5 razones para devorar ‘Manual para mujeres de la limpieza’ aunque no seas muy de cuentos

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5 razones para devorar ‘Manual para mujeres de la limpieza’ aunque no seas muy de cuentos

luciaberlin-manual¿Quién dice que los cuentos no venden? La edición póstuma de esta antología de relatos de Lucia Berlin (1936-2004) ha sido uno de los best seller del año pasado y, según parece, promete serlo también de este. Los elogios en la prensa y el boca-oreja han convertido a ‘Manual para mujeres de la limpieza’ (Alfaguara) en un insólito fenómeno literario.

Te damos cinco razones para que dejes de decir aquello de «prefiero un libro gordo que me tenga enganchado un par de meses»:

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1. Se puede leer como «un libro gordo que me tenga enganchado un par de meses». Los 43 relatos que componen ‘Manual para mujeres de la limpieza’ tienen tanta carga autobiográfica que se pueden leer casi como unas memorias, como 43 capítulos en la vida de Lucia Berlin. Una vida itinerante (de Alaska a California pasando por Chile), agitada sentimentalmente (se casó tres veces y tuvo cuatro hijos), inestable laboralmente (profesora, recepcionista, enfermera, limpiadora…) y bañada en litros y litros de alcohol.

2. Enlazando con el punto anterior, ‘Manual para mujeres de la limpieza’ es una obra maestra de la autoficción. Aunque con una particularidad: está escrita cuando a esta forma de escribir no se le llamaba autoficción. Si te gusta la literatura del yo (de la que aquí hemos reseñados varios ejemplos: ‘La hierba de las noches‘, ‘Cocaína‘, ‘Para acabar con Eddy Bellegueule‘, ‘Hermano de hielo‘…), los relatos de Berlin te dejarán con unas enormes ganas de haberla conocido.

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3. Sirve como guía para señoras de la limpieza, pero también como manual de autoayuda. Los relatos de Berlín son terapéuticos. Están situados en lugares sórdidos, tristes, dolorosos: hospitales, prisiones, lavanderías, centros de desintoxicación… Están protagonizados por alcohólicos, inadaptados, fracasados, enfermos… Y hablan de adicciones, de problemas de salud, económicos, sentimentales, de infancias tristes. Sin embargo, están envueltos en una extraña alegría, en una ternura tan paradójica como vivificante.

4. Son muy divertidos. Berlin demuestra tener un sentido del humor admirable. Sus relatos están atravesados por una luminosa y fina ironía en la que no cabe el cinismo (en esto se diferencia de Raymond Carver, con quien ha sido comparada). Sus personajes pueden ser marginales y desgraciados, pero tienen tanta dignidad y alegría como la que exhibe la escritora en sus fotos. Quién diría viéndolas que es una borracha que vive en una caravana, tiene empleos precarios, sufre de escoliosis, tuvo una madre alcohólica que se suicidó, un marido yonqui y una hermana que murió de cáncer.

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5. Es ‘Paterson‘ hecho realidad. Resulta curioso comprobar las semejanzas entre la vida como escritora de Berlin y la del protagonista de una de las mejores películas de 2016. No es difícil imaginar a la cuentista escribiendo sentada en un banco mientras espera el autobús, en la lavandería mientras hace la colada o en la mesa de la cocina mientras se termina de hacer la cena. Una escritora proletaria que, como William Carlos Williams, el poeta al que evoca ‘Paterson’ y con el que también se ha comparado la escritura de Berlin, es capaz de extraer toda la belleza, el humor y la alegría que permanece oculta tras la cruda y cotidiana realidad. 8,5.

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