Cine

‘Los renglones torcidos de Dios’: ¿thriller divertidísimo o hate-watching?

Años 70. Una mujer llamada Alice Gould llega a un hospital psiquiátrico y pide ser internada, pero pronto nos revela que en realidad es una detective que ha decidido “infiltrarse” allí para investigar un homicidio. ¿Os suena esta premisa? Probablemente sea porque ‘Los Renglones Torcidos de Dios’ fue uno de los mayores éxitos literarios en nuestro país de los 70 en adelante.

Su autor, Torcuato Luca de Tena (nieto del fundador de ABC), hizo como Alice y se internó en un psiquiátrico como forma de recabar información para la novela, y la gran presencia de detalles sobre las distintas enfermedades mentales fue uno de los reclamos del libro, máxime en una época donde “salud mental” era un concepto bastante distinto. El libro, prologado por el psiquiatra y escritor Juan Antonio Vallejo-Nájera (no, no el llamado “Mengele español”, sino su hijo), se acabó convirtiendo en el mayor éxito de su autor (junto a ‘Edad Prohibida’), y ningún español se había atrevido a adaptarlo al cine… hasta ahora.

El encargado es Oriol Paulo, especialista en suspense y el director español más exitoso en China: ‘Contratiempo’ fue un absoluto taquillazo allí (taquillazo en el que, por cierto, colaboró Zahara en la BSO) y ‘Después de la tormenta’ repitió éxito. Desde entonces, y coincidiendo con el inicio de la pandemia, Paulo no había estrenado película, aunque sí triunfó hace poco en Netflix con la miniserie ‘El Inocente’. Precisamente en confinamiento le llegó la oferta de ser quien firmase esta adaptación y aceptó con una condición: solo Bárbara Lennie podía ser Alice Gould. Tonto no es el señor.

Interpretaciones como la de ‘Magical Girl‘ o ‘El Reino‘ son un par de ejemplos de que Bárbara Lennie es una de las mejores actrices de su generación, con un magnetismo tan particular, y una especial habilidad para personajes que viven más en su cabeza que en el exterior, que no nos extraña en absoluto la condición de Paulo. Alice Gould es un reto para cualquier actriz, y muy pocas son capaces de no descarrilar con un personaje de estas características, y además llevar el peso de la película durante dos horas y media.

También hacen un buen trabajo Eduard Fernández, Adelfa Calvo, Loreto Mauleón, Pablo Derqui o Javier Beltrán, pero es ella quien tiene la responsabilidad -y lo consigue- de que el más-difícil-todavía que se propone Paulo nos mantenga enganchados sin que reparemos en las costuras habituales en su cine, y que aquí podrían hacer saltar todo por los aires. Oriol Paulo nos tiene acostumbrados a historias loquísimas con tres plot-twists por minuto y un artificio en su mirada (pelucones incluidos) que Lennie, en declaraciones a Daniel Mantilla de El Español, defiende explicando que “a Oriol la vida le interesa, pero le interesa más cómo el artificio cuenta la vida”.

Si entras en esto, estamos ante un thriller divertidísimo que seguramente funcione bastante bien en taquilla. Pero tienes que aceptar ese viaje, porque la profundización sobre psicología y psiquiatría que se hacía en la novela original aquí es anecdótica, los intentos de apuntes políticos resultan bastante burdos (ese cambio de retrato) y hay cierta secuencia musical, a ritmo de Nancy Sinatra y Lee Hazlewood, en la que que no sabes si gritar “reina” o morir de cringe. Quien quiera una adaptación más sobria puede revisar la mexicana de 1983; esto es un absoluto despiporre en el que podemos hablar de guilty pleasure, de hate-watching… o de divertirte y, al contrario que Alice Gould, no buscar muchas explicaciones.

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Publicado por
Pablo Tocino