«Debo de haber escuchado cada una de estas canciones más de 500 veces desde que empezamos. Las hemos terminado hace mucho, pero todavía escucho estas canciones cada día. Me pregunto si alguna vez podré parar». En toda mi discografía de CD’s, LP’s y libretos no recuerdo una nota tan entusiasta por parte de un productor. Nellee Hooper está preguntándose en 1993 si alguna vez será capaz de desengancharse de las grabaciones contenidas en ‘Debut’ de Björk Guðmundsdóttir y la respuesta es que no.
En 1992 la cantante islandesa no está a gusto con Sugarcubes. Considera que la música que hacen no la representa. Ella piensa más en Kate Bush y Brian Eno, en el acid, en la vanguardia electrónica del prestigioso sello Warp. El grupo se toma un descanso después de ‘Stick Around for Joy’ (1992) que realmente durará hasta hoy, con la excepción de una brevísima reunión en 2006 para un concierto. Björk graba una maqueta en la que ya aparecen ‘Aeroplane’ y ‘The Anchor Song’, y consigue un contrato discográfico. Y eso que aún no están incluidas las canciones que van a caracterizar su nuevo disco de «Debut».
Hay una intención simbólica en llamar así un disco que en realidad no es tu primero. Su álbum llamado ‘Björk’ cuando tenía 12 años había sido más comentado en los mentideros que escuchado, y titular ‘Debut’ este trabajo en solitario venía como a advertir del reinicio que iba a suponer, foto de Mondino incluida. Ese interés por la electrónica de moda está en estas canciones de manera sutil. Está ahí sin ser esclavo de ello, lo que ha beneficiado su atemporalidad. Es muy visible en ‘Violently Happy’, la única canción que podemos considerar abiertamente house, pero que se diferencia de otros hits coetáneos en sus arreglos.
Björk quiso grabar en directo ‘There’s More to Life Than This’, en concreto en un lugar de la escena que había en el Soho llamado Milk Bar, entregado a la escena emergente electrónica de principios de los 90. Björk se presentó a las 2 de la madrugada y grabó el tema yendo desde los baños a la calle. Su letra viene a decir «vámonos de esta fiesta, que se está poniendo aburrida, hay más vida que esto», por lo que la forma no podía tener más sentido. Hizo una grabación de estudio, pero no la usó, salvo en el CD single de ‘Venus as a Boy’ como cara B, donde aparece con el chanante subtítulo «NON TOILET».
En esa sensación de improvisación de ‘There’s More to Life Than This’ hay una influencia del jazz que fue muy importante en el desarrollo de ‘Debut’, esencial para comprender por qué el álbum es innovador en 1993 pero al mismo tiempo válido para ser disfrutado en 2007, 2022 o 2063. Björk había estado grabando versiones de estándares de jazz como ‘I Remember You‘ o ‘Life Is Just a Bowl of Cherries’, y para trabajar en este álbum contrató al saxofonista Oliver Lake y a la arpista Corky Hale. Están por ejemplo en ‘Like Someone In Love’, que entre sonidos de pájaros, niños riendo y oleaje, nos lleva al cine clásico de Hollywood, algo que volverá en ‘Post‘ con el vídeo de ‘It’s Oh… So Quiet’; y sobre todo en ‘The Anchor Song’.
Esta última, en su relato de fábula, es el momento más intimista y mágico de ‘Debut’. Cuando su voz se quiebra entre instrumentos de metal, Björk muestra su enorme talento como vocalista. En un mundo de voces perfectas pero tan aburridas como las de Mariahs y Whitneys, otras voces vehementes, apasionadas, libres, imprevisibles y enloquecidas como el amor son posibles. Y antes de llegar a ese ‘The Anchor Song’ tan apagado, su voz ha sido el vehículo idóneo para expresar diversas emociones.
Las letras de Björk son sencillas y es muy evidente, incluso a día de hoy, que el inglés no es su idioma materno, pero en su simplicidad es imposible no comulgar con ellas. Además, se llenan de magia a través de diversos trucos de producción. ‘Human Behaviour’, una melodía que escribió de pequeña pero desechó porque entonces estaba en «grupos de punk», habla de lo raras que somos las personas: «definitivamente no hay lógica en el comportamiento humano, pero aun así es irresistible». Esa relación con la infancia explica su vídeo con oso, bajo los mandos del gurú Michel Gondry. Cuando la canción ya es redonda con su sample de ‘Go Down Dying‘ de Antonio Carlos Jobim en la grabación de la Ray Brown Orchestra, suma unas cuerdas sintetizadas y, finalmente, explota.
