Música

SPRINTS / Letter to Self

Lo último que hemos sabido de Savages es… que Jehnny Beth sale en ‘Anatomía de una caída‘ (y lo hace muy bien). Más que desarrollar una carrera regular, consistente y duradera, el grupo de rock alternativo ha sido una influencia en un siglo necesitado de referentes punk, guitarreros y reivindicativos, aunque sea de vez en cuando. La banda dublinesa SPRINTS está en esa línea. Se miran en gente como los Pixies y Siouxsie, saben quiénes son Bauhaus, hablan de Patti Smith pese a su juventud.

‘Letter to Self’ ya es, editado tan pronto como un 5 de enero, uno de los debuts más prometedores del año. Como dejando las ganas de revolucionar esquemas y estructuras para primavera o verano, SPRINTS nos hacen plantearnos más bien por qué a principios de 2024 tantísimas cuestiones planteadas en los tiempos del post-grunge continúan vigentes. Por qué sigue siendo común esa rabia interior. Por qué tenemos que aparentar que somos felices cuando el sistema no nos lo permite. Por qué hay que justificar cada decisión cuando la vida nos da tan pocas oportunidades.

La gran artífice de SPRINTS se llama Karla Chubb y asegura que ha escrito canciones como ‘Shadow of a Doubt’ por «puro egoísmo». Su intención era la de quitarse de encima «trauma, depresión, secuelas». Aquí no hay tiempo para la literatura ni para líos. Sus letras son extremadamente abiertas y sencillas. Desde luego no habrían sobrevivido a la crítica de aquellos señoros que tanto se reían de autoras directas y sencillas de los 90, mientras rendían pleitesía a rimas tipo «Feeling supersonic / give me gin and tonic». Pero los tiempos han cambiado. Y ‘Letter to Self’ da lo que quiere a un público víctima de sus inseguridades.

‘Ticking’ abre el álbum en un mar de dudas. ‘Cathedral’ habla de padres, madres, religión y abusadores. ‘A Wreck’, de autoestima. Una de las piezas principales, ‘Adore Adore Adore’, de una misoginia en la que muchas se verán retratadas («nunca me llaman «guapa» / solo dicen que estoy loca»).

Esta última canción la podría haber cantado la Courtney Love de ‘Violet‘. Cada vez que Karla Chubb dice eso de «do you adore me», rezarás para que vuelvan Hole. Aunque sea a un festival. Sleater-Kinney y Yeah Yeah Yeahs también pueden venir a la mente y, ya sin diferenciar sexos, también los Radiohead de ‘Pablo Honey’ o más recientemente, la habilidad para construir algo que suene poético con muy poco de Fontaines DC.

La base rítmica de ‘Ticking’, el modo en que ‘HEAVY’ se desata, el momento en que ‘Cathedral’ se convierte en un pogo… construyen el disco sin descanso. La melodía de ‘Can’t Get Enough of It’ hace honor a su nombre hablando de una «pesadilla viviente» y de la «imposibilidad de hablar». Mientras muchas de las composiciones se benefician de una estructura in crescendo, como ‘Up and Comer’ cuando el «diablo llama a la puerta», otras suenan desde el principio como esa canción que siempre te gustó tanto para sacar medio cuerpo por la ventana en tu propia road movie imaginaria (‘Literary Mind’).

‘Letter to Self’ se cierra con una canción homónima en la que Karla Chubb, que se declara queer, es decir, no está cantando necesariamente a un hombre, asegura: «te he dado todo, pero nunca eres feliz». No está claro si se dirige a una ex o a sí misma. Pero la pregunta del millón es si dentro de 30 años seguiremos buscando la «felicidad» de esta precisa manera. 60 años después de Kurt Cobain.

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Publicado por
Sebas E. Alonso
Tags: sprints