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Anohni and the Johnsons: «J.K. Rowling no es mi enemiga, lo es el patriarcado»

Anohni Hegarty ha sido una de las voces indispensables del pop sobre todo desde la edición en 2005 de su segundo disco, ‘I Am a Bird Now‘. Ganador del Mercury Prize, contenía la devastadora balada ‘Hope There’s Someone’ y, sobre todo, una serie de preciosas canciones como ‘For Today I Am a Boy’ o ‘You Are My Sister’ que acercaban a un nuevo público a la realidad de la diversidad sexual y de género. También a la realidad de la transexualidad. En su portada, una Candy Darling en su lecho de muerte observaba al oyente de manera fija y penetrante: esquivar nuestra mirada de la suya era imposible.

En el tiempo que ha pasado desde entonces -casi veinte años- Anohni ha publicado otros discos, como ‘Swanlights‘ (2010), ha colaborado con Björk o Lou Reed, ha enarbolado uno de los discursos ecologistas más visibles del pop actual, ha sido nominada al Óscar y ha denunciado el colapso medioambiental en un combativo álbum electrónico co-producido junto a Oneohtrix Point Never, ‘Hopelessness’, firmado en solitario y que, publicado en 2016, hablaba de drones bomba, de temperaturas insoportables y de crisis, y señalaba a ‘Obama’ por su rol en las guerras contra Oriente Medio.

Ocho años después, cuando el regreso de Anohni and the Johnsons parecía improbable, Anohni ha recuperado a su banda mítica -cuyo nombre se inspira en Marsha P. Johnson- y ha publicado uno de los mejores discos de su carrera. En ‘My Back Was a Bridge for You to Cross‘ los temas sobre transexualidad y ecología siguen presentes, pero el envoltorio es más accesible que nunca. En el momento que redacto este párrafo, se anuncia un single sorpresa, ‘Breaking‘, que sale el 11 de junio. Anohni presentará ‘My Back was a Bridge for You to Cross’ en España en unos días: el 18 de junio estará en el Noches del Botánico de Madrid y el 20 de junio en el Kursaal de San Sebastián.

Anohni nos atiende vía Zoom para hablar sobre estos temas y más. Una primera llamada se corta a la media hora, pero no anticipo que la segunda se va a alargar lo mismo: el resultado es una hora de conversación con Anohni transcrita prácticamente de manera íntegra: tan interesante es todo lo que tiene que decir, que no merece la pena borrar una sola coma.

¿Qué tal se está hoy en Nueva York?
Hace un día bonito, llueve un poco.

Tu disco está en el Anuario 2023 de JENESAISPOP.
¡Maravilloso!

Te planteaste no volver a hacer música. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
Ha sido una evolución lenta, que viene de una suma de cosas. Acabo de emerger de un periodo de introspección. La oportunidad que se me da de cantar, no quería darla por sentada. Siento una inmensa gratitud por poder dedicarme a lo que me dedico. Volver a hacer música también me lo he tomado como un reto personal. Y he tenido la suerte de trabajar con un productor (Jimmy Hogarth) que realmente me inspira. De ahí ha salido un nuevo disco y la oportunidad de salir de gira casi ha venido sola. Llevo siete años sin girar, que es el tiempo que ha pasado desde la gira de ‘Hopelessness’, y estoy muy emocionada de volver a hacerlo; la banda es increíble, ha sido una alegría enorme volver a trabajar con músicos de directo. Tengo mucha curiosidad por averiguar lo que voy a sentir al interactuar de nuevo con el público. Soy una persona tímida y la idea de volverme a subir a un escenario después de tantos años, me llena de emoción.

¿A Jimmy Hogarth te ha unido su amor por el soul?
Howarth es el productor de un disco que me encanta, de Duffy (se refiere a ‘Rockferry’). Me encanta la voz de Duffy. Empezamos a hablar y congeniamos. Él proviene de Escocia y yo de Reino Unido, los dos venimos de regiones remotas de esos lugares, y eso nos ha unido. Howarth tiene una carrera de colaboraciones muy interesante, y su manera de trabajar en el estudio es maravillosa. Trabajando con él me he sentido muy apoyada, y sin él probablemente no habría escrito algunas de las canciones del disco.

