Todas las obras de Los Javis han sido un fenómeno a su manera: ‘La Llamada’ y su larguísima vida en teatros, ‘Paquita Salas‘ y su impacto en las redes sociales hasta el punto de hastiar al pobre Brays Efe, ‘Veneno‘ con su repercusión internacional… Con ‘La Mesías’ da la impresión de que los directores y guionistas se han acercado a un público más generalista, no tan nicho, logrando la aceptación de la crítica más erudita. Si ya los primeros 2 capítulos que se subieron a la vez a Movistar+ entusiasmaron, los números 3 y 6 son de lo mejor que jamás hayan escrito y rodado Calvo y Ambrossi. Esta semana se ha emitido el 7º y último, dejando un sabor algo agridulce.
‘La Mesías’ es la historia de una familia marcada por el fanatismo religioso. A través de tres generaciones entre los 80 y la última acción situada en 2013 asistimos al germen del extremo, al extremo en sí y finalmente a sus últimas consecuencias. Ya sabíamos a Los Javis grandes directores de actores -sobre todo de actrices- y guionistas, y con este proyecto suben la apuesta como directores a secas, en una serie más ambiciosa incluso que ‘Veneno’.
Lo primero es evidente. Con referencias como Carlos Saura o el Almodóvar más dramático, ‘La Mesías’ hace un excelente retrato de lo que supuso crecer en una España influida por la dictadura de Franco, tan marcada por la religión. La trama basa detalles en la propia relación fraternal entre Ambrossi y la protagonista Macarena García en otro de los papeles de su vida. Pero todos los que fuimos niños y adolescentes en los 80 y los 90, o algo antes, experimentamos algún recuerdo amargo al enfrentarnos al personaje de Montserrat Baró. No en vano han explicado los autores que, indirectamente, la serie es una metáfora sobre la represión que sufren los niños LGTB+. Esa madre es el vivo retrato de aquel familiar cercano, opresor, furioso quizá por su propia represión, tóxico, que probablemente tenía una grave enfermedad mental sin diagnosticar, y que amargaba la existencia de todos sus seres cercanos, entre la agresividad y el victimismo.
Deja tan mal cuerpo el episodio 3º como una película de terror, y es gracias a una excelente Lola Dueñas, que ha interpretado a la mujer protagonista, al igual que Ana Rujas y Carmen Machi en otros momentos históricos. Como licencia artística, sello personal, cada actriz ha tenido libertad para darle al personaje un matiz distinto, en sintonía con lo diferentes que resultan sus físicos. Es una decisión arriesgada que misteriosamente funciona en la descarada lucha de ‘La Mesías’ por convertirse en una serie de culto. Desde luego esta serie no es una que vayas a confundir jamás con otra.
Después, el rodaje ha estado plagado de grandes escenas que Ambrossi y Calvo, tan mediáticos como siempre, se están molestando en explicar en medios: cómo surgió la coreografía manística, el plano secuencia en la mesa familiar redonda, la habitación giratoria, la decisión de grabar a las hermanas desde dentro de la casa cuando salen fuera, el modo en que los episodios 3 y 6 conforman un espejo, uno basado en la improvisación total y otro en la composición más estricta…
Y ahí, en el episodio 6, es obligatorio hablar de la revelación que ha supuesto ver a Amaia Romero debutar como actriz, devorando la cámara tanto en su momento al piano, como en lo que podemos considerar claramente el clímax de toda la serie. Es verdad que su personaje no dista tanto del perfil en el que en principio se encasilló a Amaia: naíf, inocente, tierno… pero Los Javis han logrado captar esa esencia, su magia, a cada segundo, en cada primer plano.
Es ‘La Mesías’ también una obra maestra de márketing, y el grupo de las hermanas Stella Maris, inspirado muy obviamente por Flos Mariae, cuenta con su propia cuenta de Instagram. Ahí pueden degustarse las composiciones que les han hecho Hidrogenesse, mientras la serie vuelve a exhibir un festín de composiciones con dobles significados, como la aparición de Cecilia o el momento Enrique Iglesias. Solo Los Javis podrían poner a Albert Pla (inmenso también) a cantar ‘Una experiencia religiosa’, pero también merecen mención especial los números musicales y el homenaje a ‘Cantando bajo la lluvia’. Es una alegoría de la forma en que la música y el cine salvan vidas -o como mínimo reconfortan- a niños y adolescentes muy perdidos.
‘La Mesías’ se despide dejando docenas y docenas de referencias por identificar en una serie que muy claramente admite varios visionados. ¿Decepciona ese último episodio visto esta semana? Digamos que recula: vuelve hacia atrás. Exactamente retoma una trama abandonada desde el primer capítulo, cerrándolo, la verdad, de manera demasiado predecible. En esa casa se sabe lo que pasa desde el segundo uno. Así, quien esperara un episodio de cortar el hipo como han sido otros, topará más bien con un epílogo manso y sobreexplicado, si bien a su vez cargado de simbología. Los Javis nos narran algunos de los últimos hechos con escenas oníricas y fantásticas, como inspiradas por aquel capítulo experimental de la tercera temporada de ‘Twin Peaks’ (el 8º). En ese registro, percibo menos solventes a los autores, pero cuando se trata de retratar España en toda su inmensidad, no hay quien les tosa.