Si Delaporte fueran británicos, Radio 1 los pondría todo el rato. Habrían colocado 10 hits en el top 40, 3 en el top 10, y quizá habrían sido incluso número 1 con alguna colaboración. Serían algo así como Rudimental, Anne-Marie, Chase & Status. Y cada vez que les dieras por muertos, cada vez que pensaras que su momento pasó, resurgirían. Serían Rudimental, Anne-Marie, Chase & Status.
Como son residentes en España y en nuestras listas, salvo contadas excepciones, solo caben temas de ritmo latino, es difícil averiguar cuál es su posición. Pero sus streamings apuntan a varios discos de oro y parece que están en su mejor momento, a tenor de la rapidez con que han agotado una Riviera y han anunciado una segunda para presentar los temas de su nuevo disco, ‘Aquí y ahora’.
Quizá esos directos exhibidos en festivales, a medio camino entre la sesión y el live, han tenido mucho que ver con su crecimiento. Fueron shows post-pandémicos en los que interpretaban sus éxitos, claro, pero también incorporaban ajenos, daba igual si nacionales o internacionales, pop o indie. Ese dilema hace rato que forma parte del pasado. El Columpio Asesino, Madonna y The Prodigy eran algunos artistas a los que apelaban. ‘Aquí y ahora’, como buen sucesor del EP ‘Abril’ (2021), a veces también parece una sesión desatada, aunque su concepto sea diferente.
El nuevo disco de Delaporte parte de un desengaño amoroso. Coge el toro por los cuernos, se lanza con las amigas a las calles para recuperar el yo perdido, quiere «borrar a Disney de la cabeza», literalmente recuerda que un clavo saca otro clavo. Son canciones, como dicen las propias letras, para poner el «culo duro» en el gimnasio. En la portada, Sandra y Sergio aparecen radiantes, quizá colocados, quizá solo extasiados.
Y las producciones, con bien de bombo a negras, navegan entre el techno (‘El techno cura’ se llama una incluso, aunque es un piano house espídico, más bien), la EDM más zonza, o puntualmente otros estilos como el dubstep (‘No tengas miedo mi amor’, ‘No es el fin del mundo’). Antes de entregarse a los territorios de un David Guetta cualquiera, juro que ‘Peligro social’ era una producción indietrónica. En un mundo obsesionado con el house 90’s, de Beyoncé a Ariana Grande
, pasando por Aitana, Delaporte ofrecen más variedad.La reivindicación de lo cotidiano es tal que el disco empieza con Sandra mascando chicle. En otros puntos la oímos hablar o equivocarse, como acostumbra su amiga Rigoberta Bandini. El recurso del lenguaje coloquial llega a sus extremos en la algo trance ‘Fractal de coños’, un tema en el que Sandra recuerda que salió del coño de su madre, y esta del coño de su madre, y esta del coño de su madre. Es una canción tan borrica como pretendía serlo: dejemos que sean nuestras lectoras quienes opinen si revelación o timo.
Otros momentos apuestan por una belleza más clásica, como ‘Ángel caído’, el dúo con Alice Wonder, que habla sobre no apreciar lo que la vida nos trae y es real. En una aburrida historia de armonías y voces empastadas, en un momento de este tema una artista empieza una frase que termina la otra. El efecto es hermoso porque ambas han sentido lo mismo, así se mimetizan y Alice Wonder siempre pareció un ángel caído de todas formas.
Otro momento igualmente introspectivo sería ‘Los lobos’ (también con su momento subidón), temática que vuelve en la final ‘Besa’. Ahí Sandra demuestra que tiene una voz preciosa para exorcizar sentimientos, si bien es inevitable que ‘Aquí y ahora’ sea interpretado por su reivindicación de la pista de baile más salvaje como refugio. «Lo que hago es correr cuando ya no me soporto», confiesa ‘Peligro social’. «Muerte al que no me reviente el suelo», amenaza ‘Soy de aquí’.