Ni aun gustándote Hidrogenesse y Astrud desde siempre, ni aun habiendo defendido las producciones de Mendetz o la gracia y la inteligencia de las canciones de Las Bistecs, jamás habrías visto venir que el éxito de Rigoberta Bandini llegaría a este punto. Esto es, 10.000 personas coreando a gritos, repetidas veces, que «no saben ni hacer un huevo frito», solo una semana después de que el tema que contiene tal frase, ‘Canciones de amor a ti‘, viera la luz.
Rigoberta Bandini agotaba en cuestión de días las entradas del WiZink Center de Madrid, si bien renunciando a abrir el graderío superior, para dar más protagonismo en la gira al resto de lugares de España que aguarda durante las próximas semanas. Jugada que se repetirá en el Palau Sant Jordi de Barcelona el día 24 de noviembre.
«No voy a hablar para no llorar» fue una de las primeras cosas que una impresionada Rigoberta dijo. Los primeros planos con sus ojos radiantes fueron frecuentes en las dos grandes pantallas. Por supuesto todo comenzó con la que ha sido la canción de apertura de todos sus conciertos por todos los «hi» y «holas» que contiene, ‘In Spain We Call It Soledad’. El «arena» -la palabra que se usa en inglés para los recintos de este tamaño, en castellano no exactamente un estadio ni un anfiteatro ni desde luego una plaza de toros- aparece entregado desde esos primeros momentos sumando ‘Fiesta’ y la mencionada «Canciones».
Parece que añadiendo cosas como ‘The Fuck Fuck Poem’ -a la gente le encanta lo de cagarse en el ayuntamiento- o un popurrí de versiones en el que lo mismo suena ‘Como yo te amo’, ‘Bailar pegados’, ‘La la la’ y ‘Eres tú’ que ‘Hentai’ de Rosalía, Rigoberta Bandini puede llenar 90 minutos de show, aun teniendo un solo disco de 45. Hubo más canciones previas, aunque no ‘Que Cristo baje’, pero por si acaso la gente se aburre, ella se esconde varios ases bajo la manga.
El más visible es la aparición de Amaia, siempre dispuesta a sumarse a un bombardeo, en este caso pillarse un AVE o un avión para interpretar una canción de 3 minutos sobre el escenario del WiZink Center, la divertidísima ‘Así bailaba’. Es impresionante cómo la gente canta la segunda estrofa a capella cuando todos los instrumentos se paran. Al final, las múltiples bailarinas saltan a la comba. También aparece un voluminoso coro local, el Coro de Jóvenes de Madrid, para hacer bulto en ‘Ay mamá’ y ‘La emperatriz’, cada una encabezando su respectivo grupo de bises. El efecto es muy Kanye West, más o menos como imaginamos su «Sunday Service».
Pero hay más sorpresas, como la aparición de la prima Memé, en avanzadísimo estado de gestación, para revolcarse por los suelos en un remix de ‘Perra’ en el que ella medio rapea una estrofa; o la aparición de un cabezudo durante ‘A todos mis amantes’. «No sé si es Jesús Gil o Sorrentino», oí decir. Y mi momento favorito sin duda es ‘Cuando tú nazcas’, la versión de Mocedades que parece una versión de ABBA más bien, aprovechando que el elenco de músicos, vocalista y coristas resulta en un grupo formado exactamente por dos chicos y dos chicas. Como el grupo sueco, una referencia estética y sonora tan clara que habían sonado en la playlist puesta a la audiencia en los minutos previos al show.
Esteban Navarro había deleitado también al público con un teaser de ‘Too Many Drugs’ tipo karaoke en el que cantaba el público. La versión a piano ideada para que la gente la entonara mientras Rigoberta Bandini se cambiaba de atrezo parecía ideada por Alejandro Sanz. Finalmente suena al completo, tan triste y edificante como siempre, para cerrar un concierto convertido en fiesta colectiva, cuyo cénit es lo siguiente: se pincha ‘Quiero verte danzar’ de Franco Battiato en italiano y sale todo el equipo a bailar, a agradecer, a darse un baño de masas. Rigoberta había apelado a la melancolía cuando convertía su popurrí en un fiestón añadiendo unas dosis de «In Spain». La buena noticia es que toda esta locura en medio del huracán latino y post-trap sea nuestro presente. 8.
Ladilla Rusa ejercieron de teloneros como confirmando la relación de Rigoberta Bandini con lo que ellos llaman «electrocosa». El lado espiritual de Rigoberta la aleja de esta tendencia o de Ojete Calor, pero allí estuvo el dúo junto a su banda para defender sus divertidas y costumbristas canciones, también muy políticas.
En ‘Todos los días lo mismo’ llaman a la clase obrera, y ‘La puta m(ama)’ la presentan ellos mismos como un reverso para ‘Ay mamá’. «Para esas madres que no tienen caldo en la nevera sino que son más de «cualquier día cojo la puerta y no vuelvo»». Un show corto marcado por el resfriado de Tania, con cierta sensación de batiburrillo -a la que tampoco es que escapara mucho el sonido de Rigoberta Bandini, es muy común aunque no perenne en el WiZink Center- y culminado como no podía ser de otra manera con ‘KITT y los coches del pasado’. 6.