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‘Extraña forma de vida’ es un buen melodrama almodovariano que sabe a poco

En los últimos años, Almodóvar ha coqueteado continuamente con la idea de rodar en inglés. Algo que, si hubiese querido, podría haber hecho hace años, pero el manchego hasta recientemente no se había visto con la confianza suficiente para atreverse. Su primera incursión en un proyecto en este idioma fue su peculiar adaptación de ‘La voz humana‘ con Tilda Swinton, en forma de cortometraje. Poco después, un proyecto de largometraje fue anunciado con Cate Blanchett, que buscaba trasladar a la pantalla el relato de Lucia Berlin ‘Manual para mujeres de la limpieza‘. Finalmente, el cineasta no se vio capaz de levantarlo y abandonó el proyecto.

‘Extraña forma de vida’ es el paso más ambicioso de su cine en una lengua extranjera hasta ahora, un mediometraje de media hora de duración que narra el reencuentro de dos vaqueros que fueron amantes hace 25 años. A Almodóvar le ofrecieron rodar en su momento ‘Brokeback Mountain‘, pero su visión de la historia requería de más carnalidad que la que Hollywood estaba dispuesta a mostrar así que declinó la oferta. Con este nuevo trabajo, el prestigioso cineasta español presenta su particular respuesta a aquella película de Ang Lee (salvando las distancias).

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El filme se abre con una cálida voz que canta en portugués ‘Estranha forma de vida‘ de Amália Rodrigues y Don Byas. Esa voz en la ficción corresponde a Manu Ríos, posando como un modelo de revista y vestido de cowboy, que mira sugerente al personaje de Pedro Pascal, recién llegado al pueblo que hace 25 años dejó, y dispuesto a reencontrarse con su antiguo amor, interpretado por Ethan Hawke, ahora convertido en sherif. Este, sin embargo, se muestra más reticente para expresar sus sentimientos. Con una trama criminal sobrevolando el relato, Almodóvar se centra principalmente en aquel romance frustado, observándolo bajo una mirada melancólica.

Desde el comienzo, la cualidad plástica del cine del manchego es inconfundible: colores intensos, un estiloso vestuario (firmado por la marca Saint Laurent, que también co-produce el proyecto), una melodramática partitura de Alberto Iglesias, la característica vistosa fotografía de José Luis Alcaine, una dirección artística exquisita que se atreve a meter cuadros de Georgia O’Keeffe en un rancho perdido en mitad del desierto, etc.

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Almodóvar parece plenamente cómodo en este registro neo-western hablado en inglés y dirige a sus intérpretes con su particular estilo que tantas alegrías ha dado a aquellos que han trabajado con él. Los nuevos afortunados de la etiqueta chicos-Almodóvar, Ethan Hawke y Pedro Pascal, están siempre a la altura de su responsabilidad. Por ello, es una pena que no se atreva a dar a este ejercicio de prueba una mayor importancia. Pese a que los temas y obsesiones que quiere tratar están perfectamente expuestos, se echa en falta más desarrollo en todos los elementos de la historia (en las tramas, en los personajes). Todo resulta innecesariamente apresurado y deja la sensación de que esta nostálgica historia de un amor imposible entre dos hombres podría haber dado mucho más de sí. Se conforma con ser una mera anécdota en su filmografía. Una de calidad, eso sí.

En ‘Extraña forma de vida’ encontramos una buena versión del Almodóvar maduro de sus últimos trabajos, ofreciendo un melodrama fidelísimo a su estilo, únicamente lastrado por una duración insatisfactoria. Esperemos que el nuevo largometraje que tiene en mente rodar este mes de agosto, en inglés y ambientado en Nueva York, no vuelva a quedarse en un coitus interruptus.

En los últimos años, Almodóvar ha coqueteado continuamente con la idea de rodar en inglés. Algo que, si hubiese querido, podría haber hecho hace años, pero el manchego hasta recientemente no se había visto con la confianza suficiente para atreverse. Su primera incursión en...'Extraña forma de vida' es un buen melodrama almodovariano que sabe a poco