Sufjan Stevens es uno de los artistas más queridos en JENESAISPOP. Un coloso que compone, escribe y se canta todo, y puede adentrarse tanto en el folk como en el pop, en la New Age o la electrónica.
Sus discos y canciones aparecen en lo más alto de nuestras listas anuales. Sus conciertos son de los mejores que hemos visto nunca. Sus canciones -basculando entre lo religioso, lo histórico y lo autobiográfico- nos emocionan, nos reconfortan o nos entristecen como las de pocos cantantes. Le hemos dedicado varios especiales y un podcast. Vamos, que somos muy fans.
Este 1 de julio Sufjan cumple 50 años y hemos decidido hacer un ránking con sus 50 mejores canciones, que repasamos en plan «cuenta atrás», a razón de canción por día. Como toda lista, es subjetiva. Y os adelantamos: hay un montón de composiciones fabulosas que se han quedado fuera. Lo que da medida de la calidad superlativa de uno de los artistas fundamentales del s. XXI.
En esta lista de las mejores 50 canciones de Sufjan Stevens, han aparecido 8 de ‘Illinois’. ¡Y las que se han quedado fuera!: ‘Jacksonville’, ‘The Seer’s Tower’, ‘The Man of Metropolis’… Estas canciones, junto con los estupendos interludios que unen el conjunto, dan como resultado uno de los discos más brillantes del siglo XXI. Y qué puñetas, de la historia del pop.
De todas estas joyas, ‘Chicago’ es la corona: la ciudad más importante del estado, del disco y de nuestros corazones; el colofón de un álbum que es un crescendo perpetuo hasta que estalla en esta epopeya palpitante: un viaje hacia la ciudad coronado con anhelos, coros y trompetas; un viaje donde dan igual los errores; un viaje donde miedos y temores se convierten en paisajes de hermosura incomparable. Puede que nunca hayas llorado en una furgoneta conduciendo desde Nueva York a esta ciudad, pero igual no te hace falta ni escuchar lo que está cantando para adivinar su significado.
‘Fourth of July’ es la canción más escalofriante de Sufjan Stevens. Carrie, desde el más allá, pregunta a su hijo, su pequeño halcón, por qué llora. Es una declaración de amor, también una disculpa. “And I’m sorry I left, but it was for the best, though it never felt right’, (“siento haberme ido, pero fue lo mejor, aunque nunca me sintiera bien”). Pero, sobre todo, es una asunción de la muerte. La propia y la ajena. Y es tan bella que te congela el corazón: el ambiente fantasmagórico, las notas de piano que van cayendo, Sufjan con su voz más dulce cantando que todos vamos a morir… ‘Fourth of July’ es una canción de la que es imposible salir intacto. Sinceramente, no sé cómo fue capaz de cantarla cada noche en la gira de ‘Carrie & Lowell’.
‘Will Anybody Ever Love Me?’ es una poética composición, en cuyo estribillo tradicional, el artista autor de obras maestras como «Illinois» y ‘Carrie & Lowell’ se pregunta si «alguien le querrá, sin agravios, y no por deporte».
Las estrofas son más hermosas todavía, con una serie de versos en los que Sufjan se postula “a la deriva”, totalmente dependiente de averiguar si encontrará su amor: “Átame a una pequeña balsa de madera / Quema mi cuerpo / Dirígeme a la corriente / empújame hasta el vacío / observa cómo voy hacia la deriva y mírame luchar / Déjame ir porque realmente necesito saber esto”.
Sufjan Stevens se ha encargado de tocar todos los instrumentos del tema, como es habitual, pero le hacen coros adrienne maree brown, Hannah Cohen y Megan Lui. Y todas quisieron compartir unas palabras sobre la canción.
adrienne ha dicho que la primera vez que escuchó el tema le hizo llorar, debido a la «honestidad de las cuestiones». «Sufjan es un autor dotado y valiente hasta lo imposible». Hannah le ha considerado un «alquimista trabajando» por el modo en que ha armado las voces. Megan ha elogiado «su visión de melodía y la composición», calificándolas de «increíbles».
