Últimamente tengo la impresión de que, a los artistas, cualquier cosa les vale para decir o dar a entender que sus discos son conceptuales. Miley Cyrus ha dicho que el suyo se divide en «AM» y «PM» porque la primera parte es mañanera y soleada y la segunda más nocturna y «chill», pero cuando lo escuchas descubres que realmente no es así, que las dos partes del disco tienen un poco de lo uno y de lo otro. Irónicamente, la secuencia de ‘Endless Summer Vacation’ podría ser mucho mejor, y ya se sabe cuánto puede arruinar un disco una secuencia mal pensada o descuidada.
El álbum parece que está ordenado del revés, que empieza por el final. ‘Jaded’ y ‘Red Coloured Lenses’ deberían sonar más tarde, pero ocupan las pistas 2 y 3, respectivamente, frustrando demasiado pronto el ritmo del largo, que empieza con ‘Flowers‘; y ‘River‘ y ‘Violet Chemistry’, los singles evidentes después de ‘Flowers’, tardan en llegar, como si fueran irrelevantes, y suenan en la segunda mitad del disco, seguidos uno del otro. Si la secuencia de ‘Endless Summer Vacation’ respondiera a un intento por dar unidad lírica al conjunto, se entendería más o menos, pero tampoco es el caso.
No es obligatorio que un álbum de pop siga conceptualmente una narrativa. Ha dicho Miley que ‘Endless Summer Vacation’ es su «carta de amor a Los Ángeles», pero el disco simplemente reúne sus últimas vivencias personales. Una ruptura dramática ha marcado su vida y ‘Flowers’ habla de superarla y de quererse a una misma. Miley recuerda buenos momentos (‘Red Colored Lenses’) y manda a la mierda a su ex (‘Muddy Feet’) pero también nos recuerda, una y otra vez, que ella es «salvaje» e «impredecible» y que no se compromete con nadie (‘Wildcard’). En ‘Island’ reflexiona sobre la soledad de la fama. A su madre dedica ‘Wonder Woman’, la balada que, en el especial de Disney, ha cantado con Rufus Wainwright al piano.
El octavo trabajo de Miley suena tan veraniego como su portada, y su producción, deliberadamente sucia y «maquetera», busca una estética semi alternativa similar a la del álbum de Harry Styles. La mención no es en vano: tres autores principales de ‘Harry’s House‘, estos son, Kid Harpoon, Tyler Johnson y Thomas Hull, están muy presentes en ‘Endless Summer Vacation’ dejando claro que este no es otro disco de pop «comercial» sobrecargado de efectos especiales y desesperado por conquistar las listas de éxitos. Miley, como Harry, va a lo suyo.
Luego están las canciones. ‘Flowers’ ha sido un éxito monstruoso que realmente pocos hemos visto venir, una canción estupenda que Miley ha convertido en un clásico sin la ayuda de featurings, a lo Harry Styles o a lo ella misma, y que ha calado gracias a su letra empoderada, ya icónica en ese «me puedo regalar flores a mí misma», y a su melodía clásica, tan clásica que de hecho está directamente sacada del ‘I Will Survive’ de Gloria Gaynor.
Es llamativo que, después de semejante macrohit, la obra tarde en presentar singles claros: el pop-rock de ‘Jaded’ está muy bien, pero no es un as en la manga después de ‘Flowers’. Lo mismo se puede decir de ‘Red Colored Lenses’, de mareada base a lo bedroom-pop, y ni el country-pop de ‘Thousand Miles’ con Brandi Carlile ni la balada Motown de ‘You’, que Miley ya había estrenado en directo, consiguen que el disco despegue. Son canciones correctas y dudo que vayan a ser canónicas en el repertorio de Miley Cyrus.
Pasado el puente de ‘Handstand’, una atmosférica producción de su novio, Maxx Morando (ex integrante de los Regrettes), que funciona mejor a modo de interludio que como canción, ‘Endless Summer Vacation’ empieza a enseñar los dientes. ‘River’, el segundo single oficial, es un banger de trash-pop que no tardará en sonar en todas las discotecas gay que conozcas. Después, ‘Violet Chemistry’ recuerda a los tiempos de pop star de Miley, en concreto a ‘Fly on the Wall’… y está tan llena de ganchos que no te creerás que James Blake la haya escrito (junto a otras personas).
La plantilla de autores de ‘Endless Summer Vacation’ incluye otros nombres como Sia, Tobias Jesso Jr. o hasta Harmony Korine (‘Headstand’). Todos ellos trabajan al servicio de la asombrosa voz de Miley con más o menos acierto. ‘Wonder Woman’ es la balada moñas del año, pero Miley la salva gracias a su portentosa interpretación vocal. La relajada ‘Island’ la podría haber firmado la Lorde de ‘Solar Power‘, para bien. Menos convencen ‘Wildcard’ o la irrelevante ‘Muddy Feet’, en la que, inexplicablemente, han participado hasta 11 personas. Sia, la artista invitada, se limita a hacer coros en el final, pero su presencia no aporta absolutamente nada ni a la canción ni mucho menos al transcurso del disco, que no la necesitaba.
En un intento por cerrar ‘Endless Summer Vacation’ con coherencia, el disco acaba con una versión al piano eléctrico de ‘Flowers’ que supuestamente es la maqueta original: nos lo podemos creer o no, dado que letra y melodía son exactamente la misma en ambas versiones. Sin embargo, ‘Endless Summer Vacation’ termina siendo un trabajo peor cerrado de lo esperado, un extraño viaje en el que las cosas parecen no estar en el lugar adecuado, disperso y que no cumple con la promesa del éxito de ‘Flowers’ ni de la evolución mostrada por Miley en ‘Plastic Hearts‘. Este sigue siendo su mejor trabajo.