En su nuevo álbum, hay tantas referencias al verano y a la familia que se nota que Childish Gambino tiene ganas de tomarse unas vacaciones. En este caso, indefinidas.
El álter ego de Donald Glover, un auténtico hombre del renacimiento en tiempos modernos, se presentó al mundo con ‘Camp’ (2011) y desde entonces hemos visto su infinita creatividad florecer en proyectos como ‘Behind The Internet’ (2013), para muchos su trabajo más querido; el funky ‘»Awaken, My Love!»‘ (2016) y el experimental ‘3.15.20’ (2020) (revisitado recientemente en ‘Atavista’). Pese a ser su disco más completo en cuanto a estilos y atmósferas, ‘Bando Stone and The New World’ no es el final triunfal que todos estábamos esperando.
El disco también sirve como soundtrack original de la película del mismo nombre, aún sin fecha de salida, pero con un interesantísimo tráiler disponible. Este aspecto del proyecto queda reflejado con múltiples fragmentos de audio directamente sacados de la cinta y dispersados por el tracklist. Las conexiones tampoco acaban ahí. Canciones como ‘Can You Feel Me’, con su hijo Legend, o ‘Lithonia’ están clara y directamente ligadas a la trama del filme. Puede ser raro valorar una banda sonora de una película que no has visto, pero en el caso de ‘Lithonia’, es un testamento de lo realmente buena que es.
Nadie esperaba un tema de grunge como primer single, pero el resto del disco esconde muchas más sorpresas. De alguna manera, Gambino incorpora todos los géneros que ha ido asimilando a lo largo de su carrera: R&B, rap narrativo a lo ‘Behind The Internet’, trap, dance, pop experimental… Y va un paso más allá. Ya sabíamos que Donald Glover podía hacerlo todo. La pregunta es: ¿Tenía que hacerlo todo? Si algo estaba claro, es que no tenía nada que demostrar.
La variedad que presenta es tan dispersa e incoherente que acaba siendo chocante, y no fluye del todo bien. Se puede ver de dos maneras. Qué bien que haya algo para todo el mundo / Qué pinta Childish Gambino haciendo bubblegum pop, rock alternativo y un pop punk que está entre blink-182 y Post Malone en su último disco. El atrevimiento no es criticable, el resultado sí. ‘Real Love’ tiene que ser la canción más cheesy que haya hecho nunca y, aunque una canción cursi y pegadiza está bien, en este caso es demasiado. ‘Running Around’, por otro lado, tiene madera de ‘guilty pleasure’, aun siendo el verso de Fousheé lo mejor del tema.
Cuando Glover se centra en el reino del hip hop y el R&B, la cosa cambia, aunque mantiene el eclecticismo dentro de sus propios límites. ‘Steps Beach’ es un precioso tema acústico que tampoco le pega, pero funciona muy bien, mientras que ‘In The Night’ nos devuelve al mejor Childish Gambino, con un sabor añadido a house tropical. En el terreno de lo veraniego, de lo cual hay mucho en este LP, la guinda del pastel es ‘No Excuses’. Con 7 minutos de duración y la presencia notable de Ludwig Göransson, es un envolvente tema que presenta una de las letras más interesantes del disco, de puro desapego: «No tienes que decir adiós, ya no lloro / Ya no tienes que salir fuera, ya no lo intento».
Una de las grandes sorpresas es la vuelta de Gambino a rapear. Lo hace como si nunca lo hubiese dejado y, además, lo presenta también en varios estilos. ‘Talk My Shit’ está plagada de frases graciosas y juguetonas sobre un durísimo beat de trap al uso, pero que no para de incorporar elementos que hacen que sea imposible despegarse del tema: «Voy a hacer un billón («billi'») como si fuera Eilish». A la vez, hay algo en su tono y en lo estrafalario de sus rimas que da a entender que se está riendo un poco de ese estilo. Para algo serio, está ‘Yoshinoya’, en la que rapea sin tomar aire sobre todos aquellos que dudaron de él en un beat que podría ser de Tyler perfectamente.
‘Bando Stone and The New World’ es un disco agridulce. Es el último de Childish Gambino (que no de Donald Glover, ojo) y, pese a tener algunas de sus mejores canciones, no consigue ser una despedida por la puerta grande. Más bien, por la puerta mediana. La trama de la película cuenta la historia de un músico que se toma un descanso y, al volver, descubre que a nadie le importa su figura como antes. No será lo que ocurra con Gambino, pero despedirse con este LP desde luego no ayuda. Eso sí, su arte siempre se ha caracterizado por una cosa que sigue presente en ‘Bando Stone’: no importarle nada una mierda.