En el nuevo disco conservas la frescura de las primeras grabaciones y te apoyas en la improvisación. ¿Cómo llegas ahí?
Es una combinación de improvisación y de un trabajo por otro lado muy minucioso y considerado. Cuando trabajas en el estudio sientes que estás intentando atrapar una mariposa o un animal salvaje: si controlas demasiado la grabación, robas su espíritu. Tiene que conservar cierta sensación de frescura, de novedad, que la canción te asalte desde la primera escucha. De ese lado la composición ha sido improvisada. En ciertos casos hemos estructurado las canciones de manera rápida y las hemos grabado en el momento. Eso me ha permitido grabar vocales que después en la edición he configurado en estructuras que me han dejado más satisfecha.

¿Ha sido importante para ti que el mensaje de las canciones fuera especialmente accesible esta vez?
Mi último disco (‘Hopelessness’) era electrónico y era muy intenso, muy combativo y político. En este disco pongo los mismos temas sobre la mesa, pero desde un sentimiento de ternura.

Cuando leí el título de ‘My Back Was a Bridge for You to Cross’ lo entendí desde un sentido negativo, acusatorio, de denuncia a quienes han “pisado” a otros para llegar al éxito, pero, acorde con tu explicación, es positivo, tú lo concibes como un homenaje a quienes allanaron el camino.
El título habla de la manera en que el cambio social y la información cultural viajan a través de las generaciones. Muchos artistas cargamos con historias del pasado y como mensajeros las transmitimos a nuestra familia -elegida o no-, a nuestra comunidad o a la sociedad en general. Es la historia de mi vida, la de traer a la palestra temas que antes no habían formado parte de la conciencia social, y protegerlos, custodiarlos, hasta que finalmente la sociedad esté preparada para aceptarlos. Estoy pensando sobre todo en la historia de Marsha P. Johnson, y también en el tema del ecocidio, un problema que está sucediendo en este mismo instante. Son dos temas que me preocupan desde que tengo veinte años y que han formado parte de mi trabajo desde siempre, pero que no han estado presentes en la conciencia popular hasta hace poco. Siento que, en parte, mi función en esta vida ha sido rescatar estos temas de la oscuridad y traerlos a la luz.

Pero no soy la única: mucha gente antes que yo ha hecho lo mismo. Algunos de mis profesores, cuando estudiaba en Nueva York a finales de los años 80, me contaban historias que, a la postre, cambiaron el rumbo de mi vida. De Marsha P. Johnson supe inicialmente gracias a que otras drag queens de la ciudad me hablaron de ella. A Marsha se la veneraba en vida, para muchos era una santa. Las reinas hablaban de ella con muchísimo respeto y, gracias a que me hablaron de ella, yo misma la busqué para conocerla. En mi comunidad ese respeto a Marsha se había fomentado de tal manera que en mi imaginación ya era una figura importante. Ahora, la historia de Marsha P. Johnson se conoce en el mundo entero; Marsha se ha convertido en una especie de Rosa Parks para la comunidad queer, a pesar de que en vida fue una persona sin hogar y sin recursos económicos, además de una activista bastante ignorada en general. Con esto quiero decir que a veces una serie de pequeños gestos que realizas en tu vida, sin que lo esperes, tienen un efecto en el futuro, décadas después. Es imposible anticipar hasta qué punto esto puede suceder.

Lo mismo puedo decir de canciones que escribí con 20 años y que 25 años después he cantado acompañada de orquestas sinfónicas. Es fuerte para mí pensar en el origen de estas canciones -tan humilde- y comprobar después dónde han llegado. Para mí no tiene sentido, es casi una cosa mística.

