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‘Pobres criaturas’: Emma Stone corre hacia el Oscar vestida de novia de Frankenstein

Cuando Yorgos Lanthimos encontró al guionista Tony McNamara (‘Cruella’) las puertas de Hollywood se le abrieron de par en par a través de un inesperado anfitrión: Disney. De repente ese griego chiflado, cabeza visible del “nuevo cine raro griego” (Greek Weird Wave), que coleccionaba premios en Cannes con sus sátiras siniestras llenas de humor esquinado, comenzó a acumular nominaciones a los Oscar (10 con ‘La favorita’ y 11 con ‘Pobres criaturas’) y dinero en taquilla (de los 6 millones de ‘El sacrificio de un ciervo sagrado’ a los casi 100 de ‘La favorita’).

¿Se ha perdido algo de su personalísimo sello autoral por el camino? La sensación es que algo sí, por lo menos en cuanto a la profundidad psicológica, riqueza simbólica y capacidad subversiva de sus historias. Pero, a cambio, ha crecido un cineasta. El dominio y la creatividad en la puesta en escena que muestra Lanthimos en ‘Pobres criaturas’ son apabullantes, sobre todo por el contraste con la geométrica y bressoniana gramática de sus inicios.

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La película es un prodigio de inventiva visual. El director refleja la transformación de la protagonista (una sensacional Emma Stone), su proceso de emancipación, su viaje hacia la liberación (sexual) de las cadenas del patriarcado victoriano, por medio de un formidable despliegue de recursos estilísticos: el uso de lentes deformantes, los juegos con el blanco y negro y el color, la utilización de decorados barrocos y fantasiosos (muy fellinianos), las trasformaciones de la vestimenta (el diseño artístico es una maravilla)… Sin olvidar la música deliciosamente extravagante del primerizo Jerskin Fendrix, que conecta muy bien con el espíritu rebelde y vibrante del personaje de Bella.

Todo este armazón audiovisual, con mucha estética steampunk, le sirve a Lanthimos para ilustrar la novela más célebre de Alasdair Gray. Un cuento neogótico, parábola feminista (el deseo sexual como fuerza revolucionaria) y fábula socialista (este aspecto ha sido reducido en la adaptación a apenas una mención de pasada), que acaba de ser reeditado por Libros Walden.

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La relectura posmoderna que realiza Gray alrededor del mito de Frankenstein, llena de sorprendentes piruetas narrativas, está fantásticamente trasladada por el director griego. Una mezcla enormemente sugestiva de los códigos del cine de terror (la decisión de convertir al científico interpretado por Dafoe en doctor Moreau, Frankenstein y monstruo a la vez es fabulosa), la imaginería felliniana (estéticamente le debe mucho a ‘Y la nave va’) y de Terry Gilliam, el feminismo libertario (atención al personaje de Hanna Schygulla, la musa de Fassbinder), la comedia sexual y hasta el ‘Cándido’, de Voltaire.

La próxima película de Lanthimos, ‘Kind of Kindness’, de nuevo producida por Disney y otra vez con Emma Stone y Willem Dafoe como protagonistas, promete despejar las dudas planteadas en el segundo párrafo: el director recupera a Efthymis Filippou, su guionista habitual. ¿Funcionará la mezcla o será una unión “frankensteniana”, llena de costurones, entre Hollywood y el cine “raro” griego?

Ganges / SORA

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