Música

Parannoul / After the Magic

En 2021, un misterioso álbum de un artista coreano anónimo despertó un notorio entusiasmo entre cierto sector de melómanos. ‘To See the Next Part of the Dream’, el segundo disco de Parannoul, fue una revelación: parecía recién salido de los años 90, como si alguien lo hubiese guardado en un cajón y lo hubiese sacado a la luz tres décadas más tarde. Uno sentía que se trataba de algo demasiado íntimo como para que nadie pudiera tener acceso a él. En aquel trabajo, toda la “instrumentación” que se escuchaba estaba diseñada con ordenador; lo que parecía una guitarra eléctrica o una batería, era en realidad un sonido artificial. Su sucesor sigue una dinámica similar.

En ‘After the Magic’, su tercer largo en solitario, Parannoul parece dejar a un lado ese sentimiento de depresión profunda e incomprensión adolescente que tanto marcaba el sonido de su anterior obra. Aquí, sustituye la turbulencia del sonido emo y sus desesperados y angustiosos gritos por un luminoso sentido de la exploración y la aventura. El artista expande sus horizontes sonoros hacia un hábitat mucho más amable. Si antes Parannoul te arrastraba a su infierno personal y te dejaba encerrado en la oscuridad, ahora te lleva de la mano hacia lo desconocido con la esperanza de encontrar juntos un mundo mejor.

El álbum se abre con el sonido de lo que parece una guitarra acústica -imposible estar seguro con sus camaleónicos recursos sónicos- en ‘Polaris’, con una melodía sosegada y envolvente. Su voz al fin suena nítida y relajante. Pronto unos juguetones glitches aparecen en la ecuación, pero lejos de llevar el sentimiento de la canción hacia la oscuridad, lo hace hacia la luz. Parannoul, a lo largo de ‘After the Magic’, va introduciendo elementos que irrumpen en mitad de las canciones, elevándolas hacia algo épico, haciendo que los pequeños mundos que existen en ellas se vuelvan inmensos conforme progresan. Al teclado de ‘Insomnia’ -que no desencajaría en el universo de ‘Nurture’ de Porter Robinson- se le incorpora una percusión que sirve como puente para la transformación de la canción en algo inclasificable y de género mutante.

Escuchando ‘Arrival’, de casi 8 minutos, cuesta creer que una persona sola haya creado todo eso en su habitación. Suena como una banda completísima: con guitarra, bajo, batería, trompetas, sintetizadores y quién sabe cuántas cosas más. ‘We Shine at Night’ en sus primeros minutos recuerda inevitablemente al shoegaze ruidoso de ‘To See the Next Part of the Dream’, pero Parannoul en este trabajo no permite que sus canciones empiecen y acaben en el mismo sitio, por lo que hacia el final, aparece una bella melodía de “violín” y unos coros. Pero el imposible cóctel de géneros no termina ahí. ‘Sketchbook’ comienza con una producción ambiental a lo Oneohtrix Point Never y termina de nuevo acercándose al glitch pop de Porter Robinson.

Paradójicamente, en ‘After the Magic’ -un álbum realizado prácticamente al completo por una sola persona en su cuarto- todo es a lo grande: los sentimientos, las melodías, las épicas progresiones de acordes, las recargadas producciones. Es un trabajo que apabulla, embelesa, agota y enamora a partes iguales. Puede que la suma de sus partes hagan de él una experiencia demasiado exigente para escuchar de principio a fin, pero escoge al azar cualquiera de las canciones que componen ‘After the Magic’ y piérdete en sus inagotables e inspiradores recovecos sonoros. Es difícil que te arrepientas.

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Publicado por
Fernando García
Tags: parannoul