Antes de ‘Carrie & Lowell’, la muerte de un ser querido ya aparecía en la canción más frágil y hermosa de ‘Illinois’. Sufjan narra con delicadeza folk y dulce resignación los últimos días de una amiga enferma de cáncer. La fe y el amor no la pueden curar. “And He takes, and He takes, and He takes”. Si Dios decide llevarte con él, no lo puedes cambiar, por mucho que reces. El día de Casimir Pulaski, héroe de la revolución americana, se celebra en el estado de Illinois el primer lunes de marzo. La fecha en que fallece esta amiga.
En el juego entre lo que es ironía y lo que no, Sufjan dedica en ‘Illinois’ uno de los temas mejor instrumentados del disco a un asesino en serie que violó y mató a más de 30 adolescentes, ya que la sección de sucesos no puede pasar inadvertida en ningún lugar. ‘John Wayne Gacy Jr‘ habla sobre los maltratos sufridos por este personaje de pequeño, pero termina con una inquietante frase: «haciéndolo lo mejor que puedo soy exactamente como él, miro hacia el suelo por los secretos que he escondido». Una canción que es pura congoja pero, a la vez, no puede ser más bella. Y su suspiro final hiela la sangre…
‘To Be Alone With You’ es una de las pistas más populares de Sufjan, una de esas canciones de ‘Seven Swans’ en las que no sabes si Stevens está hablando de su amor por Jesucristo o por otra persona. De sacrificio o placer. Las frases «Diste tu cuerpo» o «tomaron tus ropas» son sendas referencias a la Biblia en un tema que se estructura en dos partes: la primera se podría resumir como «lo haría todo para estar a solas contigo». Y la segunda «lo hiciste todo para estar a solas conmigo». «Nunca he conocido a un hombre que me quiera», era la última frase en la «outro» de este tema que deja muy claro qué vio Luca Guadagnino en Sufjan. 3 minutos de sobria canción de hoguera en la escuela de Nick Drake.
‘Vesuvius’ es lo más próximo a la intimidad de ‘Seven Swans‘ en ‘The Age of ADZ’, a pesar de que se acabe desatando en furia milenarista y flautas andinas. La cumbre del disco, y eso que ‘Age of ADZ’ e ‘Impossible Soul’ son cotas difíciles de batir… Excepto para el mismo Sufjan. Paradójicamente, ‘Vesuvius’ es una canción de autofustigación (o de autoayuda), en que el propio Sufjan se ve al filo del cráter del volcán: “Sufjan/Follow your heart/Follow the flame or fall on the floor” (“Sufjan/sigue a tu corazón/sigue a la llama o cae al suelo”).
¿Cuál es la canción más bonita de Sufjan Stevens? ¿Y de ‘Illinois’? Hay muchas candidatas. Pero la ganadora podría ser perfectamente ‘The Predatory Wasp’. Una canción nostálgica sobre un amigo al que amó de adolescente. Pero mejor que lo explique David Hernández, voz y guitarra en Cosmic Birds, que la calificó como su canción favorita de todos los tiempos: “El subidón épico que comienza en 2:30 en ‘The Predatory Wasp of the Palisades is Out to Get Us’ (mi canción favorita), cuando después de una lenta y preciosista cadencia de trompetas y un brevísimo silencio entra un ritmo de marcha, con redoble de caja seguido de bombo y ride epiquísimo, sobre los coros que cantan «Oh – great – sights – u -pon this s-tate, halleluya!» flautas y violines celestiales lo acompañan por detrás… y podría seguir, pero es mucho mejor escucharlo”.
Hemos visto a Sufjan Stevens experimentar con la electrónica, publicar EP’s sorpresa, canciones navideñas, embarcarse en rarezas y proyectos paralelos, dar el mejor concierto de la historia del Primavera Sound y de vez en cuando volver a las raíces del folk en un disco dedicado a la muerte de su madre y a su padrastro. Aunque entonada en voz baja y desprovista de los pomposos arreglos de un ‘Chicago’, ‘Should Have Known Better’ es una de las canciones fundamentales de su carrera, emocionante por el modo en que Stevens se enfrenta a su infancia, recuerda cómo no pudo hacer frente a la desaparición de su madre o narra el presente rozando el género epistolar. El final «My brother had a daughter / The beauty that she brings, illumination» es uno de los más bonitos que ha dejado su voz.
