Solo hay una cosa que le guste más al público de OT que ver a un concursante superándose semana a semana: ver a dos concursantes enamorándose semana a semana. Sea lo que sea que está ocurriendo entre Martin y Juanjo, la audiencia ha decidido que esa relación es su Heartstopper (es decir, la fetichización de un amor gay adolescente por parte de hombres de 40 años y mujeres de 30 años) y anoche se cumplió una de las máximas tradiciones de OT: la canción de los enamorados.
La canción de los enamorados permite al programa jugar con el factor reality bajo la coartada de la música. La canción elegida es importante: a Nika y Hugo les dieron ‘Es por ti’, a Marey y Danni Úbeda ‘Los mejores años de nuestra vida’ y a Lidia Reyes y Guillermo Martín, por alguna razón, ‘La vida es un carnaval’, pero les trajo suerte porque es la única relación de OT que ha terminado en boda. Pero es aún más importante el momento en el que ocurre: en OT1, la actuación de Chenoa y David Bisbal (‘Escondidos’) llegó en la gala 11, fue el último dúo de la edición y supuso un clímax romántico-sexual para una España que estaba por primera vez enamorada de (y extrañamente cachonda con) un programa de televisión.
En OT 2017, el ‘City Of Stars’ de Alfred y Amaia llegó pronto, en la gala 3, y esos tres minutos marcaron el momento exacto en el que el país decidió que sí, que esa edición merecía su involucración emocional absoluta e irracional. En ambos casos, ver el amor formándose a tiempo real elevó a OT a niveles sentimentales que, sencillamente, ningún otro programa de televisión ha alcanzado.
Sí, la canción de los enamorados es importante. Es lo que la mayoría de los espectadores recordarán cuando dentro de muchos años piensen en esta edición. Pero eso nunca debe importarles a los enamorados en cuestión. Porque cuando te enamoras todo lo demás te da igual. Juanjo y Martin cantaron ‘God Only Knows’ en una sala de cine (o como lo llaman los chavales de su generación, “donde ponen las películas de Marvel”) y acometieron sus roles, ya fuera por instinto o por indicación de Abril Zamora (una generadora de vídeos tan exuberante que Gestmusic debería acreditarla como productora ejecutiva), como si estuvieran en su primera cita. En cierto modo, así era, y ha ocurrido delante de toda España.
Martin se sentó en la butaca temblando, agarró el dedo de Juanjo con pudor y dejó escapar un suspiro al terminar su estrofa. Juanjo se sentó en la butaca colorado, le pasó el brazo por el hombro y le cantó con cara de “no hay palomitas para comer, ¿pero sabes lo que sí hay?”. En algún lugar de Terrasa, una de las señoras de la limpieza de Gestmusic miraba su horario y comprobaba aterrorizada que el martes le tocaba turno de mañana en los baños.
Martin y Juanjo están en una edad en la que creen que eso de ponerse nervioso ante el chico que te gusta es algo que les va a ocurrir constantemente. No es cierto. Solo ocurre una vez. La primera vez. “Solo dios sabe dónde estaría sin ti” es una frase que solo puede cantar con convicción alguien que todavía no ha tenido que comprobarlo.
Al terminar, Juanjo dijo que Martin le ha bajado a la tierra, que es lo más bonito que puede decir una persona con ansiedad; y Martin le definió como “intenso, amoroso y majo”. A veces el amor es así de sencillo. Y con “a veces” quiero decir cuando tienes 20 años. Juanjo le correspondió con otras tres palabras: “bigote, bohemio y relax”. ¿Puede un bigote definir a una persona? Pues ese bigote en concreto sí. Ese bigote es el estado civil del 40% de los espectadores de OT en Twitter. Ese bigote ha conseguido incluso que nadie repare en la espectacularidad de su melena. Hay concursantes de OT que han llegado a la final dejando menos huella en la audiencia que el bigote de Martin.
