Música

Maggie Rogers / Surrender

Maggie Rogers ha cambiado. Aunque ya lo hizo en su primer disco. Aquella música melancólica, taciturna, que encontramos en su primer EP, ya no estaba tan presente en su debut oficial. En ‘Surrender’, su segundo disco, la artista opta por un sonido más eléctrico, potente y enérgico que refleja el momento vital en que se encuentra, de descubrimiento y liberación personal. Cuenta que se ha «rendido» a los deseos, a las pasiones, y también a la rabia por la ausencia de un mundo mejor y más justo. ‘Surrender’ es el trabajo de una artista que confía más en ella misma que nunca.

Se nota en las canciones. Algunas contienen crescendos espectaculares, como la canción de carretera ‘Anywhere with You’, que promete crecerse en directo. El segundo single oficial, ‘Want Want‘, cuyo apisonador sonido de pop-rock con sintetizadores no puede ser más años 90, es el más explosivo que Maggie ha escrito nunca. Casi puedes visualizar a Shirley Manson sonriendo orgullosa al escucharlo. A Maggie, la emoción se le desboca por completo en la furiosa ‘Shatter’, que cuenta con coros de Florence + the Machine porque, ese día, Maggie y ella se encontraban grabando sus respectivos álbumes en el mismo estudio.

Esa confianza se refleja también en las letras, en las que Maggie vuelca «historias de ira y de paz y de salvación propia» con el objetivo de «trascender a través del dejarse ir». En ‘Want Want’, Maggie se entrega al deseo sexual de manera apasionada. En ‘Horses’ incluso tiene la osadía de recordar una ocasión en que su pareja le practicó cunnilingus… dentro de la que puede ser la melodía más hermosa que ha escrito nunca. Sin embargo, en el pop-rock dosmilero de ‘That’s Where I Am’, favorita de Obama, a lo que se entrega es al amor.

Por supuesto, Maggie no solo se rinde al amor o al sexo en este disco producido junto a Kid Harpoon. La estadounidense exige responsabilidad emocional en la épica pista de apertura, ‘Overdrive’, en ‘Honey’ se hace preguntas existencialistas sobre la vida como cualquier persona que llega a la vida adulta, y en la balada ‘Begging for Rain’ pide cambios políticos y sociales frente a la crisis de los tiroteos y el aborto. No lo hace de manera explícita, como tampoco lo hace en la final ‘Different Kind of World’, donde celebra la importancia de que los seres humanos se mantengan unidos frente a las adversidades, dentro de una cancioncilla de hoguera. Pero su mensaje suena alto y claro.

En lo musical, ‘Surrender’ es un trabajo profundamente comprometido con una época del pop que podemos situar en finales de los 90 y principios de los 2000. Es un ejercicio de nostalgia bien llevada al presente. El vídeo de ‘That’s Where I Am’, que incluye cameo de David Byrne, se inspira en la rom com de 1999 ’10 Things I Hate About You’. En ‘Be Cool’, Maggie escucha a Britney, pero a quien suena la dulce canción es a Natalie Imbruglia. ‘Honey’, una de las pistas menos convincentes, transmite la misma energía que los momentos más potentes del debut de Avril Lavigne, que ha resultado ser mucho más influyente de lo que nadie pudo imaginar. En ‘Surrender’ hay ecos de Sheryl Crow, Alanis Morissette, Cranberries, Michelle Branch… pero Maggie los lleva a su terreno gracias a su cristalina voz y a sus estupendas melodías.

En este ejercicio de confianza, a Maggie le acompañan sus amigos. La canción más peculiar de ‘Surrender’ es también una de las más emocionantes. En ‘I’ve Got a Friend’, un precioso homenaje a sus amigos que se mira en el espejo del folk de Joni Mitchell, la artista describe a su familia elegida. Una amiga «se masturba mirando un póster de Robert Pattison», otra ha vivido momentos duros tras perder a su madre… pero Maggie y ellas permanecen unidas, cantando en el bar, tocando el piano borrachos, y charlando hasta las tantas. Clairo y Jon Batiste aparecen por aquí animando el ambiente. Es un momento de relax necesario en un disco intenso, pero que hace de esa intensidad una virtud. Con ‘Surrender’, Maggie da un claro paseo adelante en su carrera.

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Publicado por
Jordi Bardají