Hemos tenido que llegar al 8º álbum de Queens of the Stone Age para que lo que nos cuenta un disco suyo ocupe más espacio que cómo nos lo cuenta. ‘In Times New Roman…’ es el álbum más personal de la banda según las letras escritas por Josh Homme, pues el líder del grupo ha pasado por un divorcio traumático, una depresión post, un cáncer, la muerte de amigos como Mark Lanegan y Anthony Bourdain, y luego lo que todos: una pandemia, un encierro, etc. Hay que recordar que este es el primer disco del grupo en 6 años.
De todo eso habla ‘In Times New Roman…’, mientras por ejemplo ‘Songs for the Deaf’ (2002), su álbum más mítico, era un viaje en coche por California, y su mayor hit, ‘No One Knows’, una reflexión sobre los efectos de las drogas, prescritas o no.
Josh Homme cuenta ahora que no se avergüenza de lo explícito de las letras incluso en los singles de presentación de este álbum, porque cree que la música tiene que contar la verdad sobre nosotros. Y su verdad, después de una disputa por la custodia de sus hijos y órdenes mutuas de alejamiento entre él y su ex esposa Brody Dalle, también cantante de Distillers, aparece en temas como ‘Paper Machete’ o ‘Emotion Sickness‘. La primera, una de las grabaciones más urgentes del álbum, plantea, directa: «¿Todas y cada una de tus relaciones terminan en tristeza y miseria?». La segunda repite en su estribillo «Tuve que dejarla marchar / No te preocupes por mí».
El rock stoner típico de Queens of the Stone Age impera tanto en la mencionada ‘Paper Machete’ como en ‘Negative Space’, una canción que trata de encontrar el camino de vuelta a la Tierra, también con una outro nítida como pocas se han visto: «No digas que ya no me quieres, pensé que éramos iguales». ‘What the PeepHole Say’, sobre un regreso a su adolescencia más bien, mantiene el tono guitarrero y rugoso, mientras otras canciones introducen otras sonoridades.
Dejada de lado su etapa junto a Mark Ronson en ‘Villains‘ (2017), hay varias pistas que ofrecen una visión diferente. El estribillo de ‘Made to Parade’ resucita a David Bowie (en muchas ocasiones Homme ha recordado por tono), y la guitarra final a su escudero durante los primeros años 70, Mick Ronson. En cambio, son los Beatles quienes se asoman por los momentos más pop del álbum, como ‘Time & Place’ (también un poquito Talking Heads y Radiohead) y sobre todo el estribillo de ‘Emotion Sickness’.
El trabajo de cuerdas es importante en ‘Obscenery’, igualmente en la oriental ‘Sicily’, que va dando a la segunda mitad del disco una luz diferente. Algo que confirma el final escogido para el álbum: un tema de 9 minutos llamado ‘Straight Jacket Fitting’, dividido en partes, y con coda frente a la hoguera. Pero sobre todo destaca ‘Carnavoyeur’, en la que tanto montan violines como efectos electrónicos. Si en ‘Negative Space’ habíamos escuchado a Josh Homme lamentar que iba «a la deriva mientras el mundo gira» y que «nunca volveremos al lugar de donde venimos»; en ‘Carnavoyeur’ subyace la idea de aceptación. «Vivimos, morimos, caemos, nos levantamos / Soy un buitre, así que oigo despedidas / No hay final para la vida, siempre, que siga la vida».