‘Venus as a Boy’, sobre un sujeto cuya identidad nunca ha querido detallar, que ante todo «cree en la belleza», es sexual, sensible y sensual. El vídeo de Sophie Muller se inspira en ‘Historia del ojo’ de Georges Bataille, antes de que lo haga la obra maestra de of Montreal, mientras los arreglos orquestales del tema apuntan a Bombay. Aunque es más significativo el arreglo de sintetizador de Björk, que toca los teclados en todo el disco, llevándote a un universo paralelo de sonidos que jamás habías escuchado antes. Aquí el beat quería parecerse al sonido de una «botella rota».
‘Big Time Sensuality’, pese a lo que sugiere, habla de la pasión por el trabajo y está inspirada en su primer encuentro con Nellee Hooper, que no fue precisamente sexual, como poniendo en valor que el arte y su creación también puede ser excitante de mil explosivas maneras. Será ‘Violently Happy’ la canción que nos hable de un amor que no podemos contener. «Desde que te conocí, en esta pequeña ciudad no hay sitio para mis enormes sentimientos», comienza narrando antes de la catarsis del que fue el 5º single del disco, pero podría haber sido el 1º o el 9º.
¿Cuál es la canción floja entre toda esta salvajada de descomunales obras maestras? ¿’One Day’? ¿’Aeroplane’? La primera contribuye a la consecución del sonido del álbum, nocturno, misterioso, próximo al jazz aunque en la vanguardia electrónica. La segunda, todo eso y más, pudiendo presumir de haber pasado por el programa de Jools Holland. Y esta última sirve para encarrillar un final de disco de 20 sobre 10 que comienza con la escalofriante ‘Come to Me’, sigue con el hit ‘Violently Happy’ y termina con ‘The Anchor Song’.
Algunas ediciones incluyen también el bonus track ‘Play Dead’, lo que nos lleva a debatir la pertenencia del disco a la moda trip hop. En 1993 Portishead todavía no han publicado su propio «Debut», Massive Attack tan solo han sacado ‘Blue Lines’ y Björk, desde Islandia aunque entonces residente en Londres, no pertenece lógicamente a la escena de Bristol. Tampoco este disco que no se casa con ningún género y que solo se entrega a ese trip hop más orquestal en este tema realizado para la banda sonora de ‘The Young Americans’. Aparece entre sus créditos nada menos que Jah Wobble y David Arnold -curiosamente la dirección orquestal del disco es de nada menos que Talvin Singh- y lleva a Björk a su mejor resultado en la lista de singles británica, un top 12 (varios singles de ‘Post’ sí llegarán al top 10). Publicado en julio del 93, ‘Debut’ se reedita en noviembre con ‘Play Dead’ después de un elegante silencio que nos recuerda dónde acababa el disco original. Pero hay quien no lo considera parte del mismo, y mira que incluso narrativamente tiene su sentido. Diferentes versiones de ‘Debut’ con y sin ‘Play Dead’ circulan indistintamente por Spotify, Tidal o Apple: de manera random puedes disfrutar de esta grabación diferente pero relacionada o acabar en lo que eran las intenciones originales de Björk.
¿Soy yo o de repente parece que ‘Debut’ es la niña fea de Björk de los años 90, en comparación a ‘Post’ y ‘Homogenic’? En absoluto debería considerarse así. La base tribal de ‘Human Behaviour’ casa con el viraje musical que ha sido el siglo XXI, también los retazos psicodélicos de ‘Crying’ y sus acordes esquivos o la sensación de misterio de melodías y detalle. Cuenta Björk que con ‘Violently Happy’ quiso expresar lo que te lleva a hacer la ausencia de una persona deseada. «Corres por los tejados, te tomas 97 tequilas solo para sentir». ‘Debut’ capta a la perfección ese viaje. Nunca el camino de la felicidad a la locura, de la locura a la autodestrucción había sonado tan divertido.