Desde que ‘Green Book’ (2018) y ‘CODA’ (2021) ganaron el premio a la mejor película, las «feel-good movies» cotizan alto en los Oscar. A ver quién se atreve en la actualidad a subestimar el poder de atracción que ejercen estos títulos entre los votantes de la Academia de Hollywood.
Es cierto que siempre ha habido ganadoras que buscaban desesperadamente dibujar una sonrisilla y mojar un poco las mejillas de los espectadores –‘Forrest Gump’, ‘Shakespeare in Love’, ‘Slumdog Millionaire’, ‘El discurso del rey’-, pero no utilizaban fórmulas narrativas tan convencionales, dulcificadas y repletas de clichés como el remake de ‘La familia Bélier’.
‘Los que se quedan’, nueva película del oscarizado Alexander Payne (‘Entre copas’, ‘A propósito de Schmidt’), es una «feel-good» en toda regla. Un melancólico cuento navideño a lo Frank Capra, donde desde el comienzo se sabe cuál va a ser su arco argumental y la evolución de sus solitarios personajes. Hay un profe cascarrabias a lo Mr. Scrooge, un alumno rebelde y deprimido deseando gritar “¡Oh capitán, mi capitán!” y una sarcástica cocinera afroamericana que sirve como contrapunto humorístico y ejemplo de resiliencia.
También hay frases recurrentes (en latín, que así parecen más importantes) estratégicamente distribuidas a lo largo del filme, un poco de crítica social (racial, de clases) y mucha nostalgia cinéfila. De hecho, la película no solo está ambientada en 1970 en un colegio pijo, sino realizada como si fuera de esa época, imitando su gramática y textura fotográfica, como un filme setentero de Hal Ashby o Mike Nichols, y con música de clásicos de la época como The Allman Brothers Band, Cat Stevens o The Temptations.
Sin embargo, a pesar de su previsibilidad y su sentimentalismo navideño, ‘Los que se quedan’ nunca cae en la sensiblería empalagosa y los discursos bienintencionados impostados. Es más humanista que sentimentalista, más bonita que ñoña. Una agradable comedia agridulce, con personajes bien dibujados e interpretados (Paul Giamatti y Da’Vine Joy Randolph ya pueden ir preparando el traje para los Oscar), tan convencional como efectiva. ¿Demasiado poco para lo que puede ofrecer el autor de las fabulosas ‘Los descendientes’ (2011) y ‘Nebraska’ (2013)? Seguramente.