OT Gala 1: Los amigos de mis amigas son mis amigos

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OT Gala 1: Los amigos de mis amigas son mis amigos

Hay gente en España que piensa a menudo en OT. Algunos, demasiado a menudo. Pero cuando lo hacen rara vez recuerdan un momento de las galas 1. Muy pocas actuaciones de gala 1 forman parte del canon del programa. ‘Something Stupid’ de Sergio y Sandra en 2005, ‘One’ de Moritz y Saray en 2006, ‘Crazy’ de Chipper e Iván en 2008 y [pausa dramática] ‘No puedo vivir sin ti‘ de Aitana y Cepeda. Hay quien quizá recuerde a Álex y Geno cantando ‘I Just Can’t Stop Loving You’, pero sólo porque es lo más cerca que ha estado el prime time español de emitir una masturbación en directo.

No, las galas 1 nunca son memorables. Pero anoche Salma y Juanjo añadieron una obra de arte a esa escueta galería: la de ‘A tu vera’ es, quizá, la mejor actuación de gala 1 en las doce ediciones de OT. Y ese tipo de momentos son los que mantiene a la audiencia cautiva. Una audiencia que, después de 22 años, se sigue sentando a ver el programa con la esperanza de que en cualquier momento ocurra ese tipo de (y perdón por la cursilada) magia en sus televisores. Nadie quiere verlo en diferido. Por eso OT es el último programa que los millennials y la Generación Z ven en directo. Todos a la vez. Y todos con un ojo en Twitter.

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El Hematocrítico fue uno de los primeros tuiteros españoles en entender el potencial de Twitter para construir comunidad. Y uno de los que mejor uso le dio: siempre socarrón, nunca ofensivo. Él contribuyó a que la experiencia de ver la tele en el salón de tu casa se convirtiera en una ceremonia colectiva. Eso sí que es hacer país. El Hematocrítico inventó la palabra tróspido, el primer término acuñado en Twitter que saltó al léxico coloquial español, y lo hizo a propósito de un reality show. El Hematocrítico fue uno de los padres de Twitter en España y hoy, cada vez que coges el móvil para criticar el vestido que le han puesto a Suzete (y razones para hacerlo te sobran), estás recorriendo un camino que El Hematocrítico echó a andar cuando mucha gente todavía se preguntaba si Twitter se escribía con una T o con dos. Con dos. De Trending Topic. Anoche ocho Trending Topics nacionales fueron de OT, otro era Zendaya (?) y otro era #GraciasHemato.

Chenoa arrancó la noche vestida de regalo, que es exactamente lo que es. El lunes pasado hizo suyo el sofá y este lunes convirtió ese plató en su zorra. Quizá porque decidió apoyarse menos en el cue y más en los tarjetones (nadie espera que se sepa de memoria todo el guion, mejor no disimularlo) o quizá porque Chenoa es la misma perfeccionista que era en la academia hace 22 años. En cualquier caso, resulta imposible imaginar otro exconcursante de OT que pudiera hacer mejor esta labor. Incluso resulta difícil pensar en otro presentador capaz de conducir este mamotreto. En una gala y media, Chenoa ya es la segunda mejor presentadora que ha tenido el formato (y porque Roberto Leal se cayó de pequeño en una marmita de carisma).

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Primera tradición de OT: las grupales siempre son un desbarajuste. Los chavales cantaron ‘Libertad’ de Nil Moliner no como un coro de cantantes, sino como una pandilla de colegas medio borrachos en la feria. Una pandilla de chavales que se quiere un montón. En todas las ediciones anteriores, los concursantes se empeñaron en demostrar lo amigos que eran desde el primer casting. En OT 2023 simplemente se dedican a ser amigos. Por lo que sea (la intensidad de la experiencia, la ingenuidad que inexplicablemente tienen) esta gente se quiere de verdad. Y a lo largo de la gala quedará claro en varias ocasiones.

