Su juventud (29 años) unida a su ambición literaria (800 páginas llenas de erudición, experimentación formal y variedad de escenarios, géneros y recursos narrativos) han convertido a la escritora y filósofa Sara Barquinero en la novelista más alabada o denostada, según el caso, del actual panorama literario español. Su novela ha levantado un revuelo y ha generado un debate que no se veía desde, no sé, ¿el ‘Feria’ de Ana Iris Simón, aunque su caso fuera más por cuestiones políticas que literarias?
‘Los escorpiones’ (Lumen) es una novela a la que los lectores están llegando de diversas maneras. Los más fans de la literatura posmoderna por las promesas de encontrar esa mezcla de Foster Wallace, Bolaño, DeLillo, Mariana Enríquez… que aseguran las frases promocionales de la editorial (un poco la ‘Fortuna’ de este año, por así decirlo). Los más friquis, por todo el universo gamer, creepypasta y conspirativo que recrea la autora con muchísimo talento y conocimiento de causa (se notan las muchas horas acumuladas de juego y navegación por foros e hilos de Reddit). Y los más jóvenes atraídos por todo ese angst generacional que Sara (también, según ha declarado, desde la experiencia) vuelca en su novela como la más desesperada de las canciones emo que aparecen en ella.
‘Los escorpiones’ está dividida en cinco partes y tres interludios. La primera, titulada como un ejecutable, ‘Cambiatuvida.exe’, y protagonizada por un alter ego de la propia autora, es una maravilla. Una indagación por los recovecos de internet, las relaciones online y las teorías de la conspiración que engancha como el más adictivo de los videojuegos y perturba como una nota de suicidio. La segunda, ‘El perro mexicano’, es un relato de horror rural, mezcla de Palahniuk y King, protagonizado por un músico en plena crisis creativa y existencial, que funciona muy bien como ejercicio posmoderno de terror psicológico y crónica de una depresión de caballo.
Tras estas dos partes y un interludio, también estupendo, nos hemos chupado ya unas 300 páginas. Es en este punto cuando, quien esto escribe, empezó a ponerse pesado y a recomendar el libro a todo el mundo, “la mejor novela del año”. La maldición del prescriptor impaciente: la tercera parte, una especie de novela histórico-romántica escrita en forma de diario y ambientada en Italia durante el ascenso del fascismo, me pareció un desvío decepcionante. No le encontré demasiado interés como relato digresivo ni demasiado sentido como parte del conjunto.
Con el morro un poco torcido, seguí leyendo el resto del libro. La cuarta parte es una mezcla de novela negra y de iniciación (coming of age), situada en un campus universitario en el Nueva Orleans de los años 70. Es la más clásica de las cinco partes. Un relato con ecos de Salinger y el cine negro, con joven ingenuo y chica del gánster, bastante entretenido aunque un pelín trillado. La última parte, titulada como el libro, ‘Los Escorpiones’, retoma a los protagonistas del inicio. Es una cuesta abajo desenfrenada, donde confluyen tramas, personajes y obsesiones, en un cierre que retoma el pulso de las dos primeras partes pero que se me hizo algo largo.
Al final, la sensación que queda es la de estar ante un novelón irregular, que va de más a menos, pero que tiene momentos brillantísimos. Toda una experiencia literaria, formal, estructural y narrativamente exuberante, que aborda de forma extraordinaria temas como las adicciones, la angustia existencial, el suicidio o la construcción de realidades paralelas y/o conspirativas como refugios para paliar ese vacío vital, guaridas emocionales para no acabar suicidándote.