‘Impossible Soul’ dura 25 minutos, pero tiene trampa; más bien se trata de cinco canciones encadenadas por interludios instrumentales. Como si fuera una opereta espacial, nuestro protagonista interpela a su amante y a él mismo, una deidad bajada del cielo le conforta, nuestro héroe vuelve «autotuneado» para que, acto seguido, los coros de girls-scouts estelares tomen el control en lo que es el momento cumbre de la obra, un instante de optimismo iluminado tras tanta angustia psico-espacial. Ahí la cosa ha cogido tanta carrerilla que ya dan igual los arreglos de teclado barato; sólo te apetece levantar las manos y celebrar la salvación de tu alma a manos de Super Sufjan. Una vez redimidos, se despide con otro suspiro bello y acústico, tal como ha empezado. Paz de nuevo.
En ‘All Delighted People’ Sufjan se alimenta de toda la tradición de la música popular norteamericana: del soul exuberante al folk intimista, de todo el rock y el pop, pasando por el musical de Broadway, para crear una canción desmesurada, barroca, desbordante y delirante sobre el Apocalipsis (y cómo salir de él). Los arreglos orquestales suntuosos y los coros en cascadas se desparraman y burbujean a través de este tema de once minutos, una canción que es un homenaje a ‘The Sound of Silence’, pero que recuerda muchísimo al ‘A Day in the Life’ de los Beatles.
Si Sufjan no parece caer en la en la grandilocuencia o la melagomanía es por ese extraño sentido del humor que recorre toda su obra, esa sensación de que, en el fondo, no se toma a sí mismo demasiado en serio. Y, gracias también, a la emoción que logra desentrañar en cada recoveco, en esas canciones que dan vueltas sobre sí mismas y que en cada nuevo giro cambian y te ofrecen nuevos destellos.
‘Carrie & Lowell’ trata de la relación de Sufjan con su disfuncional madre Carrie. El abandono, el breve reencuentro en Oregón gracias a su padrastro Lowell Brams. De cómo afectó a Sufjan la muerte de Carrie en 2012. Abrir el disco con una canción titulada “Muerte con dignidad” puede parecer un puñetazo al estómago a simple vista. Pero Sufjan se las arregla, una vez más, para dar a la muerte y el sufrimiento un tratamiento que es tan sereno como emocionante.
‘I forgive you, mother, I can hear you/And I long to be near you/But every road leads to an end’. “Te perdono, madre. Te puedo oír. Y anhelo estar cerca de ti/pero cada camino lleva a un final”. Son los versos más sencillos y demoledores sobre la aceptación de la pérdida de un ser querido que se pueden cantar.
‘All Delighted People’, el EP en general, y la canción homónima en particular, es excesivo, un ejemplo del gusto que a veces tiene Sufjan por el “más es más”. Pero como buen rey del (también) “a veces menos es más”, una pieza tan pequeña, aparentemente, como ‘Heirloom’, es también la más difícil de olvidar, gracias a una simple guitarra, algún efecto de eco, unos pocos coros y… ese talento mayúsculo para la melodía y la emoción.
Si ‘Concernig the UFO’ es la canción que te invita a entrar a ‘Illinois’, ‘Come on, Feel the Illinois!’ es la que te anima a quedarte para siempre. No recuerdo dónde leí a alguien que decía que su hija llamaba a esta canción “la de la fuente de colores”. Pero es que es así como suena. La primera mitad (‘The World’s Columbian Exposition’) es animada y festiva, todo un despliegue instrumental y de coros. Pero es cuando irrumpe la segunda parte tras un breve desvarío progresivo (‘Carl Sandburg Visits Me in a Dream’) que Sufjan hace uno de esos quiebros tan suyos, en que consigue que una canción que ya era estupenda se haga completamente maravillosa. Are you writing from the heart?
