Llevábamos un tiempo sin saber de J Balvin después del decepcionante ‘José‘… y del beef con Residente. Se esperaba que le respondiese en su nuevo disco, sobre todo al haber un tema que comparte título con otro de René, ‘Bajo y batería’ (el que habla de estar “suelta como Madonna en los 90”), pero no es el caso… a priori. No hay mención alguna a Residente, y la letra no habla de beef con absolutamente nadie, pero la canción parece una manera de Balvin de demostrar que puede hacer una canción bien sencilla y que a la vez sea un tema tan eficaz como los que hacía antes de “venderse” (uno de los dardos de René). Por desgracia, son solo destellos lo que vemos en este álbum; en genenal no tiene interés en “demostrar” nada o, si lo tiene, es en demostrar que sigue siendo relevante. Y eso no suele funcionar bien.
‘Rayo’ debe su nombre al coche que tenía Jose en su primera época, un Volkswagen Golf con el que iba al estudio. “Los carros marcan mucho a quienes han tenido la oportunidad de tenerlo (…) Cuando estaba en el estudio grabando ‘Rayo’ estaba sintiendo el mismo gozo que sentía cuando grababa en un barrio que se llama Robledo La Pola, a las afueras de Medellín, y sentía ese mismo entusiasmo”, comenta Balvin defendiendo un disco que sucede al que ya era “su álbum más personal”. La mencionada ‘Bajo y batería’ incide en eso, en su talento para hacer temazos cuando aún no había actuado en la Super Bowl. Pero no es lo que nos encontramos en este disco.
Por un lado, es de justicia decir que, aunque no hay nada aquí a la altura de ‘La Canción’, ‘Ambiente, ‘Qué pretendes’ o ‘Mi Gente’, sí que hay buenos momentos. Hay temazos tanto románticos (‘Sólido’) como guarros (‘Gangster’, ‘Polvo de tu vida’), y hay algún giro interesante como ‘Origami’ (hecha junto a los colaboradores de ‘Chromatica‘ LIOHN y Klahr), ‘Doblexxxó’ (la producción; lo demás es otro cantar) o el cierre con la trapera ‘En Alta’, uno de esos cortes colaborativos que funcionan bien, en la línea de ‘Los del espacio’, ‘LEYENDAS’ o ‘Si mañana me muero’.
Pero lo demás suena intercambiable y desesperado por conseguir hits, con colaboraciones a las que Balvin no sabe sacarles jugo (por ejemplo, ‘Gato’, que tiene a Bad Gyal como podría tener a quien sea) y unas letras que hablan por sí solas. “Te gustan las mujeres, tú eres bi / adicta a lo prohibido, ya le di” dice en ‘Lobo’ (“está tan buena que le tiran hasta las mujeres” insistirá en ‘Gangster’); “puede estar a fuego y to, pero se da a respetar” suelta en ‘Gato’; “qué peligroso una mujer con despecho / y eso que no quería” en ‘Doblexxó’; o “te dije las cosas como la leche, en la cara” en ‘Cosa de locos’ (ésta al menos tiene su gracia). Cuando viene “Una mano por tu pelo, tu boca ponla en mi boca, la otra mano vas a sentirla en donde te la pongas” en ‘Polvo de tu vida’, de repente recuerdas que Balvin sabía ser sexual sin dar cringe (¿hola, ‘Ambiente’?), y que no era rancio como el drama de ‘Stoker’. Asombroso también que letras como la de ‘Gaga’ necesiten hasta a ¡10! compositores, pero ése es otro tema.
De hecho, Balvin acredita cerca de 40 productores en este disco, algunos con los que ya ha trabajado (Sky Rompiendo, Taiko, Alex Killer, Dee Mad, DJ Luian, Hydro, KEITYN, L.E.X.U.Z, Mosty, Michäel Brun, O’Neill’ o Sael) y fichajes como Ciey (colaborador de Rels B), Cheka (Don Omar), Filly (Maluma), Jeremy Ayala (Duki), JULiA LEWiS (Arcangel), Lou Xtwo (Mora), Neneto (Quevedo) o NoiseUp (Ozuna). Y no, al contrario que en los trabajos de Beyoncé, esto no se traduce en grandes temas. En general hay un intento de repetir sus temazos, pero que llegan con falta de autenticidad: ‘Swat’, por ejemplo, es más dura, pero es como si fuese más dura en su intención y en sonidos que en la actitud real. No es que ‘Rayo’ sea un disco insoportable de escuchar; tampoco lo es el último de Myke Towers… pero hubo un momento en que la comparación la hacíamos con Bad Bunny.