El olfato de Elefant Records no debería sorprender a nadie a estas alturas. Pero, en cierto modo, es sorprendente. Porque no deja de ser inaudito que un sello que demuestra tanto cariño y esmero por la música y los artistas siga, no solo activo y acogiendo nuevos álbumes de sus músicos, sino descubriendo nuevos talentos que pueden medirse de tú a tú con esas bandas insignia. Y ese es el caso de Pipiolas. Adriana Ubani y Paula Reyes se conocieron en la RESAD de Madrid (Adriana es de Las Palmas; Paula, de Alcorcón) y, tras terminar sus estudios, decidieron hacer caso a las personas que decían que sus voces pegaban (gracias, personas), y fueron llamando la atención con ‘Narciso’ o ‘Club de los 27’. Ya dentro de Elefant publicaron el EP ‘El verano que me debes’ (guiño a ‘Narciso’) y, terminando 2023, daban el salto al largo con ‘No hay un Dios’.
No encontraréis en este largo las canciones del EP, ni tampoco ‘La Niña Bonita’, la maravillosa colaboración con Rigoberta Bandini que se publicó después del disco, pero no hace falta: el dúo se las apaña para arreglar una estupenda colección de temas compuestos en su mayoría por Paula (Adriana interviene en la composición de ‘San Peter’), y producidos junto a Vau Boy. En el directo se les unen Philip Sauerwald a la guitarra, Marina Hurtado en el bajo, y Álvaro Ángel en la batería.
Aunque abra con el simpático spoken word de ‘Preludio’, ‘No hay un Dios’ podría empezar perfectamente por el tema que lo cierra, titulado igual que el disco y que muestra -como ninguno otro- lo que vamos a encontrar en el álbum. Porque en menos de dos minutos vemos un ejemplo de la mezcla de estados de ánimo, géneros y letras (intensitas o juguetonas dependiendo del momento) que hemos ido escuchando durante todo el tracklist. ‘No hay un Dios’ (canción) es la conclusión a la que llegan después del viaje que hacen a lo largo de los 13 cortes anteriores, un viaje en el que llegan a recordar a clásicos del sello como La Casa Azul, La Bien Querida, Vainica Doble o incluso Family. Y ojo, porque ellas citan como influencias a Mecano, Alvvays y el techno, y también tiene todo el sentido.
‘Pero pero pero’ es como una canción de Cecilia con sintes ochenteros, ‘Baby’ empieza como bedroom pop pero el estribillo es un cruce entre Miranda! y Miss Caffeina, ‘Bailas o Qué’ es una de las que más relacionaríamos con La Casa Azul (aunque el mayor paralelismo es el de ‘La Niña Bonita’ con ‘Terry, Peter y Yo’), y un elegante electropop a lo CHVRCHES inunda ‘Semana del Mono’ o ‘Pogo en casa’. Lo bueno es que Pipiolas consiguen recordar a unos y otros y, a la vez, diferenciarse y comenzar a crear un sello propio.
Un sello en el que, además, lo mismo meten en medio una versión de Aute (‘Albanta’), momentazos como el outro de ‘Cuando me muera’, pinceladas de humor sobre todo en ‘San Pedro’ (“quieres entrar en el cielo pero mientes hasta a tu mamá”) y ‘No soy un XoXo’, y letras que ya quisieran muchos en un álbum de debut. Es el caso de sus tres mejores cortes: ‘Romancero propio’, ‘Pogo en casa’ o la colaboración con Ginebras ‘Todas las horas‘ (“le pediré al cielo / un poco de tiempo / para aprender a medir todas las horas / de otra forma muy distinta a cuando me miras / y dejas de hacerlo”). ‘Romancero propio’, por ejemplo, te cuenta que “no me quiero ni comprendo cuando me miro al espejo, solo quiero diazepam” mientras la música te dice que estás en una rave, y antes de que se reciten unos versos mucho más lorquianos que la serie ‘Romancero‘.
“Como generación hemos pasado de idealizar lo romántico y depender excesivamente a confundir el autocuidado con ser unos egoístas y unos narcisistas, nos hemos ido al otro extremo con las relaciones líquidas de mierda (…) me alejo tanto del concepto de amor romántico que no soy capaz de crear un vínculo y de ver que también necesito depender de alguien de forma sana para sobrevivir en este mundo”, comentaban hace poco en MondoSonoro, y la honestidad en sus entrevistas se traslada a sus letras. Porque ‘Pogo en casa’, que tiene una de las mejores opening lines para un disco que hayamos escuchado recientemente (“por qué estamos todos de fiesta si lo que estamos es todos tristes”), centra su mensaje en el precioso “me da miedo morir sin saber / qué es lo que se siente / cuando algo es más grande que tú / y además no duele”. ‘Pogo en casa’ es un temazo electropop que adivinamos también excelente si les da por reducirla a formato acústico, como sorpresa dentro del concierto que dan este 9 de febrero en Sala Paqui. En cualquier caso, será la oportunidad para ver la presentación en directo del que es probablemente uno de los debuts nacionales más interesantes de los últimos años.