La canción que abre la puerta al mundo mágico de ‘Illinois’. Una melodía lejana. Un crujido de madera que da pie a que irrumpa un piano que dibuja una hermosa melodía. Flautas etéreas y la voz más bonita que hayas escuchado nunca. Si te quedas atrapade aquí, ya has caído víctima del hechizo de Sufjan y de ‘Illinois’.
Más tarde te enterarás de que esta canción trata de unos avistamientos de OVNIS en la ciudad de Highland en enero de 2000. De que el disco está dedicado al estado de (claro) Illinois. De que Sufjan estuvo estudiando muchísimo sobre él y lo volcó todo, incluyendo personajes inquietantes, efemérides semi desconocidas y folklore muy local. Que era su segundo disco sobre un estado tras su ‘Michigan’ natal. Del “50 states Project” que, lamentablemente, nunca se llevó a cabo, porque el propio Sufjan no tardó en aclarar que era una broma… Pero todo eso da igual. Lo importante aquí para quedarte hechizade para siempre es la música.
La canción casi homónima de ‘The Age of ADZ’ no es tanto un fresco sobre Royal Robertson, artista plástico que lo inspira, como prácticamente un resumen de todos los Sufjan posibles. Porque todo está aquí, en sus 8 minutos: la electrónica cacharrera de ‘The Age of ADZ’, la épica, la sobredosis de arreglos, la fanfarria, los coros desatados de ‘Illinois’ o ‘Michigan’, el Apocalipsis… Pero también el Sufjan acústico, tierno y desnudo de ‘Seven Swans’. Un viaje alucinante y alucinado. ¡Gloria! ¡Victoria!
‘All of me Wants All of You’ es una canción desesperada. Una vez más, nos sabes si se la dedica a su madre que está muriendo o a un amante que se está distanciando. Los versos “You checked your texts while I masturbated’ son crudos y, a la vez, reflejan una relación de familiaridad camino de la destrucción. Sea quien sea el objeto de la canción, Sufjan se siente abandonado, quiere retener a toda costa a esa persona. Pero el propio tono de la misma ya nos informa de que no lo logrará: el ambiente opresivo y la guitarra amenazante, por más acústica que sea…
‘Romulus’ es ‘Carrie & Lowell’ doce años antes de que existiera ‘Carrie & Lowell’. Sufjan publicó ‘Michigan’ sobre su estado natal y nos coló una canción tremendamente autobiográfica y desgarradora. Frente a toda la fanfarria que adorna el álbum, ‘Romulus’ es reconcentrada, acústica. Sufjan narra el abandono de su madre desde la casa del abuelo en la pequeña localidad de Romulus, el anhelo por poder verla, pero también la vergüenza que ella le provoca.
‘Romulus’ es una de sus cimas líricas, una canción que muestra que no es sólo un músico excelente, sino un letrista excepcional. Pocas líneas reflejan el desamparo pero también la resilencia de una manera tan escueta y certera como “She moved away quite far / Our grandpa bought us a new VCR / We watched it all night / We grew up in spite of it (“Ella se fue a vivir bastante lejos. Nuestro abuelo nos compró un nuevo vídeo / nos hicimos mayores a pesar de todo esto”). Y los “I was ashamed of her” susurrados al final de la canción se clavan en el alma.
‘Call Me By Your Name’, la película de Luca Guadagnino cuenta en su banda sonora con tres canciones de Sufjan Stevens, realzando su popularidad y constituyendo los mayores éxitos comerciales de su carrera. ‘Mystery of Love’ es la mejor de ellas, una canción romántica, compuesta sobre todo de los punteos de su guitarra y de unas ambientaciones de tonos místicos. Su letra nos habla del primer contacto con un amor, de la emoción del primer beso, por el que Stevens se siente “bendecido”.
‘Genuflecting Ghost’ tiene, aparentemente, bastante de canción de campamento cristiana: los coros comunales, la entonación de predicador calmo de Sufjan, la dulzura de la melodía… Pero este candor contrasta con una letra angustiosa. Sufjan implora al ser amado que no le abandone. De primeras, puede parecer que Sufjan se humilla ante un amante esquivo y voluble. Pero después de conocer la muerte de su novio, Evans Richardson IV, la canción alcanza otra dimensión: la de túmulo a la memoria del ser amado.