La gente que acuda como público a OT debe saber que ser homosexual y llevar gafas multiplica las posibilidades de que te sienten detrás de los profesores. La segunda fila de la grada parecía el resultado de una IA en la que introdujeron las palabras “gay” y “miope”. Pero no hacían falta gafas para ver que anoche Violeta inició su andadura hacia la popstar que quizá, al final sí, está destinada a ser. Dijo que se identificaba mucho con su canción, lo cual suena un poco ¯\_(ツ)_/¯ teniendo en cuenta que esa canción es ‘Es por ti’ de Juanes. Pero entonces la cantó. ¿Recurrió a trucos? Sin duda. Violeta cantó toda la canción en cursiva. Pero consiguió que el público de OT se quedase callado, algo impensable teniendo en cuenta que ese público claramente ha cenado tres latas de Monster. Hizo una actuación minimalista sobre cómo el amor a veces es tan intenso que duele un poco y te lleva a estados emocionales que no conocías y que son aterradores pero qué le vas a hacer si ya estás hablando sola.
Pero hubo un detalle imperceptible que la destacó de sus compañeros. En OT, la diferencia entre un concursante y un artista radica en lo que hacen cuando termina la canción. En la manera en que obedecer la orden del regidor (“No te muevas hasta que no suena la sintonía, entonces cruzas la pasarela y chocas la mano solo con un lado, no des la vuelta completa al círculo”): la mayoría se quedan parados con las cejas arqueadas y cara de “¿puedo saludar a mi madre?”. Y algunos, solo algunos, siguen comportándose como estrellas durante esos segundos de vacío, porque las estrellas de verdad nunca dejan de serlo. Violeta ignoró la indicación de quedarse parada y caminó hacia el fondo del escenario para abrazar a su pianista. Eso es algo que habrían hecho Rocío Jurado, Mónica Naranjo o Rosalía. Y, por lo visto, Violeta también. Cuando la salvaron, recorrió la pasarela sin prisa y fue la única concursante de la noche en dar la vuelta completa. Se lo había ganado.
Denna no tenía nada que hacer contra ella. Y eso que lo intentó. Pero es que no tenía nada que hacer. Mientras que Violeta iba vestida como una lesbiana que posee el 51% de la empresa, Denna llevaba algo que solo podría describirse como un paracaídas peleándose contra sí mismo. Mientras Violeta se sentó frente a Chenoa con el viejo truco de la reina Letizia de hablar muy bajito para que tu interlocutor tenga que inclinarse (es decir, postrarse) ante ti, Denna dio una entrevista de derrotada. Y una vez quedó eliminada, corroborando que quien no elija una canción de Cadena Dial tiene un pie fuera, Chenoa le indicó que se fuese a la green room que allí la esperaba Masi. Denna estaba sin palabras. Y mejor, porque tampoco es como si Masi la fuese a dejar hablar.
La actuación de Paul y Salma resucitó un clásico de OT: la escalera piramidal que se divide en dos y da vueltas sobre el escenario. Porque la verdadera influencia de OT nunca han sido los MTV Awards sino las orquestas gallegas. Salma cantó más pendiente de no chocarse con los barrotes que de servir actitud y apenas interactuó con Paul. Se pasó la actuación disasociada viva y al terminar Chenoa aplaudió que saliera de su zona de confort. A estas alturas “la zona de confort” es una expresión que solo existe en los manuales de autoayuda (y, sin duda alguna, en un cuadro que Chenoa tiene colgado en su salón) pero anoche el jurado abusó del término hasta vaciarlo aún más de significado. ¿Qué significa que ‘Bad Habits’ estaba fuera de la zona de confort de Salma? Es una canción de Ed Sheeran. La música de Ed Sheeran es literalmente la zona de confort de la especie humana. Por eso triunfa tanto. La música de Ed Sheeran convierte a Juanes en Björk.
