Hace un par de años se viralizó en TikTok un vídeo que hablaba sobre Bebe Rexha y su condición de “persona famosa a la que nadie conoce”. La propia Bebe decidió contestar explicando que el fenómeno le fascinaba y daba una posible razón: la mayoría de sus éxitos son colaboraciones con otros artistas. También apelan a diferentes mercados: no es lo mismo triunfar en las discotecas con ‘In the Name of Love’ que en las emisoras country con ‘Meant to Be’. Se puede decir que Bebe no ha fidelizado a un público, sino que este está disperso en diferentes mercados. No hay una base de fans comprometida con su marca.
Esto puede explicar por qué un single que está a punto de rebasar los MIL MILLONES de streamings en Spotify, ‘I’m Good (Blue)’ con David Guetta, no ha movilizado a la gente a escuchar el nuevo disco de Bebe Rexha. ‘Bebe’ no ha pasado del puesto 139 en Estados Unidos, su mercado principal: la gente no asocia el single al disco e ignora la existencia de este ‘Bebe’ que merecería mayor atención.
No por ‘I’m Good (Blue)’, desde luego, un remedo de Eiffel 65 que el mundo no necesitaba. Se intuye en ‘Bebe’ un interés por hacer un disco que posea un mínimo de cohesión sonora, y Bebe no ha dejado de repetir en las entrevistas que Fleetwood Mac es una de sus mayores influencias. En los foros os reís de nosotros (con un poco de razón) porque parece que comparamos todo con Fleetwood Mac. Aquí la comparación es explícita, por ejemplo, en el corte inicial ‘Heart Wants What i Wants’, donde se nota y mucho que Bebe ha escuchado ‘Landslide’ obsesivamente durante la creación de este tercer álbum.
Esa cohesión sonora está más o menos presente en ‘Bebe’ en una amable y luminosa amalgama de disco, country, pop clásico y soft-rock en la que ‘Good (I’m Blue)’ por supuesto no pinta nada. ‘Miracle Man’ es una estupenda canción de 70s pop que habla sobre la necesidad de volver a creer en el amor, el single ‘Satellite’ con Snoop Dogg, con ecos a Gloria Gaynor pero también a Dua Lipa y a Chic, es un bombazo y, en ese álbum cohesionado que ‘Bebe’ podría haber sido, aportan ideas correctas la trotona ‘I’m Not High, I’m in Love’ y la apañada balada con Dolly Parton, ‘Seasons’, sobre querer cambiar “como las estaciones”, pero quedarse estancada.
Pero ‘Bebe’ no es exactamente ese disco personal de Bebe Rexha que justifique su título ni mucho menos esa obra artística definitiva que probablemente ella había imaginado (y que probablemente su sello ha impedido). Algunos de los temas más potentes no pegan mucho: es el caso de house-pop de ‘Call On Me’. Por otro lado, ‘When It Rains’ no pasa de ser un reducto de ‘Physical’ de Dua Lipa y el disco termina perdido en su propia indecisión, entre cancioncillas de relleno (‘Visions’), baladas ñoñas para American Idol (‘Born Again’) y cosas como ‘I Am’ que solo esperábamos de la peor Sia.