¿A qué canciones te refieres?
Por ejemplo, ‘Cripple and the Starfish’, ‘Rapture’, ’River of Sorrow’… canciones que escribí cuando tenía 20 o 21 años y trabajaba en antros nocturnos de Nueva York. De hecho, ‘River of Sorrow’ está inspirada en Marsha P. Johnson, la escribí meses después de que muriera. Es una canción que tengo ganas de cantar en esta nueva gira de conciertos, porque ahora la gente tiene una noción de quién era ella. Llevo años contando la historia de Marsha, pero ahora es diferente porque el público conoce su historia o, al menos, una parte de ella. Por eso también Marsha aparece en la portada del disco: quería cerrar un círculo y mostrar mi gratitud hacia ella y hacia el camino que hemos caminado juntas: el nombre de mi banda es por ella.

La conociste brevemente, ¿verdad? ¿Qué recuerdas de ese encuentro?
La conocí cuando era estudiante, como fan. Solía ver a Marsha en la calle pero solo me atreví una vez a hablar con ella. Era una persona muy cariñosa. Yo digo que era como Jesucristo en mujer. Era efusiva, cálida, extrovertida. La conocí unos días antes de que muriera, en el Orgullo; murió la semana siguiente.

¿Has visto los documentales que se han hecho sobre Marsha?
Yo misma participé en el primer documental que se hizo sobre ella, ‘The Life and Times of Marsha P. Johnson’ (2012). Está en Youtube y, en mi opinión, es el mejor, porque se compone de entrevistas a Marsha y a sus amigos. Seguramente es el documental sobre ella más fiel a su historia. El hombre que rodó el documental, Michael Kasino, lo hizo sin ánimo de lucro, por ofrecer un servicio público. Y siento que esta manera de abordar su historia hace justicia a Marsha y a cómo ella vivía su vida. Participé en el documental componiendo la banda sonora y también ayudé a Kasino a transferir algunas cintas que había grabado. Es mucho mejor que el documental de Netflix y mucho mejor que Wikipedia, donde hay mucha desinformación sobre ella que la gente sigue dando por válida.

«Lo que sucede es la continuación de un genocidio contra las personas trans femeninas que se lleva dando sin prisa pero sin pausa desde hace siglos»

Hace poco publicaste dos versiones, de ‘It’s All Over, Baby Blue’ de Bob Dylan, y ‘Be My Husband’ de Nina Simone. Rosalía compartió la primera en sus stories. ¿Qué significan estas dos canciones para ti y por qué has decidido grabarlas?
Mi atracción hacia ‘It’s All Over, Baby Blue’ es intuitiva. Es una canción que nunca he cantado en directo pero que hace años me apeteció grabar. Por contra, ‘Be My Husband’ es una canción muy importante para mí que he cantado mucho en mis conciertos, sobre todo antes de la salida de ‘I Am a Bird Now’. Para mí cantar ‘Be My Husband’ significa recordar al público que Nina Simone es una de las artistas que me han formado, su voz y su sabiduría me han enseñado mucho.

Por otro lado, que yo como persona trans femme cante esta canción, le da una dimensión diferente. En los últimos años se ha dado en la esfera pública una presión política muy importante para dividir y conquistar algunas voces feministas usando los cuerpos de las personas trans femme como chivo expiatorio. Es una presión que procede de un sector minoritario pero muy agresivo, que se ha propuesto confundir a la gente, en especial a las mujeres feministas, para convencerlas de que voten contra sus propios intereses. Cuando a la gente se le ocurre pensar que la presencia de personas trans o gay en la familia, en la iglesia, o en su comunidad, es un problema, se abre a tener una debate que les distrae de lo que realmente está ocurriendo. Si la gente puede descargar su ira en el lugar equivocado, lo hará y seguirá con su vida sabiendo que vive dentro de un sistema intolerante. Sucedía lo mismo en los coliseos romanos: hace siglos que a las personas trans se nos usa de esta manera, sobre todo por parte de las teologías Abrahámicas y de la Iglesia Católica; este problema tiene 2.000 años, no es nuevo. Cuando los ingleses y los españoles llegaron a las Américas en el siglo XV lo primero que hicieron fue desmembrar a los indígenas dos espíritu y dar sus restos a comer a los perros. Esto se sabe porque existen testimonios tallados en madera de estos primeros encuentros con los nativos. La razón por la que hacían esto es porque en Europa ya lo habían hecho primero, ya habían quemado a las brujas y ejecutado a las personas trans, y estoy segura de que lo hicieron antes muchas otras veces a lo largo de los siglos.