‘Back to Oz’, es perfecta. En su momento, quizás la mejor canción de Stevens desde ‘Carrie and Lowell’. Su atmósfera de soul, los juegos de voces angelicales, la melodía, las pequeñas pausas, el estribillo… todo eso la convierte en la gran tonada pop de Sufjan. Y cuando te encuentras con los versos “I’ll be there to play my part” persiguiéndote durante semanas, entiendes que sí, que este es otra gran canción de Stevens. La colaboración con Angelo De Augustine, en vez de empañarle, le da mayor brío.
El número 7 es por excelencia el número bíblico y religioso, y Andy Barnes, autor de un ensayo sobre teología y cultura que vinculaba ‘Pink Moon’ de Nick Drake y ‘Seven Swans’, notaba que Sufjan se dispone a repetir la frase «Cause He is the Lord» 7 veces, «pero cuando llega la 5ª, nota que no puede más y empieza a incorporar el coro «seven swans, seven swans, seven swans», presentando «al juez y al destructor a un lado y a los 7 cisnes y al creador en el otro, complementándose, pues el terror se complica con la belleza y la belleza se complica con el terror». La composición está sostenida por un banjo rasgueado, al que se van incorporando un piano y los coros de Megan Smith acariciando muy en segundo plano, hasta que se despliega el clímax del minuto y medio final, con el citado contraste en tono de los dos coros: el angelical y el turbio.
En ‘Sister Winter’ Sufjan relata de manera angustiosa que tiene muchas cosas por las que sentirse alegre y agradecido. Especialmente, por sus amigos. Pero, ay, la hermana invierno se ha instalado en su corazón y no siente nada. Y viene a pedirnos perdón por eso… Todo en una progresiva subida emocional hasta que rompe en el final más exultante posible, lleno de fanfarria y confeti. Porque, a pesar de todo, Sufjan está aquí para desearnos «Feliz Navidad». El mejor villancico de Sufjan Stevens. Y no lo digo sólo yo: Tracey Thorn hizo una preciosa versión en su disco navideño ‘Tinsel and Lights’.
Las letras de ‘Javelin’ no presentaban una temática uniforme. ‘Goodbye Evergreen’ es la canción que lo abre y habla de la muerte, lo que incluye una extraña frase «piensa de mí lo que quieras / crezco como un cáncer». Sin embargo, es accesible y hermosa, está repleta de coros maravillosos en pleno desvarío sinfónico. Su puente instrumental tanto remite a los discos navideños de Sufjan Stevens como a ‘The Age of ADZ’. Es una puerta de entrada maravillosa al disco, perfecto resumen de todo lo que vamos a encontrar en su interior.
Lejos del sobrecargado sonido de ‘The Age Of Adz’ y buena parte de ‘Illinoise’, Sufjan retomaba su faceta acústica en el muy personal ‘Carrie & Lowell’, como bien muestra la sencilla y preciosa ‘No Shade In The Shadow Of The Cross’. Con su voz entre brumas, como si cantara a escondidas, Stevens canta una letra llena de simbolismo, con referencias religiosas, dibujos animados e historias de fantasía que sugieren una regresión a su infancia, a la visión que él tenía de la relación de su madre y su padrastro, leitmotiv del álbum. Delicada incluso en la frase «Fuck me, I’m falling apart», ‘No Shade In The Shadow Of The Cross’ toca sobre todo por el poder de esas imágenes, llenas de confusión y ternura, de un pequeño afrontando la «pérdida» de su madre al verla en brazos de otro».
Si los 6 minutos de ‘Seven Swans’ -la canción- se hacen cortos, lo mismo podemos decir de los 6 minutos de ‘Sister’, que no son precisamente una travesía por el desierto. La canción está dividida en dos mitades, y es la primera e instrumental la más excitante, un viaje en el que la brisa probablemente remita a algún recuerdo infantil, pues esta es una composición efectivamente dedicada a una de las hermanas de Sufjan Stevens. Una cometa, un sombrero, una referencia a una cicatriz están entre los recuerdos citados que cualquiera podemos entender.
