Muchos conocimos la historia del luchador Saúl Armendáriz, alias Cassandro, en el documental ‘Cassandro, the Exotico!’ (disponible en Filmin), de Marie Losier, autora del también fabuloso documental sobre Genesis P-Orridge ‘The Ballad of Genesis and Lady Jaye’. La mirada heterodoxa de la autora, siempre atenta a las manifestaciones artísticas surgidas en los márgenes, casaba muy bien con la personalidad apabullante y extravagante de Cassandro, un luchador abiertamente gay con desafiante expresividad drag en un mundo tan machirulo como la lucha libre mexicana.
No se puede decir lo mismo del también documentalista Roger Ross Williams. ‘Cassandro’ (Prime Video), su debut en la ficción, no puede ser más convencional. La película sigue al pie de la letra la gramática del biopic estándar en su vertiente épico-deportiva. Ross Williams no se sale nunca del cuadrilátero como hacía Cassandro. No vuela por los aires ni da volteretas imposibles por el ring.
El filme está más calculado que la aparición de Bad Bunny en varias escenas. Su personaje de camello sexualmente “confuso” tiene la relevancia dramática de un refresco de cola. Es puro márquetin. Por no hablar de la “arriesgada” playlist que acompaña las apariciones de Cassandro en el ring: ‘I Will Survive’, ‘Call Me’, ‘Yes Sir, I Can Boogie’… La que sí que no te esperas es la canción que suena en una discoteca de Ciudad de México: ‘Así me gusta a mí’, de Chimo Bayo.
Pero que todo esté fuertemente codificado, constreñido como las mallas de los luchadores y convenientemente blanqueado (la vida de Cassandro, que aparece como consultor en los créditos, tiene momentos mucho más escabrosos de los que aparecen en el filme), no quiere decir que no sea eficaz. ‘Cassandro’ funciona muy bien como entretenimiento plataformero.
Gael García Bernal se luce dando vida al luchador, interpretando él mismo casi todas las escenas de peleas y dotando de carisma y veracidad a su personaje. La narración es ágil y efectiva, con un buen equilibrio entre las partes dramáticas y las deportivas, entre el drama familiar y la historia de superación. Y la recreación del ambiente, esa mezcla tan “exótica” de folclore, representación circense y espectáculo deportivo, está muy lograda. Aunque al filme le hagan falta unas cuantas patadas voladoras y chorretones de maquillaje, se disfruta como una buena peli de tarde.