Como cuando Ruslana, después de sacar adelante una nota quebrada que no se cree ni ella, no puede contener la cara de “efectivamente no me lo creo ni yo”. Chenoa, que en vez de optar por un rol de madre ha preferido el de “tía enrollada que lleva cazadoras de cuero hasta con vestidos de Zara Trafa”, presentó Tiroteo como una canción “tierna y canalla”. Esto jugó en contra de Martin y Álex Márquez, porque no transmitieron ni una cosa ni la otra. La puesta en escena enseguida empezó a hacer de las suyas. Por alguna razón, Martin empezó a cantar tumbado en una mesa estrechísima junto a una rubia que, en vez de interactuar de manera sexy con él, se incorporó con cara de “¿Ves como Jack y Rose sí cabían en la tabla?”.

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Álex optó por la caída de ojos, Martin por el ceño fruncido, pero ambos parecían, más que dos tíos mirando en Tinder como dice la canción, dos niños a los que sus padres todavía no les dejan usar el móvil. La ropa enorme solo subrayaba su actitud infantil. Como si se hubieran disfrazado. Martin parecía que se había pintado el bigote para hacerse el canalla. Eran dos sad boys que iban a cámara lenta. Y encima, al terminar, se pusieron a contarle a la tita Chenoa todo sobre su ¿programa? Manito Manito con todo el entusiasmo y la euforia que su actuación no había tenido. Cuando se pusieron a imitar a los profesores, por cierto, evocaron a los mejores Bustamante y Álex de OT1. (Y esta es una mención al pasado más de las que hubo en toda la noche: tras usar la nostalgia para coger impulso en la gala 0, en la gala 1 sólo se habló del presente y del futuro).

Por suerte, Naiara y Álvaro Mayo iban a reanimar la noche. Empezar su versión de ‘Para no verte más’ con tono melancólico fue un acierto, porque realmente la letra de esa canción es devastadora. Pero nadie se ha dado cuenta nunca porque la gente está demasiado borracha cada vez que suena… y eso es exactamente lo que Naiara y Álvaro demostraron a continuación. La actuación no intentó que se cantasen esa letra de odio y desamor el uno al otro, sino que se comportaron como un muchacho gay y su mejor amiga (en tiempos de OT Telecinco me habría referido a ella como “mariliendres”), que están tristes porque les acaban de dejar sus novios. Hasta que, de repente, empieza la música y ella da un caderazo que significa: “Me he puesto todo lo que me ha llegado del Shein a la vez, me he tirado 40 minutos haciéndome los moñitos y la raya del ojo me ha quedado demasiado bien como para quedarnos en casa”.

Desde luego ella iba vestida como alguien que cree que “demasiado” es el nombre de la discoteca de Rafa Mora: llevaba un top de corazón, pendientes de corazón, botas de pantera y una minifalda de corazón tan corta que no debería agacharse, pero mientras estás leyendo esta frase ya se ha agachado tres veces. Es ella quien tira de él (y cualquier homosexual que tuviera una mariliendre en la época de OT Telecinco sabe que siempre era así) y, mientras Álvaro todavía andaba desgarbado, ella sobreactuaba por los dos. Cuando no está cantando, Naiara pone morritos como si estuviera permanentemente posando para un selfie imaginario. Cuando le toca cantar, se retira el pelo con un manotazo que parece decir: “Chocho, otro chupito”. Esa actuación no retrató lo que la letra cuenta, sino el efecto que esa canción tiene en las discotecas. Hay muchas actuaciones en OT, algunas buenas, otras malas, la mayoría de los concursantes cantan bien y tienen presencia, pero pocos alcanzan la alquimia de entender exactamente la canción que están cantando.

Y con este subidón, a ver cómo lo mantienen Bea y Suzete. Spoiler: no lo hacen. La puesta en escena de ‘Young Hearts Run Free’ las deja vendidas desde antes de que suene la música: llevan dos vestidos de lentejuelas dignos de una cantante de hotel de Tenerife (o de OT1) y están subidas en unas tarimas de tiras doradas que parecen fardos de paja si la paja pudiera ser no binaria. Ir vestidas a juego es el clavo en el ataúd: parecen el equipo nominado de un challenge de family resemblance en Rupaul’s Drag Race. Suzete intenta darlo todo pero desafina. Bea no arriesga y canta mejor. A Suzete se le nota la cara de preocupación cuando desafina. Bea canta con la certeza de que no va a desafinar. Suzete intenta ser una diva. Bea ha decidido que su personalidad durante esos tres minutos es “estar cachonda”. Ante cualquier desafío de la vida, todo ser humano debe elegir si es Suzete o Bea.

