El nuevo disco de El Buen Hijo se abre y se cierra con sendas referencias al Mediterráneo. El tema titular se pone “insoportable de tanta felicidad” y evoca el pop italiano de Fitness Forever (si estos hubieran sonado más guitarreros). Y ‘Lo que no me pase no me pasará’, abiertamente inspirada en Le Mans, imagina unas “vacaciones en el mar” y “asume con serenidad” que en la vida hay que dejarse llevar.
El espíritu de El Buen Hijo, ligeramente naíf, pero aún consciente de las penurias de la vida adulta, sigue presente en ‘Viene y va’, un disco que precisamente habla de la inestabilidad emocional que marca la existencia misma, que la define.
Al grupo de Marco Frías, Alicia Ros, Daniel Rodríguez, Daniel Daniel, David Chamizo y Miquel Cañellas le siguen saliendo singles estupendos para contarnos todo esto. ‘En un lago’ deja una rima bastante citada ya en sus redes (“ahora tengo la certeza de que tú me interesas”) y vuelve a invocar el indie-pop de Los Fresones Rebeldes con mucha gracia. Y ‘Me lapidaría’ convierte la apatía diaria en un nuevo himno, agarrado a la esperanza de una inminente visita, o del hallazgo de un trabajo que ha «devuelto la alegría» al narrador… lo que no significa que cada día no siga siendo gris. El título, un castigo imaginado, deseado incluso.
A ningún lado se ha ido la capacidad de El Buen Hijo para escribir canciones redondas que no necesitan inventar la rueda para llenarse de méritos. La alegre ‘Perfecto’ demuestra que unas palmas bien puestas siempre pueden mejorar una canción. Y ‘Con seguridad’ es básicamente la mejor balada jamás escrita por El Buen Hijo, una composición preciosa que, evocando a Los Planetas, tiene la capacidad de hacer pupa cuando menos lo esperas.
En ‘Viene y va’, El Buen Hijo ha buscado no repetirse. De ahí, quizá, que unas guitarras shoegaze emerjan en ‘¿Y ahora qué?’, o que la base rítmica de ‘Contigo o con nadie’ -una canción muy Ramones- sea tan trotona, casi country. Dentro de un disco de apenas 9 pistas, no son las mejores, pero los singles están bien repartidos y el disco sabe enmarcarse con las dos canciones antes citadas. La carrera de El Buen Hijo, sin duda, luce prometedora.