‘A Running Star’ es una de las canciones más encantadoras de Sufjan. Fue el tercer single de ‘Javelin’. Destaca por su temática algo ñoña de amor entre tantas súplicas que contiene (aparentemente) el disco. La canción se desliza entre punteos de guitarra que arañan el corazón, la forma de cantar tan íntima de Sufjan, los coros de Nedelle Torrisi y un final con algo de música ambiental sesentera. Como bien indicaba Sebas en su crítica de ‘Javelin’: “Si tenemos en cuenta sus canciones anteriores, ‘A Running Start’ es la que desprende mayor vibras positivas. Además, su melodía parece sacada de un villancico navideño”.
“Lo más próximo a un tema R’nB o de baile. ‘Video Game’ es un tema popero, conciso, que hace uso de ritmos y sonidos electrónicos propios de la radio pop de los años 80, así como de una melodía pegadiza y repetitiva en el buen sentido, que se pega a la primera, para postularse como canción candidata de Sufjan a poder sonar entre hits de Robyn o Troye Sivan en tu playlist favorita.
Y es que ‘Video Game’ no cuenta con estribillo como tal, sino que se compone de una serie de estrofas en las que Sufjan comparte sus reflexiones sobre la persona auténtica que desea ser, dejando varias referencias religiosas marca de la casa. La canción empieza de hecho con la frase «no quiero ser tu Jesucristo personal» para después responder: «quiero ser mi propio creyente, no quiero jugar a tu videojuego». Sufjan tampoco quiere ser «el centro del universo» ni una «marioneta en el teatro» ni quiere poner al «demonio en un pedestal» o a los «santos en cadenas»; solo quiere «hacer su vida un poco más fácil»
‘John My Beloved’ es una de esas canciones de Sufjan Stevens que, sin grandes alharacas, tocan la fibra sensible. Apenas unas notas de piano y teclado sostienen la totalidad de la grabación que, como otras composiciones de ‘Carrie & Lowell’, versa sobre la muerte. «Solo una sombra de mí; es una manera de hablar: estoy muerto», repite la última línea del estribillo. Sin embargo, esta canción es diferente, pues añade un punto de erotismo en toda su imaginería religiosa. Sufjan empieza el tema en un bar de Long Island donde se toma un vino, pide unas patatas. Pero algo le ronda la cabeza, la idea de perder a un ser querido. El texto va virando hacia lo religioso con una mención expresa a Jesús, y a su apóstol favorito, San Juan. Es como si se mirase en su relación para superar una propia. La idea de perder a alguien para siempre, sin haberse reconciliado con él, le abruma en todos los coros, incluso el que suena tras esa tercera estrofa llena de sensualidad que «contiene el aliento», habla de su lengua recorriendo «tu pecho», y de un beso en la mejilla que «dejará una marca». Sebas E. Alonso.
‘I Walked’ sirvió de presentación de ‘The Age of ADZ’ y ya mostraba sus cartas más electrónicas. Y aunque la excusa del disco es la obra del artista maldito Royal Robertson, esta es una fiera canción de desamor en la letra, pero dulce en forma, entre nubes de electrónica algo pasada de moda, coros angelicales, y la voz susurrante de Sufjan, que embelesa aunque se esté arrastrando ante el amante que le ha abandonado, desgarrándose, desangrándose.
‘Futile Devices’ tuvo dos vidas: cuando apareció como engañosa introducción al mundo de ‘The Age of ADZ’ y en remix de Doveman, en la BSO de ‘Call Me by Your Name’. En ambas, la voz doblada y queda de Sufjan se pasea entre cuerdas, en una rendida declaración de amor: el verso “And when you crochet I feel mesmerized and proud” (y cuando haces ganchillo me siento cautivado y orgulloso) no puede ser más encantador. Pero como bien declara al final, para el amor las palabras son “artefactos inútiles”.
‘Javelin’ es un disco hermoso como el amor, y uno de los más accesibles que ha escrito Sufjan Stevens. Sobre una base de guitarra y/o piano, las producciones van añadiendo elementos new age o electrónicos, como en ‘Everything That Rises’ -que tiene cierto aire a la melodía principal de ‘La historia interminable’-. Pero lo más emocionante es la voz de Sufjan, ligeramente ronca, rasgada, trémula. Si no te rompe el corazón al oírla… bien, quizás significa que no tienes.
