‘Beware of the Dogs’, el debut de Stella Donnelly, fue uno de mis discos favoritos de 2019. En él, Stella construía grandes canciones pop sobre machismo, masculinidad tóxica y sororidad que rebosaban frescura, encanto y mala leche: ‘Old Man’, la tremebunda ‘Boys Will Be Boys’, ‘Die’…
La preparación de este ‘Flood’ le pilló en pandemia, claro está. Momento en que Stella aprovechó para aficionarse a la ornitología. Una afición que requiere de paciencia y calma. Una paciencia y una calma que bañan todo este disco. Stella explica en su web que ‘Flood’ es “una exploración en terrenos desconocidos”. Bien, no tan desconocidos, ya que la sonoridad tampoco ha cambiado tanto de un disco a otro. Stella sigue siendo una cantautora fuertemente enraizada tanto en el indie de los noventa y ochenta como en la recia balada pop. Y, al igual que en ‘Beware of the Dogs’, lo más importante en el álbum es la voz preciosa de Stella, elástica y aniñada, su gran fuerza interpretativa.
‘Flood’ es bastante mejor disco de lo que parece a primeras escuchas. Su problema es que las letras son menos evidentes, bastante más crípticas, aunque sigan tratando de los mismos temas (relaciones abusivas) u otros nuevos (el autocuestionamiento como música que tuvo Donnelly durante la preparación del álbum), lo cual redunda en que no te sientas tan identificada con ellas como en «Dogs».
Pero, sobre todo, lo que lastra la escucha es la acumulación de medios tiempos y baladas, a pesar de un arranque sumamente trotón. ‘Lungs’ es una pequeña maravilla saltarina y grave a la vez, puro indie pop noventero, con un ritmo de batería que invita al baile. La misma dinámica sigue la pizpireta ‘How Was Your Day?’, de estribillo pegadizo. ‘Restricted Account’, la primera canción lenta, es también la más memorable, quizás por esa posición tan inicial, quizás por ese ritmo moroso, la atmósfera de siesta veraniega, la trompeta, el sentimiento con la que la canta Stella…
Es precisamente a partir de aquí que el disco toma una apariencia demasiado monocorde. Confieso que, si no hubiera tenido que escribir esta crítica, con todas las escuchas que ello comporta, hubiera descartado rápidamente el álbum, tachándolo de aburrido. Lo cual sería injusto, porque las canciones son bonitas, construidas de manera sólida (piano, elegantes barerías, arreglos sencillos) y melódica. Las repetidas reproducciones me han hecho apreciar ‘Medals’, encantadora sátira satinada con sha-la-las y saxos. O el piano y el clasicismo sesentas de la preciosa ‘Move Me’, la quieta emoción tan los primeros R.E.M. que destila ‘Flood’, el preciosismo a base de guitarra acústica de la breve ‘Morning Silence’… Pero el hecho de que todo esté invadido de la melancolía, que Stella no rompa esta deriva con algún tema que destaque y agarre la atención hasta la final ‘Cold’, pueden hacer algo farragosa la escucha.