Conocimos a Blackpanda allá por 2020 gracias a pelotazos como ‘Aunque me duela’ o ‘Antes de que acabe el verano’, una de las mejores canciones de aquel año. A Blackpanda, el dúo de Madrid compuesto por Marta Marlo y Andrés Lim, no se le resistían ni una buena melodía ni una buena producción de synth-funk pasado por su filtro pop. El potencial comercial de sus canciones saltaba a la vista.
En 2021, Blackpanda sumaba un nuevo temazo a su repertorio, ‘Bailo x Fuera Lloro x Dentro’. Acertadas eran también sus versiones de ‘Te estoy amando locamente’ de Las Grecas y ‘Ya no siento nada’ de Alizzz. En 2022, ‘Quiero arder’ de Agoney intentó representar a España en Eurovisión. Se quedó a las puertas, en segundo puesto. Era una producción de Blackpanda en su vertiente oscura.
Después de sumar nuevos aciertos como el veraniego single ‘Naranja paraíso’ (2022), llega el disco de debut de Blackpanda. Lo mejor que se puede decir de ‘Vapor y cielo’ es que ofrece un conjunto de canciones cuidado y homogéneo que no persigue el éxito de manera desesperada. En ‘Guaya Guaya’ pueden fluir ecos latinos y afrobeat, pero lo hacen de manera sutil y al servicio de la visión de Blackpanda. Las melodías enganchan de manera elegante y grácil.
Las agradables canciones de ‘Vapor y cielo’ se empapan de ritmos británicos, de garage y liquid funk, en ‘No tengo prisa’ -una de las pistas destacadas- o ‘Mercurio’. A metal líquido suena la producción de ‘Vapor y cielo’, llena de sonidos iridiscentes, brillantes y acuosos, como los presentes en el estupendo single de presentación, ‘Blu’, de maravilloso estribillo “Tienes eso que me gusta mirar”. El color azul
sigue inspirando joyas pop.La producción de ‘Vapor y cielo’ es elegante y depurada, pero no renuncia a absorber diferentes estilos. Algunos experimentos funcionan mejor que otros. ‘Jumping’ hipnotiza con efluvios de UK bass y dubstep, en su retrato de una noche de baile, recordando a la gran Katy B. A la pista de baile apunta también el hábil post-disco de ‘Animales’, potencial nuevo hit de Blackpanda.
Entre los momentos menos acertados de un álbum que no llega a la media hora de duración, ‘Bambú’ desconcierta con su arreglo de percusiones y aproximación a un sonido -no sé si decir- oriental, y ‘Acero’ es una simpática, aunque efímera, revisión del sonido synth-pop aeróbico de los ochenta: esa búsqueda de músculo se echa en falta en la composición.
Hay otros buenos momentos en ‘Vapor y cielo’, como la tensión contenida de ‘Efímero’ o el homenaje al dance de los noventa de ‘Al otro lado’. El álbum acaba en la rave con la pista titular, pero lo mejor de ‘Vapor y cielo’ es su compromiso con una estética futurista y minimalista que sienta de lujo a las nuevas composiciones de Blackpanda.