Cuando los europeos llegaron a las Américas trajeron consigo un profundo odio a la expresión trans y a la expresión femenina, y un odio también a la noción de que los cuerpos femeninos les conectarán más profundamente con la tierra. Esta ha sido la campaña de la Iglesia Católica desde hace dos milenios; despersonalizarnos, robarnos los cuerpos e intentar convencernos de que no pertenecemos a este lugar, que no venimos de la tierra, que nuestro destino no está aquí sino en otra parte, en un mundo imaginario, una especie de éter blanco que nos devolverá a Dios y nos aliviará de la carga de ser parte del voluptuoso cuerpo de la creación femenina. Es una guerra patriarcal que se lleva dando milenios, no solo desde el cristianismo sino también desde la hermandad entre las religiones Abrahámicas. Las personas trans femme siempre terminamos atrapadas en esta encrucijada, porque somos el tipo de cuerpo visiblemente más desechable, dentro de una sociedad patriarcal y brutal que tolera unos cuerpos, pero no otros.

En redes personas tan influyentes como J.K. Rowling se dedican a propagar mentiras sobre las personas trans. ¿Les hacemos demasiado caso a estas celebridades? ¿Debemos dirigir nuestro activismo a influir en el voto, por ejemplo?
Me parece una tragedia que J.K Rowling, y otras mujeres, hagan campaña en contra de las personas trans porque es un comportamiento profundamente anti-femenino y que actúa en contra de las mujeres en general. Las chavalas trans que durante años han soportado odio solo por defender su expresión, no son otra cosa que aliadas de las mujeres. Esto solo demuestra que las fuerzas patriarcales están consiguiendo de manera muy efectiva conquistar las voces femeninas y de las mujeres. Me da mucha pena que todas estas mujeres hayan olvidado que las trans femme somos las mismas personas que jugaban con ellas en el colegio y a las que confiaban todos sus secretos. Éramos sus aliadas y sus mejores amigas, además de sus mayores defensoras. Esta situación me rompe el corazón, pero tampoco me sorprende porque es a lo que ha estado llevando toda la propaganda y desinformación que se está dando (en redes y medios). Otra vez se nos usa a las trans para manipular a la gente y hacer que vote en contra de sus propios intereses. Es la misma historia de siempre. Como he dicho, existen pruebas de que esto mismo sucedía en los 1.400; quiero decir, las mismas personas que asesinaban a las personas trans, lo contaban en sus libros. Esta idea de que lo que está sucediendo responde a una “provocación” nueva, porque supuestamente las personas trans antes no existían, es una mentira. Lo que está sucediendo es la continuación de un genocidio contra las personas trans femeninas que se lleva dando sin prisa pero sin pausa desde hace siglos. Un genocidio que siempre ha venido de la mano, por cierto, de una intención de esclavizar a las mujeres. Allá donde a las personas trans se les arrebata la vida o se les usa de chivo expiatorio, puedes estar seguro de que las mujeres están sufriendo y están siendo oprimidas. Y J.K. Rowling puede ser una mujer poderosa, pero también lo era Margaret Thatcher. Ellas también viven o han vivido dentro de sociedades donde las mujeres han sufrido o han asumido que la igualdad es imposible. O en sociedades que han sucumbido a la idea de que siempre una mayoría de hombres gobernará y tomará decisiones en nuestro nombre, representando a nuestra especie; aunque esto signifique tirarse por un barranco.

En su último vídeo, la YouTuber ContraPoints compara la historia de J.K. Rowling con la de Anita Bryant, una mujer homófoba que hizo campaña contra los gays en los 80.
Mi enemiga no es J.K. Rowling. A nadie se le ocurriría afirmar que la mayor amenaza de nuestras sociedades es la feminidad. En todo caso es la hipermasculinidad. En las películas de ‘Harry Potter’ Voldemort es un personaje afeminado. Por alguna razón, Rowling se ha convencido a sí misma de que la androginia es una amenaza mayor para nuestra sociedad que la masculinidad, y eso me parece trágico, sobre todo teniendo en cuenta las maneras en que ella como mujer ha sufrido.

