Con la tontería, Jessica Pratt se ha convertido en un pequeño icono del folk de nuestro tiempo. Residente de Los Ángeles, Pratt ha cultivado un sonido intimista y onírico, ha firmado clásicos como ‘This Time Around’ u ‘On Your Own Love Again’, ha puesto en el mapa una de las voces más peculiares del pop actual y ha conquistado a superestrellas como Troye Sivan, que la ha sampleado en su último disco.
Este es el escenario en que se publica ‘Here in the Pitch’. El nuevo álbum de Jessica Pratt -el cuarto en total- supuestamente es más “terrenal” y “presente” que el anterior, ‘Quiet Signs’, un disco -según la nota de prensa-, al contrario que aquel, más etéreo e “ingrávido”. Lo cierto es que, los dos discos, que han sido producidos por la misma persona, Al Carlson, no son tan diferentes. Y eso que el primer single, ‘Life Is’, anticipaba lo contrario.
Los redobles y goteos de piano de ‘Life Is’ llevaban a Pratt a los sesenta psicodélicos de Jefferson Airplane y Mamas and the Papas, sin perder de vista la sensibilidad tan “hauntológica” de su autora. Dedicada a los misterios de la vida, ‘Life Is’ evoca el “lado oscuro” de la era hippie y es, por sonido, una canción excepcional en el repertorio de Jessica Pratt. Habría sido grato que más canciones de ‘Here in the Pitch’ siguieran su pauta, pero no es el caso.
En su lugar, Jessica Pratt tira del hilo de ese folk taciturno que ya exploraba en su trabajo interior y, sobre todo, ahonda más que nunca en los misterios de la bossa nova. En ‘Better Hate’ “aguarda tiernamente un amor” esculpiendo una melodía que vale oro. La influencia de la bossa es tan obvia en ‘By Hook or By Crook’ que es fácil imaginar a Julie London cantándola. También en la oscuridad.
Porque la atmósfera de ‘Here in the Pitch’ es de solitud absoluta. Quienes están “aquí” presentes son Pratt y la noche. Las percusiones emergen sutiles, casi imperceptibles, en ‘Better Hate’ o ‘The Last Year’, se pueden sumar tímidamente vientos metales aquí y allá, pero la base de las canciones es principalmente acústica. Desde esas coordenadas Pratt suma un nuevo clásico a su repertorio llamado ‘World on a String’, otra canción de Pratt preocupada por el paso del tiempo y la trascendencia que, irónicamente, logra detener el presente. Pero la noche, a Pratt, puede cegarle un poco.
En ‘Nowhere it Was’ la oscuridad es total y absoluta. Apenas un suave órgano acompaña a Pratt en una travesía que se presume sin dirección clara. Es uno de esos momentos que, en un disco tan corto, hacen que el conjunto sepa a poco. ‘Glances’, un interludio dentro de un disco de apenas nueve pistas, contribuye a esta sensación. Y, aunque la melodía de la fantasmal ‘Empires Never Know’ es de las más bonitas del disco, casi propia de Carole King, como canción no parece tan desarrollada como debería.
A medida que ‘Here in the Pitch’ avanza y el sonido de ‘Life Is’ queda completamente relegado a esa pista inicial, el nuevo disco de Jessica Pratt termina pareciendo más una extensión del anterior, que una obra con una entidad igual de propia. Sin embargo, con melodías tan bellas como la de ‘Get Your Head Out’ o, sobre todo, ‘The Last Year’, la pista de cierre, tan clásica en el mejor de los sentidos, Pratt sigue dándonos lo que, en el fondo, queremos.