Sabe, no Dios, sino sus fans, que las fotos promocionales no son el fuerte de Fontaines D.C. Les hacen parecer una banda de rock random, cuando no abiertamente The Offspring. Ahora al menos se acaban de hacer una que sí dice mucho de ellos. Una sobre una pintada que reza “dales cerveza y fútbol… y nunca se sublevarán”.
Sin que Fontaines D.C. sea un grupo político, este cruce entre Juvenal y George Orwell es el telón de fondo del mundo desasosegante que llevan capturando cuatro álbumes. ‘Romance’, igual de bueno que todos los demás o incluso mejor, porque tiene mucho mérito llegar al cuarto trabajo sin decepcionar absolutamente a nadie, habla del amor. Y como es habitual en la escritura de Grian Chatten, lo hace muy alejado de clichés.
No busques aquí historias de ruptura y reconciliación, ni de despecho y venganza. ‘Romance’ es más bien un ejercicio de análisis y comprensión de las propias pasiones, mientras el mundo casualmente se desmorona alrededor. En ‘Horseness Is the Whatness’, cuyo título es una referencia a ‘Ulises’ de James Joyce, Grian se pregunta «cuál es la palabra que mueve el mundo», porque él «pensaba que era «amor»», pero «algunos dicen que tiene que ser «elección»». ¿Es, pues, el fin del amor romántico, tal y como lo conocimos?
Para tratar de responder a eso sin resultar petulante, nada como la voz de Grian Chatten, que en la misma letra bromea: «no sé si lo he leído en un libro o en un paquete de cigarrillos». Siempre hubo algo en su timbre a medio camino entre la chulería de un Liam Gallagher y la hipersensibilidad de un Ian Curtis. Por eso puede casi rapear en ‘Starburster’, en la que rememora un ataque de pánico fingiendo que se ahoga (UUUUH!). Por eso puede poner los pelos de punta cuando susurra en ‘In the Modern World‘, incluso cuando el estribillo es tan sencillo como: «En el mundo moderno, no siento nada, y ni siquiera me siento mal». ¿No luce, atinado, como una consecuencia de los sobreestímulos a que nos someten las redes sociales, llevándonos paradójicamente a una profunda sensación de irrealidad?
Este poético ‘In the Modern World’, en sus cuerdas abiertamente influido por Lana del Rey, no es una excepción en el disco. Varios temas que no han sido single le pisan los talones en cuanto a inspiración. ‘Desire’, titulado así porque como líder de una banda irlandesa, Grian ha tenido su conflicto para hablar de sexo, en verdad no nos habla de sensualidad, sino de cómo la sociedad te moldea para ser de cierta manera. «En el fondo te han diseñado, desde tu cuna a tu pira funeraria, en un traje mortal», lamenta repetidamente, con un desarrollo de cortar el hipo, y una toma vocal cada vez más ahogada, a la altura.
Igualmente son bellísimos los diálogos entre voz principal y coros de ‘Sundowner’, un tema que habla de sueños, nihilismo y alienación. Una sensación de estar perdido que ya se había percibido en el corte de apertura y titular, tenebroso como una producción de los últimos Depeche Mode (produce James Ford), y que sugiere que «el romance podría ser un lugar para ti», mientras la música va en sentido contrario. Fontaines D.C. han querido abrir así este álbum, y cerrarlo con ideas igualmente contradictorias. ‘Favourite‘ puede ser canción más saltarina, en el sentido Smiths, en el sentido The Cure, de la palabra… mientras su letra habla de una infancia marcada por el gobierno de Margaret Thatcher. ¿Qué podría haber salido mal?
De tan inmediato en la presentación de un cuarto disco, ‘Favourite’ parecía funcionar como el single definitivo de breakthrough para Fontaines D.C. A la larga, ganan a los puntos ‘Starburster‘, pues además de su fuerza evidente tiene ese interludio que suena como una oración; o ‘Here’s The Thing’, con sus guitarras rugientes y ese Grian Chatten jadeante, de nuevo, sufriendo por respirar. El mismo nervio que reaparece luego en otras pistas como ‘Death Kink’, en un perfecto equilibrio entre bangers de rock (o algo así) y baladas reflexivas (o algo así).
El punto alternativo lo pone la maravillosa ‘Motorcycle Boy’. El grupo suele citar a Shygirl o Eartheater como referencias y el gran pero que se le puede poner a ‘Romance’ es que esas influencias no osen siempre ir más lejos. En esta producción sí lo logran, con unas guitarras acústicas combinadas con efectos zigzagueantes de fondo y, a la desembocadura, un piano. Más de esta mierda, por favor. Pronto.
Hay discazos en este excelente 2024, en los que brilla sobre todo la imaginación en la producción (‘Brat‘), otros en los que brilla el concepto total (‘Cowboy Carter‘) y otros en los que brilla sobre todo la línea narrativa (‘Hit Me Hard and Soft‘). Con Fontaines D.C. es muy difícil decidir qué es más importante, si la música o el relato. Grian Chatten plantea en ‘Bug’, una canción sobre compromiso, si alguien «pedirá perdón por algo durante el resto de su vida». O si «aceptará los cargos». Uno no puede evitar responder que el «compromiso» de Fontaines D.C. está siendo superarse disco a disco. El único «cargo» que ha de pesar sobre sus hombros es el de hasta cuándo resistirán con el listón a este nivel.