«El éxodo de la biodiversidad que está sucediendo ahora mismo es tremendo, es como el 11-S de la naturaleza»

Me da la impresión de que últimamente se ha puesto de moda entre algunos artistas apropiarse de un vocabulario vinculado al activismo, afirmando cosas como que la “alegría es una forma de resistencia” o apelando a un “optimismo radical”. Evidentemente dentro del activismo el autocuidado es importante, necesario incluso, pero me da la sensación de que se disfraza de activismo algo que no lo es. ¿Tú qué opinas?
Yo me enfocaría en la resiliencia y no tanto en la alegría. Debemos tratar de mantenernos enteros sobre todo cuando reconocemos nuestra propia complicidad en el sistema y en las crisis a las que nos enfrentamos como consumidores del primer mundo; somos nosotros quienes salimos más beneficiados de un sistema que incurre en un daño horrible a otros. Como estadounidense que paga sus impuestos, soy cómplice; como músico que viaja por el mundo, soy cómplice; como persona que se ha criado en la burbuja puritana de los 70 y 80, soy cómplice porque he crecido sin conocer la histórica relación que Estados Unidos tiene con muchos sufrimientos que se dan en el mundo. Soy cómplice de los legados de colonialismo, esclavitud y de extracción de riquezas que se llevan dando siglos. Creo que hay que ser fuerte para entender todo esto y que no te derrumbe por completo. Por supuesto uno tiene que se compasivo consigo mismo, mantener cierto sentido del humor, rodearse de amigos; pero decir que la alegría es una forma de activismo, solo te permite descargarte del duro trabajo que conlleva el verdadero activismo. Cuando estás contento quizá no estás viendo el mundo como es en realidad, y es una realidad muy dura. Estamos ante una situación sin precedentes en la historia de nuestra especie. Nunca ha sido tan evidente como ahora la enorme capacidad que tenemos los seres humanos de destruirnos a nosotros mismos. Y la manera en que estamos ignorando nuestra responsabilidad de cuidar la biosfera, se recordará en el futuro durante milenios. Nuestro asalto a la biología es una tragedia. No sé si somos ya capaces de arreglar la situación visto lo visto. Entonces, no sé mucho sobre gente que vive en burbujas de felicidad. Creo que la gente en su vida personal debe aspirar a ser feliz, a tener cariño en su vida, a estar cómodo, y atesorar el mínimo contacto con la biodiversidad que pueda tener, porque estos son cada vez más raros de encontrar. Aunque sea en el jardín de tu casa, porque puedes estar siendo testigo de algo que está desapareciendo. El éxodo de biodiversidad que está sucediendo ahora mismo es tremendo, es como el 11-S de la naturaleza, va cuesta abajo y sin frenos. Y está ocurriendo a una velocidad sin precedentes.

Lo que cuentas se relaciona con uno de los discos que más te han inspirado, ‘What’s Going On?’ de Marvin Gaye. ‘Mercy Mercy Me (The Ecology)’ hablaba del la destrucción de medioambiente.
‘What’s Going On?’ es uno de los mejores discos del siglo XX y un punto de referencia por la manera en que logró plasmar los debates sociales cruciales del momento en una obra musical accesible que invitaba a la gente a participar en la conversación. Marvin consiguió que la gente escuchara canciones sobre temas que en realidad son insoportables. ‘Mercy Mercy Me (The Ecology)’ no deja de ser una lista de estadísticas, o, mejor dicho, describe un paisaje que está cambiando. Ya a inicios en los 70 los ambientalistas hablaban del colapso del medioambiente y, antes incluso, en la era victoriana, naturalistas como John Muir hablaban de las mismas cosas. En mi disco por supuesto se da un diálogo con Marvin Gaye, acudo a él para llorarle por lo que está pasando hoy, porque muchas cosas contra las que él alertaba, están ocurriendo ahora.