Lo único que explica el look de Bea es que al departamento de vestuario se le olvidase que Bea sigue en el concurso. “No pasa nada cariño”, le dijo Chelo, “sal con ese jersey de Pimkie que traes puesto y abajo ponte esta tela de raso enrollada pero no me da tiempo a planchártela cariño menos mal que como tocas el piano estarás sentada”. Su dicción fue cuestionable, sí (lo cual no impedido a muchos artistas construir carreras enteras, como Amaia Montero), pero el jurado se enrocó tanto en la dichosa dicción que ignoró todo lo demás: una afinación precisa, una actitud disfrutona y un triunfo en esa misión tan imposible de cantar una canción de Joaquín Sabina cuando no eres Joaquín Sabina. Todo eso dio igual. Porque a Bea le ha caído una losa encima que desde OT1 es uno de los cuatro pilares sobre los que se sostiene el formato: el concursante cuyo único relato son sus inseguridades. Bea ha sido muy abierta a la hora de explicarlas. Y el programa no va a permitir que las olvide: se lo van a recordar varias veces durante la gala hasta que ese sea su identidad como concursante. Cabe recordar que Bea se ha presentado a Operación Triunfo. Esa mujer sabe que canta bien. Todo lo demás es Gran Hermano.
La actuación de Álvaro y Cris parece una prueba de sonido. Muy bien armonizada, pero sin vida. Cris sufre una de las maldiciones clásicas de OT: no saber qué hacer con la mano que no sujeta el micrófono. En ese sentido, Álvaro le pasó por encima porque tiene la compostura sobre el escenario que solo tienen los niños mariquitas que llevan toda la vida bailando en su habitación desplegando una pluma que, cada vez que salen de esa habitación, alguien les dice que deben reprimir. Álvaro está viviendo su momento. Se ha negado a ejercer como figurante en la trama romántica de la edición y, pase lo que pase con su carrera musical, cada vez que sale a ese escenario con la espalda más arqueada de lo normal ya es un triunfo para él y para todos lo niños mariquitas de España.
Esta semana la charla fue sobre el bullying y el ciberbullying, un paso más en la labor divulgativa de OT 2023 que ya le habría gustado tener a la tele pública. El vídeo intercalaba planos de Salma con cara de “y a mí por qué me dan esta charla si ya sé cómo se hace el bullying”. Es broma. En realidad, la etiqueta de “bully de la edición” que Twitter le ha endosado a Salma solo evoca algo que Esty Quesada dijo en esa misma red social: “¿Podemos dejar de llamar bullying a gente que te lleva la contraria? No sabríais lo que es el bullying ni aunque os diese en la cara”.
Naiara y Ruslana interpretaron ‘Salvaje’ como dos Bratz recién sacadas de la caja. Bueno no. Llevaban recorrido. Naiara demostró una semana cuál es su identidad como artista cuando se abrió el abrigo mucho antes de que le tocase hacerlo. No podía esperar. El look era contradictorio: un abrigo de invierno con forro de pelito y un escotazo debajo, en plan “yo tengo frío pero estas dos están que arden”. Ruslana llevaba un look que le hacía parecer un cruce entre la pelirroja de TaTu y Lois de ‘Padre de familia’ cuando se viste de sadomaso: medias sin liguero, unos guantes de polipiel hasta los hombros y algo que solo podría definirse como bragas. Por otra parte, nada de lo que llevaba Naiara era ropa realmente. Iba vestida como Cenicienta cuando coge los restos de sus hermanastras (si sus hermanastras trabajaran como gogós en una discoteca de Fuenlabrada) y no se tomó la molestia de juntar las piernas en toda la actuación. Es difícil decir “menudo pasareleo” sin parecer idiota, pero es que Naiara no tiene miedo a ser una parodia. Es como si cogiera todos los insultos que la sociedad lleva años dedicándole a las chicas de barrio y se hubiera hecho una armadura con ellos. Esa también fue una canción de enamorados: la que celebraba el amor entre Naiara y los focos.