En la gala 0, Juanjo llevó un traje de chaqueta con un collar surfero. Anoche, optó de nuevo por un traje pero con un collar de cani como un dedo de gordo, que sugería “le voy a caer genial a tu madre pero sé dónde se hace el cruising en este pueblo”. Por si esta combinación no fuese inexplicable de por sí, ese look era para cantar ‘A tu vera’. En 2023 se cumple el centenario de Lola Flores y la actuación de Juanjo y Salma llevó a La Faraona aún más lejos si cabe: la acercó, aunque fuese por tres minutos, a una generación de espectadores que quizá no sepa quién es. Desde luego después de anoche el público sabe quiénes son Salma y Juanjo. No la cantaron como dos amantes, sino como dos compañeros que están enamorados de su canción. Cuando Juanjo alcanzó una nota imposible con “y eternamente a tu vera”, Salma sonrió sin poder disimular orgullo. Y esa sensación la puede entender cualquiera. Eso es OT. Salma dominó tanto la canción que parecía que la música era en directo y la iba siguiendo a ella, cuando en realidad era al revés. Parecía que ella mandaba. La recta final fue apoteósica y la cámara se desenfocó, un ¿fallo técnico? que sin embargo añadió dramatismo a la situación: es como si la cámara no pudiera soportar la intensidad de lo que está grabando.

Emparejar a Lucas y a Omar tiene sentido. Son los dos concursantes que más pinta tienen de decir “si la vida te da la espalda tócale el culo”. La energía de la actuación es “heterosexualidad alegre” (la visibilización importa) y Omar fluía más y estaba más a gusto (seguramente porque Omar esté a gusto el 99% del tiempo), mientras Lucas abusaba del recurso de abrir los brazos para dejar ver los ojos que tiene tatuados en el pecho (y que, sin duda, es capaz de pasar 20 minutos explicándote). Hubo una extraña falta de complicidad, como si ambos quisieran compartir escenario pero bajo ningún concepto hacer contacto visual porque al fin y al cabo esta sociedad patriarcal les ha educado para competir entre ellos. Al final, fue la actuación de dos colegas que, aunque son incapaces de decirse que se quieren, se lo demuestran cada vez que hablan sobre ‘Gladiator’.


Chenoa es esa tía enrollada que, además de llevar cazadoras de cuero hasta en verano (porque igual se lía, pero no quiere resfriarse), se declara fan de Kylie Minogue pero lo pronuncia “Quili”. Vamos, tu tía favorita. Violeta y Denna interpretaron a dos amigas que habían salido de fiesta “a darlo todo” y a “poner toda la carne en el asador” y “a quien no le guste que no mire”. Kylie hace que parezca fácil cantar sus canciones. Anoche Violeta y Denna demostraron que no lo es. Y mucho menos a dos armonías. El 14 de abril de 2008, también en una gala 1, Risto Mejide asesinó las carreras de Esther Aranda y Tania G. Y sus fantasmas se quedaron ahí deambulando en el escenario y esperando pacientemente el momento de su venganza durante 15 años. Anoche, por fin, les llegó la hora.

La actuación de Violeta y Denna no fue ni de lejos el despropósito que fue aquel ‘Las de la intuición’, pero por alguna extraña razón la sensación en cámara era la misma: esos tonos bajos, esas caras de preocupación sensual, esa huida hacia adelante. Con el añadido de un cuerpo de baile que demostró que la Crystal Connors de Showgirls se equivocaba: a veces, bailar sí es follar. Violeta y Denna acabaron salvando la actuación, porque ambas tienen madera de estrella, pero le dieron al público una lección: no debemos depositar expectativas desorbitadas en una actuación solo porque todos sus ingredientes nos encanten. Lo que hicieron Alba Reche y Natalia Lacunza con ‘Toxic’ fue un relámpago en una botella. Como también lo fue, por cierto, la excelente escenografía de rojo sobre rojo que les pusieron a Violeta y Denna.

