Crees que nunca has escuchado nada de Okay Kaya, pero te equivocas. En 2017, la compositora, actriz y modelo noruega-estadounidense prestó su voz a King Krule para la canción ‘Slush Puppy’, también coescrita por ella. Normal que no te acuerdes, estaba tan distorsionada que parecía el propio Krule. Siete años después, la artista de 34 años sigue siendo igual de discreta.
Kaya Wilkins ha compuesto, grabado y producido su cuarto disco en la comodidad de su nueva y aislada casa, situada en una de las islas cercanas a Oslo y solo accesible en barco. Con más razón ‘Oh My God – That’s So Me’ pone tanto foco en la naturaleza. En la vibrante ‘The Groke’, Wilkins la pinta como una fuerza «oscura» e imparable. Suena como un baile en el fin del mundo. Sin embargo, ‘Oh Minutiae’ es una preciosa apreciación de los pequeños placeres que esta ofrece, como el crujir de las hojas secas o las «algas». En una muestra de su icónico humor, presente en todo el LP, Kaya también le encuentra un lado positivo a las «alergias estacionales»: «Los árboles están fornicando muchísimo».
Sin una sola mención a la era digital y con un enfoque central en la relación entre la humanidad y la naturaleza, y de paso reescribiendo dos mitos griegos, de alguna forma ‘Oh My God – That’s So Me’ se siente actual a más no poder. Kaya ya consiguió plasmar una época vital concreta en 2020 con ‘Surviving Is The New Living’ (adivinad de qué va), pero aquí no busca pintar un retrato directo, sino expresar una amalgama de emociones que derivan del hecho de vivir en el mundo de hoy en día. Por resumir: hay que rechazar la modernidad y abrazar la tradición, porque no nos queda otra.
De ahí la oda a los instintos de ‘Undulation Days’, la onírica e hilarante interpretación del mito de Sísifo en ‘Picture This’ («¿Quién es este hombre con las manos sudadas y por qué está desafiando a la gravedad?»), la desquiciada y cruda versión del ‘Space Girl’ (1960) de Shirley Collins o la amable y nihilista ‘And I Have A Blessed Life’, que deja una de las frases del disco: «La vida es Nietzsche en la playa y luego mueres». Wilkins ata toda esta narrativa con la historia de origen de la poesía en ‘The Art of Poetry’. Alguien que «reconoció» la luna y dijo: «Oh my God, that’s so me».
Esta curiosidad temática por lo natural ha estado presente en la carrera de Okay Kaya desde el principio. Solo hay que leer el título de su primera canción: ‘Damn, Gravity’. En lo musical, también es fiel a sí misma. Es la Okay Kaya de siempre -tierna, dulce, rara, inquietante, ingeniosa- pero con sus bizarras e imprevisibles ideas presentadas de una forma más suave y atractiva. ‘Check Your Face’ empieza como una hermana más groovy de ‘Mother Nature’s Bitch’, su canción más conocida, para convertirse en un tema glam de amor al «sentido común». Me puedo imaginar a Lou Reed en la última parte.
El LP captura perfectamente la versatilidad de Kaya, que esta vez ha elegido rodearse de más instrumentos para un sonido más orgánico que en previos lanzamientos. El lado más creativo y experimental de la artista brilla en las flautas y basslines de ‘The Groke’ y en los golpes de piano de ‘And I Have A Blessed Life’. Al mismo tiempo, su lado melancólico encoge el corazón en las minimalistas ‘The Wannabe’ y ‘My Berenice’. Los momentos más contemplativos, si bien no son tan estimulantes, salen del paso con unas melodías redondas.
‘Oh My God – That’s So Me’ es el disco perfecto para descubrir a Okay Kaya. Es una mezcla equilibrada entre experimentación, creatividad y sensibilidad pop. Su singular punto de vista, amplia gama de sonidos y memorables letras invitan a desenmarañar estas doce canciones pasándolo de muerte en el proceso. No hay escapatoria: los días 29 y 30 de octubre Kaya presentará el disco en Barcelona y Madrid, respectivamente.