La cuarta edición de Drag Race España ha llegado a su fin coronando a Le Cocó, después de una falsa gran final que sirvió para anunciar que la verdadera “gran gran final” se celebraría con público en un recinto de Madrid, concretamente en el Teatro Príncipe Pío, por primera vez.
Le Cocó, el proyecto drag del madrileño Álvaro Muñoz de Gracia, ha ganado Drag Race con una combinación de talento y confianza absoluta en su propuesta. Cuando, durante el duelo con Vampirashian, cantando ‘Va todo al ganador’ de ABBA, interpreta Agnetha Faltskog la frase “me toca a mí perder”, y Le Cocó decide sellarse la boca, en ese momento, gana el concurso.
Ni siquiera el recurso pirotécnico de Le Cocó se graba tanto en la memoria como ese preciso instante, en parte porque dura un microsegundo: el chaparrón de Carmen Farala en la final de la primera edición sigue siendo el listón.
Y, aun así, es necesario valorar la cuarta entrega de Drag Race España más allá de su merecida ganadora: el cásting ha sido uno de los mejores, si no el mejor. Parece que cada año decimos lo mismo, pero cuando parece que ya no quedan drags en España, a través del programa presentado por Supremme Deluxe salen otras 15 de debajo de las piedras que te dejan boquiabierto con su talento, carisma, desparpajo, simpatía, o todas las cosas a la vez.
El nivel, desde el primer episodio, ha sido sensacional, hasta el punto de que algunas marchas demasiado tempranas han resultado inexplicables, especialmente la de Megui Yellow, a la que una retahíla de aciertos -y de espectaculares actuaciones- no le salvó de un único programa malo que le llevó a la expulsión.
Reconozco que el top 3 de finalistas no era exactamente el que esperaba: me cuadraban otras concursantes ahí, lo cual no hace sino constatar el excelente nivel de la edición. Chloe Vittu, merecidísima finalista, ofreció una actuación en mi opinión irregular, divertida pero también presa de los nervios: el tamaño de sus tetas, ya descomunal, nunca fue más oportuno.
Vampirashian, segunda finalista, ha ofrecido durante el concurso, y también en su actuación de la final, una gran revisión de las travestis cupletistas de otras épocas; pioneras a las que el programa recordó con un importante homenaje que subrayó quiénes han estado en las trincheras conquistando derechos. La drag Cristian de Samil se quedó con la última palabra del homenaje, pronunciando una frase que ya es historia: “Nuestras hostias son vuestros maquillajes”.
Ha sido siempre tan necesario recordar a las transformistas del pasado que muchas concursantes de Drag Race España han convertido esa reivindicación en su marca personal. Marina descubrió a Ocaña a una nueva generación y, en esta cuarta entrega, Angelita La Perversa ha dado una lección de saber hacer… hasta que en algún momento del concurso ha dejado de hacerlo, aparentemente presa de su ego y de una incapacidad para hacer autocrítica. Es una pena que la perversidad que lleva en su nombre no se tradujera en escenas más divertidas durante del concurso: especialmente las de su beef con Mariana Stars no han mantenido un nivel dialéctico digno, a pesar de que, paralelamente, los “readings” o repasos oficiales de la edición no han estado mal.
El problema del E-G-O ni mucho menos ha afectado solo a Angelita la Perversa, sino que es histórico del concurso: no puede tener más razón Supremme Deluxe cuando insiste en que un buen actor o actriz debe dominar el papel que le toque, aunque no le guste o le venga mal, en lugar de rechistar porque no es el rol que quería. Cada concursante acude evidentemente con su historia y bagaje y, depende de la persona, esta lección es más o menos fácil de aplicar, pero es una que grabarse a fuego, sobre todo cuando entramos ya en la quinta edición del certamen.
Aun así, hay que insistir en el buen nivel de las reinas a lo largo del concurso, a destacar La Niña Delantro -a la que personalmente veía en la final- y, en especial, el vanguardismo de Kelly Passa, que acudió a la gala con tremendo look nebuloso. Un concurso que, además, ha vuelto a dar humor del bueno en el capítulo de “Snatch Game” con imitaciones imperdibles de Amaia Romero o Ylenia. La de Mario Vaquerizo forjó el lugar de Vampirashian en la final.
La final, además, se pasó volando sumando los minutos de la “alfombra rosa”, por la que se pasearon desde Chanel hasta Leticia Sabater pasando por ese actor cuya existencia desconocías hasta ese momento o Belén Aguilera. La gran invitada de la noche, Alyssa Edwards, una de las drags más ricas del planeta, honró la gran final con su presencia, aunque su función se limitó a animar a las finalistas con frases llenas de “magia”, muy americanas, mientras la artista parecía sentada a unos 800 kilómetros del escenario: cada vez que hablaba parecía una retransmisión, más bien.
La gran pregunta que deja la final de Drag Race España 4 es, por tanto, si la victoria de Le Cocó servirá a la artista para labrarse una carrera profesional que le permita, no ya competir con las Alyssas, las Violet Chachkis o las Trixie Mattels del mundo, sino llevar el drag español al siguiente nivel mediático. Talentazo y carisma le sobran para conseguirlo, asumiendo que ese sea su propósito. De momento toca saborear una merecida victoria que, quizá, no podía ser otra: ya su lip synch inicial provocó intensos vítores del público. Pero si algo ha demostrado Drag Race España 4 es que el talento drag de cultivo nacional no toca techo: sigue muy arriba, y cada vez más. ¿Qué será lo siguiente?