La paranoia techno-espacial de ‘I Want to Be Well’ va in crescendo. Hasta que explota con Sufjan entonando enajenado “I’m not fucking around!” entre coros apocalípticos y una batería desquiciada. No queda claro si la enfermedad a la que alude es física o del alma, si implora estar sano de cuerpo o de mente. Hay que recordar que Sufjan sacó ‘The Age of ADZ’ tras sufrir una extraña crisis nerviosa mientras veía ‘Fantastic Mr. Fox’ de Wes Anderson. En cualquier caso, Sufjan se funde completamente con la paranoia del “profeta” Royal Robertson y no sabes dónde empieza uno y acaba el otro.
La de la noche de los zombis es la canción más chiflada de ‘Illinois’, a pesar de su aire pretendidamente solemne, de todas esas alusiones a imperios y juventudes derrumbándose. Una locura de soul en base a piano, bajo, un riff contagioso de cuarteto de cuerda y coros de animadoras dementes deletreando I-L-L-I-N-O-I-S. Los zombies de la canción son los presidentes que nombra, Logan, Grant, y Ronald Reagan, los indios a los que los colonos europeos masacraron, las ciudades fantasma que nombra: espectros de la memoria cuya presencia aún se siente en el territorio. Por cierto, ‘La noche de los muertos vivientes’ de George A. Romero se rodó y situó en… Pensilvania.
‘In the Devil’s Territory’, es otra de las canciones clave de la era pre-‘Illinoise’. Sobre una secuencia de dos inquietos acordes que parecen huir en zigzag, Sufjan nos habla de «dragones» y «brujas», mientras el estribillo representa la liberación, la señal de que podemos derrotar a todas esas «bestias». «No tengo miedo a morir con tal de verte, encontrarte, verte al fin», canta triunfal mientras algo parecido a un theremin y el crescendo nos elevan. A él, su fe. A nosotros, su música.
El arranque de ‘The Ascension’ no puede ser más arrollador: ‘Make Me an Offer I Cannot Refuse’ es esa canción que siempre esperas en los discos de Sufjan Stevens, esa que te agarra bien y que no te suelta. Una fuerza de pop casi industrial, con Sufjan entonando el título de la canción enajenado, con los coros duplicados cayendo en cascada y un final marcial que machaca neuronas. No puedo evitar compararlo con Björk, porque funciona como presentación tan bien como lo hacía ‘Jóga’ en ‘Homogenic’.
‘A Beginner’s Mind’ el disco con Angelo de Augustine retrotrae a ‘Michigan’ y ‘Seven Swans’. La excusa del disco es muy simple. Sufjan, Angelo y otros amigos del sello Asthmatic Kitty se juntan en una cabaña en el estado de Nueva York en una especie de campamento de composición. Cada noche ven una película. Las películas les despiertan ideas y sensaciones para crear música, así que deciden componer canciones basadas en esas películas: temas folks tan bien cantados y tocados como ellos saben. Sufjan lanza sus mejores requiebros en ‘Olympus’, que homenajea a Ray Harryhausen y ‘Jasón y los Argonautas’.
‘Too Much’ fue un adelanto engañoso de ‘The Age of ADZ’. Al menos de entrada. Es una dicharachera canción de ¿amor? que juega con la electrónica retro, los colorines y la melodía infantil. Un envoltorio que contrasta con una letra críptica y algo inquietante. De hecho, la inquietud avanza a medida que la canción se va alargando, hasta llegar a una fanfarria final que desdibuja todo el buen rollo anterior y nos lleva al auténtico mundo, alucinado y apocalíptico, de Royal Robertson, el artista maldito que inspira el álbum.
Illinois, el estado, es tan grande, que se quedaron muchos temas, lugares y personajes fuera. ‘Illinois’, el álbum, es tan bueno, que aún se quedaron multitud de canciones gloriosas fuera. ‘The Avalanche’ (2006) recuperó todas estas canciones que acabaron de dibujar el corpus de un estado/disco único. La Henney Buggy Band del título era una banda de una fábrica de vehículos casi olvidada… excepto por el inquieto Sufjan, que le dedica esta canción prima hermana de ‘Decatur’ (también narra una excursión), y que suena a, efectivamente, banda marchando, guiada por los vientos, con sus majorettes y todo.