Lucas y Álex se metieron tanto en el papel de trieja con ‘Perreo bonito’ que Chiara estuvo a punto de sacar un pintauñas y ponerse a hacerles la manicura. A Chiara no se le quitó la expresión de “right in front of my salad?” en toda la actuación. Y con tanto guarreo, ocurrió algo inédito en la tele: es la primera vez que dos hombres heterosexuales recrean un romance durante una canción. Parecerá una anécdota, pero no lo es. Chiara iba vestida con tan poca tela, en lo que parecía disfraz de Halloween de “slutty pistacho”, que Álex le tuvo que dejar su chaqueta durante las deliberaciones. “Eso del poliamor tiene que molar”, exclamó Manu Guix, porque él claramente es ese amigo que cuando conoce a una trieja les fríe a preguntas con la curiosidad de alguien a quien la deconstrucción del amor romántico le ha pillado mayor pero quiere saber cómo lo hacéis para, después de una docena de preguntas, suspirar: “Buah, yo sería incapaz”.
Lucas llevaba una camisa tan abierta que mostraba su tatuaje del pecho: los ojos de su novia. No somos del todo conscientes de que hay una mujer en España que cada vez que ve a su novio sin camiseta es como si se estuviera mirando en un espejo. Y ahora la audiencia de OT sabe no solo cómo es su mirada sino cómo lleva hechas las cejas (muy perfiladas). Igual Buika tiene razón: al principio de la noche, Martin y Juanjo sugirieron que nunca se está demasiado enamorado; al final de la noche, Lucas demostró que sí.
Masi apareció en el plató y, mientras Denna pedía un ibuprofeno en la green room, anunció que Ruslana es el nómada favorito, así que ella y sus bragas cruzaron la pasarela en una de las ediciones más impredecibles de la historia de OT. Cris Regatero hizo buena televisión en tres momentos: cuando pronunció una frase que vale para cualquier situación en la vida, “del Padam Padam también se sale”; cuando le soltó a Bea que por momentos no entendieron lo que había cantado (¿qué es esto, un roast?) y cuando fue el único miembro del jurado en no mencionar la zona de confort. Buika le insistió muchísimo a Paul que saliese de la suya. Pero qué manía con salir de la zona de confort. ¿Esta gente sabe lo difícil que es entrar en ella? El mundo entero ya es una zona de des-confort. ¿Acaso salir de ella les haría mejores artistas? Rosalía, C Tangana o Julio Iglesias han brillado más que nadie, precisamente, construyéndose su propia zona de confort y atrayendo hacia ella. Vivan las zonas de confort. Ojalá todo el mundo encontrase la suya.
La zona de confort de Carlos Rivera es, por lo visto, escucharse a sí mismo. Primero cantó ‘Para ti’, una balada que es el equivalente musical a tatuarse los ojos de tu novia en el pecho, y a continuación hizo unas valoraciones como jurado tan largas que hasta Buika acabó debilitada. Y encima cuando valora a Martin le dice que le encantó “el compañerismo” con Juanjo. Que alguien le explique a Carlos Rivera lo que es la homosexualidad. Claro que si después de dos horas en ese plató no la descubrió nunca lo hará.
Los nominados fueron Salma y Álex, lo cual confirma que si se va ella lo hará con una actuación antológica y si se va él lo hará con una actuación. Esta semana se batió el récord de votos, con 4’5 millones. 643.000 al día. La gala 4 fue la de la canción de los enamorados, pero fue también la que confirmó otro romance: el del público con esta edición. La audiencia ha decidido que sí, que se queda. Y como ocurre con el amor, nunca será tan emocionante con la primera vez. Pero joder, vale la pena intentarlo.
Galas Anteriores:
–Crónica de la Gala 3 de Operación Triunfo: Mariquita el último
–Crónica de la Gala 2 de Operación Triunfo: El Efecto Cepeda
–Crónica de la Gala 1 de Opetación Triunfo: Los Amigos de Mis Amigas son Mis Amigos