregado. Caen multitud de temas de Calle 13, como ‘Atrévete, Te, Te’ o ‘Cumbia de los Aburridos’. Hace mucho calor entre la masa, pero salir a una zona más aireada no es opción, porque precisamente no quiero perder el calor del concierto. Y René nos dice que es una alegría reencontrarse, que nos abracemos, que recordemos a los que ya no están.
En ‘Baile de los pobres’ el batería y el percusionista hacen demostración de facultades. ‘El aguante’ ofrece unos audiovisuales muy buenos que disparan la apoteosis cantora del público: “Aguantamos Nagasaki, aguantamos Hiroshima”. René recuerda a los migrantes, a los que matan en la frontera antes de entonar el himno ‘Pa’l norte’. La corista se luce en la intro. ‘Fiesta de locos’ es cantada a pleno pulmón por todos, los amigos se abrazan en grupo en la feliz ‘Muerte en Hawaii’. “Por ti, todo lo que hago lo hago por tiiii”, el público pide silencio cuando el guitarrista tiene su momento de lucimiento en ‘Latinoamerica’, que es seguida por una apabullante ‘This Is Not America’, su tema con Ibeyi -una de las mejores canciones de 2022-, en la cual exhibe una pancarta pidiendo firmas para la regularización de los inmigrantes. Residente es muy grande, pero ay, le tengo que abandonar un cuarto de hora antes de que acabe para no perder el último metro. El viernes toca madrugar… y acudir a la primera jornada fuerte del festival.