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Jonathan Glazer incomoda en su perturbador acercamiento al holocausto, ‘La zona de interés’

Una nueva película de Jonathan Glazer es, a estas alturas, un acontecimiento. El cineasta de culto británico no se prodiga demasiado: ‘La zona de interés’ es tan solo su cuarto largometraje desde que debutara en el año 2000 con ‘Sexy Beast’, donde ya se intuía a un artista con una visión única.

Antes de eso, se dedicaba a la dirección de vídeos musicales, habiendo dirigido el mítico videoclip de ‘Karma Police’ de Radiohead, ‘Karmacoma’ de Massive Attack o ‘The Universal’ de Blur. Ahora, regresa a las salas de cine con la que es su primera película desde la controvertida ‘Under the Skin’ en 2013, la obra que lo catapultó definitivamente como una de las voces más singulares del cine de autor contemporáneo.

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‘La zona de interés’ viene precedida por el Gran Premio del Jurado en Cannes y de varios reconocimientos a lo largo de la temporada de premios. Aunque no por esto último uno debe esperar que Glazer haya realizado una película convencional, pues nada más lejos de la realidad. La cinta orbita sobre un concepto muy poderoso: el mal hecho rutina con la tragedia en permanente fuera de campo.

Ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, el foco está siempre en la familia de un comandante nazi que vive en una amplia casa con jardín a escasos metros del campo de concentración de Auschwitz. Todo lo que buscan es seguir teniendo una vida de ensueño, completamente ajenos e imperturbables ante el horror que les rodea.

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Lo que el cineasta plantea, adaptando la novela homónima de Martin Amis, es una disección del mal desde dentro y sin mostrar nunca la brutalidad de manera directa. El filme jamás abandona a la familia de alemanes ni muestra a ningún personaje judío. En cambio, el recurso que utiliza Glazer para representar el horror es el diseño de sonido. Un apartado que merece todos los elogios posibles ya que, junto al siempre impactante trabajo visual del británico, construye una atmósfera absolutamente perturbadora e incómoda. Parte del mérito también es de Mica Levi y su extraordinaria banda sonora, que aquí brilla con luz propia como ya lo hizo en ‘Under the Skin’.

‘La zona de interés’ comienza con un largo plano en negro donde se escucha la inquietante música de la artista para acabar fundiéndose con el idílico sonido de los pájaros y la naturaleza. La pesadilla siempre está sobrevolando en el ambiente y aunque no la veamos, la oímos y la sentimos. Tal es la rigurosidad del concepto y de la puesta en escena de Glazer que en ocasiones acaba jugando en su contra, ya que tiende a estancarse discursivamente de manera frustrante. La pretendida frialdad de la propuesta acaba por resultar ligeramente encorsetada, y se vuelve algo unidimensional en su evidente juego de complicidad con el espectador.

No obstante, la película está plagada de ideas poderosas y de decisiones formales estimulantes. Es una obra seria, perturbadora y valiente a la hora de tomar riesgos narrativos, como en esa suerte de epílogo que, si en un principio genera desconcierto, después lo compensa integrándolo perfectamente con una idea tan simple como brillante. Glazer sigue sin intención de hacer cine para todos los públicos, y gracias a ello nos regala cintas como esta, que aun lejos de ser perfecta, da pie a inagotables reflexiones y debates.

Una nueva película de Jonathan Glazer es, a estas alturas, un acontecimiento. El cineasta de culto británico no se prodiga demasiado: ‘La zona de interés’ es tan solo su cuarto largometraje desde que debutara en el año 2000 con ‘Sexy Beast’, donde ya se...Jonathan Glazer incomoda en su perturbador acercamiento al holocausto, 'La zona de interés'