En este mundo de colaboraciones y campos de composición, ya es hasta extraño enfrentarse a un disco 100% escrito y producido por una sola persona, Pablo Pérez Real, esto es, caracazador. Ni en álbumes de cantautores encontramos ya esta soledad extrema, pues lo habitual es recurrir a una mano amiga de confianza para corregir tics, por no hablar de que lo de producir tu propia música completamente en solitario no lo hace ya ni James Blake.
‘República’, el segundo disco de caracazador, suena como el trabajo de alguien que acaba de salir de Operación Triunfo 2025 y se ha dejado empapar de underground y tendencias. Lo digo como algo positivo: contiene la inquietud de los mejores temas de Natalia Lacunza o Juanjo Bona, solo que en este caso lo ha hecho todo solo. Asesorado por GOZZ Records, el sello de Zahara, a la que conoció en un taller de escritura, pero sin que ni la cantante ni sus ayudantes participaran explícitamente del proceso creativo.
Se trata de un disco que pese a su nombre no encierra intención política alguna, con la «República» simbolizando un estado o un sistema en el que se enmarcan 10 historias de amor que funcionan de manera independiente, sin sentido narrativo global. El tema llamado ‘República’ es el único ambiguo en lo social, cuando dice que «esta ciudad aprieta más que darnos la oportunidad». El resto se caracteriza por la sensación de intimidad proporcionada por unos textos que apelan a los sentimientos más profundos sin esquivar el sexo.
La rítmica ‘DRIM’ es de las que contiene un poco de ambas cosas, hablando de heridas y sangre, y al mismo tiempo de un «cuarto lleno de fotografías de pornografía por toda la pared», de alguien «tumbado en cuatro». No obstante, prevalece la ambigüedad y la libre interpretación, por ejemplo en ‘DIOS BENDIGA ESTA CASA’, que habla sobre alguien «que siempre te espera tumbado en su habitación, a que aparezcas a darle un poco de amor», y luego añade líneas más imprecisas.
El disco se presenta con ese delicado pop de cámara a piano, para luego estar dispuesto a abrirse a terrenos más pantanosos. La new age y el trip hop se pasan por ‘RAVEL’, las cuerdas por ‘PARLAMENTO’, la EDM más sutil por ‘REPÚBLICA’ o el juego de voces a lo ‘Medúlla’ de Björk por ‘HIMNO’. «No suelo escuchar a hombres», ha dicho en una entrevista cuando le hablan de la posible influencia de Sufjan Stevens. Mención especial merece el guiño al folclore patrio incluso en el léxico (el «marinero» de ‘FALLA’) o en las palmas. También los susurros y jadeos que sirven para conformar ritmos, dinamismo o esa sensación de introspección que nunca abandona el álbum.
En ese sentido, ‘HAMBRE’ es una de las composiciones más ricas, en su ansia sexual, con frases explícitas y elegantes, de «¿Tienes hambre? Ya no me queda nada más» a “He guardado mi pecho en tu boca a sabiendas que nada te puede saciar”. Y ‘MI ROSTRO‘ puede ser la gran tapada de un álbum que conocimos con ‘CASAMURADA‘. Es en esta maravilla donde mejor convergen la belleza de la melancolía con algo parecido a una danza siniestra.