“Bling bling bling” es uno de los mejores ganchos presentes en ‘Fountain Baby’, el nuevo disco de Amaarae. Aparece en ‘Angels in Tibet’. Después, en ‘Counterfeit’, el gancho -igual de divertido- pasa a ser “ching ching ching”. Las alusiones al dinero, a las joyas y a los coches en el disco son constantes. El mensaje es evidente: Amaarae tiene pasta y su música lo demuestra porque suena cara, opulenta. En ‘Fountain Baby’ es una “fuente” de sonidos e influencias.
Que a Ama Serwah Genfi le gusta sonar bien enjoyada es evidente desde que escuchamos ‘Sad Girlz Luv Money’, su single más emblemático, la sublimación de ese afrobeat futurista chill salpicado de melancolía que le ha dado a conocer. Amaarae prospera dentro de este espacio sonoro y ‘Fountain Baby’ continúa por el mismo camino añadiendo influencias insospechadas que van de la música tradicional oriental al ‘Blackout’ de Britney Spears, un disco que, en sus palabras, le ha enseñado a tomar decisiones de producción arriesgadas.
En ‘Fountain Baby’ la producción te sorprende a cada rincón. El “bling bling” de ‘Angels in Tibet’ va tan en serio que la canción incorpora una orquesta de cuerdas. Trompetas, percusiones… hasta el koto japonés emerge en ‘Fountain Baby’ dotándole de esa opulencia antes citada. Por su parte, los beats de afrobeat -creados junto a Kyu Steed o KC Didit, entre otros- siguen apuntando al futuro, aunque el de ‘Princess Going Digital’ coja inspiración del hip-hop de 2005, pues Amaarae considera esta la mejor era de la historia del pop. Quizá por eso el pop-punk también tiene cabida en uno de los cortes menos inspirados, ‘Sex, Violence, Suicide’. Aquí las guitarras suenan extrañamente apagadas.
Y es que ‘Fountain Baby’ funciona mejor cuando se propone reinventar la pista de baile, como Amaarae ha reconocido. Amaarae se corona con la rítmica y divertidísima ‘Co-Sign’, en la que caben arpas, percusiones y referencias al zodiaco. ‘Counterfeit’ samplea a Clipse (Pharrell Williams está debidamente acreditado) y, sobre todo, recuerda a las caceloradas clásicas de Timbaland. Y ‘Wasted Eyes’, otra de las producciones más potentes, incorpora efectos de disparos y el sonido de una kora (tocada en estudio). En ella, la voz de Amaarae vuelve a bañarse en oro. Y canta: “no puedo enamorarme de ti, tengo demasiado que perder”.
Ante todo, en ‘Fountain Baby’, Amaarae cristaliza su propuesta. ‘Reckless & Sweet’ es otro single pletórico en su deliberada sencillez, en todo el lujo de la producción y las melodías, en el que el estribillo “run run run” (con ecos al ‘Work’ de Rihanna) vuelve a ser un gancho infalible. Pero que el afrobeat es el nuevo pop lo demuestra definitivamente ‘Come Home to God’, que, entre la balada grunge y los cantos de animadora, cierra el álbum en un lugar muy diferente en el que empieza (las arpas de la intro). En ‘Fountain Baby’, Amaarae se consolida y, a la vez, se abre a mil puertas creativas.