Aunque hay una diferencia entre Marvin Gaye y yo en la manera en que abordamos el tema del medioambiente: yo no soy cristiana, él sí lo era. Yo no busco salvación en un paraíso cristiano. Es una diferencia fundamental entre nosotros, por el lenguaje que usamos. Por supuesto, yo nunca compararía la calidad de mi trabajo con la de Marvin Gaye. En el disco simplemente intento establecer un diálogo con esa gran obra que compuso.

Es cierto que tus letras no están en absoluto tan salpicadas de religión.
Soy enfáticamente no cristiana. Hace años fundé un colectivo llamado Future Feminism que se dedicaba a desentrañar paradigmas de posibles gobiernos femeninos. Se nos acusó de ser demasiado esencialistas por sugerir que existen diferencias fundamentales entre hombres y mujeres, pero esa era nuestra intención. Tratábamos de exponer que a las mujeres no se les estaba permitiendo participar en la toma de decisiones de los gobiernos, de las empresas y de la vida religiosa, por una serie de razones. Por contra, se las estaba forzando a vivir una vida de servidumbre a los hombres. Estas sociedades que hoy en día decimos que son seculares, en realidad se siguen rigiendo por paradigmas patriarcales.

Cuéntame de tu colaboración con Hunter Schafer en el videoclip de ‘Why Am I Alive Now?’.
Nos conocimos en internet y nos hicimos amigas. Y, poco tiempo después, tramamos un plan. Ha sido un placer trabajar con ella. Es una persona hermosa.

Es fan de tu música. ¿Habéis hablado de las canciones que más le gustan?
No sé si conoce tanto la música de su abuela, pero es una persona maravillosa y una pionera, la adoro.

No sé si sabes que en Barcelona hay un bar queer muy popular llamado Candy Darling. Como ella aparece en la portada de ‘I Am a Bird Now’, te lo quería comentar.
¡Qué guay!

¿Vas a ver la peli que se está rodando sobre ella?
No sabía que se estaba haciendo una peli sobre Candy Darling. Va a ser interesante.

¿Qué recuerdas de Lou Reed y de trabajar con él? ‘Sliver of Ice’ está inspirada en él.
Lou básicamente es la razón por la que tengo una carrera. Él obligó al mundo a escuchar mi voz en un momento en que a las voces trans no se nos permitía realmente participar plenamente en la conversación cultural. A principios de los 80, algunos pop stars jugaban con los géneros y con la identidad, y gente como Boy George representaba -desde su ternura y juventud- cierta expresividad trans femenina en los medios. Sin embargo, a mediados de los ochenta, cuando llegó el sida y desde la esfera política se instrumentalizó el sida para instaurar miedo dentro de la población, con la consecuencia de que se instaló cierto fundamentalismo dentro de la sociedad, la cultura dejó de aceptar esa transgresión de género. Hubieron de pasar 10 o 15 años hasta que esa expresividad trans volvió a ser aceptada, y yo fui una de las primeras personas que representaron ese cambio y a las que se permitió cantar al público general a esa escala.

Como ves, no todo es progreso; las cosas retroceden todo el tiempo. Nuestra posición en la sociedad, nuestro bienestar y acceso a los derechos humanos básicos crecen y menguan dependiendo de las condiciones y de la temperatura de una sociedad en un momento determinado. En mi vida, he visto el péndulo ir y volver varias veces ya. Simplemente quiero recordar a la gente que estas cosas son muy frágiles y que el lobo siempre está al acecho.

Tocas en España en junio.
Estoy muy, muy emocionada. La última vez que actué en España fue en el Teatro Real de Madrid, he estado en España muchas veces, he actuado en el Primavera, en jardines… en todas partes, pero no he estado en España en muchos años. Tengo recuerdos muy bonitos de España y de los momentos que pasé allí, de mis interacciones con los chavales que venían a mi concierto. ¡Espero vengan a verme!

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Publicado por
Jordi Bardají