“Kylie Minogue está orgullosa”, exclamó Chenoa, ahora sí pronunciando Caili, “Kylie está muy orgullosa”. Y lo hizo con tanta convicción que parecía que Kylie le había mandado personalmente un WhatsApp para decírselo. Chenoa dio paso a un vídeo de Nil Moliner contándoles a los chicos que tiene “muchas locuras técnicas”. Nil se refiere a que, cuando se le ocurre una idea para una canción, la graba en una nota de voz del iPhone. Si eso es una locura técnica, ¿qué pensará Nil de la sonda en Marte?

Paul y Chiara cantaron ‘El encuentro’ y se esforzaron demasiado en hacerlo bien, algo que a Alizzz y Amaia les da igual porque están demasiado ocupados ligando (y porque no están en un talent show). El decorado era una discoteca de neones y ladrillos que no existe en España porque, de hecho, solo existe en ‘¿Quién engañó a Roger Rabbit?’ Y aunque Chiara y Paul le pusieron intención, esta actuación fue un claro ejemplo de no haber entendido la canción. En un momento dado, Paul se da la vuelta, Chiara le abraza por detrás y él canta “Qué vamos a hacer” mirando al cielo con expresión de angustia. La canción no va de eso. La canción va de dos personas que cuando dicen “qué vamos a hacer” ya saben exactamente lo que van a hacer (follar). Las reinterpretaciones a veces funcionan (Naiara y Álvaro) y a veces no, pero merece la pena intentarlo siempre. Lo demás es karaoke.

Chenoa estaba pletórica porque como buena empollona es consciente cuando va a sacar un sobresaliente. De repente les gritó a los concursante “julai” sin explicar lo que significa. En cualquier caso, julais indeed. Antes de las valoraciones, Masi entró y empezó a hablar como si fuera un audio puesto a 1.5x, que es un ímpetu que sólo puede entender la gente que antes de salir a un plató ha escuchado las palabras “vamos fatal de tiempo, ¡sal!”.
La tradición más antigua de todas es que el jurado nunca es televisivo con contadas excepciones (Pilar Tabares, Risto Mejide, Mónica Naranjo), pero al menos Natalia Jiménez garantiza tuits. Ella empezó la noche hablando con acento mexicano, como si quiera demostrarles a Aitana y a Rosalía que ese truco lo inventó ella, y acabó dando sus veredictos aterrorizada por sus propias hojas de papel. En su defensa, es probable que Buika se las desordenase. Porque Buika no es una villana. Eso sería demasiado fácil. Buika es una agente del caos. Cada vez que un concursante no entiende si está nominado o no, las células de Buika se regeneran y ella se hace más fuerte. A Denna empezó diciéndole “Enhorabuena por tu actuación” para a continuación nominarla. A Lucas le dedicó un proverbio críptico: “Sería mejor que te apartes de lo que es este programa”. ¿Perdón? ¿En plan apartarse hasta tu casa? Lucas no solo estaba nominado, sino que encima tuvo que deducir que lo estaba. Y todo porque los cuatro miembros del jurado se comportaban como si hubieran hecho una apuesta de que el primero que dijese la palabra “nominar” invitaba a los cubatas. Pablo Rouss, por ejemplo, le dijo a Álex Márquez: “Por eso tenemos que… lo siento”.

Natalia Jiménez dijo “Ahora vamos a hablar todos con Álex” y Pablo le aclaró: “No, todos no, tú”. A esas alturas Natalia, tan nerviosa que de repente hablaba con el acento de donde nació (Madrid), optó por ignorar los papeles y dijo: “Mira Bea te voy a decir una cosa cruza la pasarela”. ¿Y sabéis lo que es eso? Eso es caos. Eso es un año más de vida para Buika.

Finalmente, los nominados fueron Suzete y Lucas. Pinta mal para el uruguayo, porque Suzete tiene demasiada energía de “estoy dispuesta a ir a todos los Orgullos durante el resto de mi vida no importa el tamaño del pueblo”. Pero (y es un gran pero) Lucas tiene una sola palabra que juega a su favor: Cepeda. Desde luego, anoche fue la noche de los fantasmas.

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