La Bien Querida se arrepintió enseguida de que ‘Paprika‘, su disco anterior, no fuera más latino. Lo dijo ya en 2022 y se lo ha vuelto a contar estos días a Manuel Jabois. «Quizá fue por miedo. Esa cosa conservadora de pensar “a ver si ahora va a haber un rechazo muy grande”. Y nos hemos arrepentido».
Se ha arrepentido, pero no lo suficiente como para volver a abrir esa puerta. ‘LBQ’ se presenta como un retorno a sus inicios, a la sencillez, al «indie» (sic) si es que esa palabra tuvo alguna vez sentido para una cantautora que admitía comparaciones con Cecilia y Manuel Alejandro.
De manera nada sorprendente, al menos para quienes tenemos ‘7 días juntos‘ en un pedestal, el mejor tema de ‘LBQ’ es el único que tímidamente mantiene el pulso latino. Es como si su sonido clásico hubiera dado todo lo que podía dar de sí ya. ‘Noche de bodas‘ en cambio es un tema tremebundo, lleno de toxicidad, y tan influido por «el urban y la salsa», como por «Manuel Machado y Residente». «Me casaría contigo, cuando te dé la gana», canta Ana Fernández-Villaverde, pero con amargura, anticipando que la luna de miel será más bien ‘Lunas de hiel’.
‘S.O.S.’ es el otro tema oscuro de este 8º disco, una venganza planeada contra alguien que no quiso quedarse con nosotros: «Cuando estés solo y estés viejo / cuando te cuelguen los pellejos / Cuando tu enemigo sea el espejo, / te torturará que esté tan lejos».
Por lo demás, el álbum versa sobre el amor propio, el materno o el de pareja, en general con menos sinsabores, dejando buenos momentos cuando La Bien Querida le canta a su hija. Esa hija que pasa de su música -prefiere a Kanye y a Rihanna-, y cuyo destino no podemos controlar ni atar. «Te me escapas como el gato, como el tiempo, como el agua entre los dedos», le dice en ‘Una estrella‘. ‘Un milagro’ también habla de alguien que tiene que aprender a andar solo: «la vida me ha preparado la gran misión de tenerte a ti, y de enseñarte a vivir sin mí».
Nunca estamos, eso sí, ante las composiciones mejor redondeadas de La Bien Querida. El préstamo de ‘Bar Dixie’ de ‘Every Breath You Take’ y el de ‘Ni bien ni mal’ del pop llenaestadios de los 80 apuntan a una época no demasiado inspirada de Fernández-Villaverde y/o su productor y ex David Rodríguez. Una fan de Raphael no debería firmar una canción llamada ‘Como te amo yo’ que se acaba tan prontito.
Esa grandilocuencia que esperábamos en un tema así titulado la encontramos en otro corte del disco. ‘Mundaka’ sí tiene ese estribillo y esos coros que apuntan a Perales y a las grandes composiciones de otros tiempos. El rock indie de ‘Como un perro’ o la pequeña experimentación de ‘Naufragio’ podrían sumar a su repertorio, pero en verdad La Bien Querida aún tiene que entregar un discazo como los de antes a su nuevo sello, Sonido Muchacho.