‘Planetarium’ fue el disco que sacaron Sufjan Stevens, Bryce Dessner, Nico Muhl y James McAlister dedicado al Sistema Solar. En palabras de mi compañero Raúl Guillén: “El resultado es una extraña amalgama que combina música clásica y electrónica, pop rock y experimentación, intimidad y épica”. La personalidad de Sufjan, por eso, es la predominante, sobre todo en ‘Saturn’, una pista bailable, casi trance, con bien de subidón, donde su voz autotuneada llega casi a la histeria.
Otra de las canciones tan sencillas, tan desnudas, tan Nick Drake de ‘Seven Swans’. Aquí Sufjan parece, por una vez, dirigirse simplemente al/la amante. El vestido te queda bien. Veo mucha vida en ti. Veo mucha en luz en ti, repite de una manera tan parca como hermosa. Pero también en esta evocación se cuela el fervor religioso, la sensación de que Sufjan busca refugio de un mundo horrible aferrándose a ese vestido que luce la persona amada.
‘For The Widows In Paradise, For The Fatherless In Ypsilanti’ es una de las canciones más importantes de ‘Michigan’ (2003). Es la que prefigura ‘Seven Swans’: la sencilla melodía folk, el estupendísimo estribillo a dúo con Elin Smith, con el mantra «I’ll do anything for you» repitiéndose, las sutiles referencias religiosas… Pero, sobre todo, aquí reina el banjo. Ese al que se le asociará de manera permanente. Da igual que antes, en ‘Enjoy Your Rabbit’, Stevens se hubiera dedicado a la electrónica ambient: Sufjan será en el imaginario colectivo un hombre a un banjo pegado. Pero ‘For the Widows’ también es una puerta a ‘Illinois’. Sus fabulosos arreglos de cuerda y vientos dan fe. ‘Michigan’ es exuberancia compositiva, riqueza instrumental, historia e historias… El salto de calidad respecto a ‘A Sun Came!’ es monumental. Y lo que nos quedaba aún por escuchar…
‘Djohariah’ es la joya que cierra el EP ‘All Delighted People’. Está dedicada a la hermana de Sufjan Stevens, y es un llamado a que siga adelante, a que no se rinda, aunque Sufjan no se arranca a cantar una letra hasta el minuto 11:43. Antes de eso, es una suite muy orgánica, entre el jazz y la psicodelia, basada en guitarra, con voces que repiten el nombre de Djohariah. ¿Quién es capaz de perpetrar una canción de ¡17 minutos! y que no sólo no te aburra, sino que, además, te haga desear que, por favor, no se acabe jamás?
«Decatur» es una de las canciones más encantadoras y alegres de ‘Illinois’: parece sacada de ‘Barrio Sésamo’. A dúo con Matt Morgan, narra la excursión de dos niños a Decatur, ciudad donde llegó a residir Abraham Lincoln. Y la pasan haciéndole la puñeta a su madrastra, a la que, creen, detestan. Pero con los años llegan los recuerdos y la certeza de haberse portado muy mal con ella. Así que: «Stand up and thank her!» Ponte de pie y dedícale un aplauso a tu madrastra, que se lo merece, tal como celebra el festivo cierre de la canción.
‘My Little Red Fox’ es celta, es new age, es como un musical, tan íntimo como expansivo, es religioso, con todas sus referencias al Pentecostés, es mundano, es una súplica amorosa… Todo llevado a niveles sublimes, gracias al acompañamiento vocal de Adrienne Marie Brown, Hannah Cohen y Megan Lui, que alcanzan el cielo cuando, entre todes, entonan esos “Kiss Me like the wind’.
La coincidencia en nombre con uno de los temas más hermosos jamás cantados por Stevie Nicks es baladí, pues esta es una nueva aventura electrónica, sugerente y también introspectiva que en un momento se crece para disfrutar y vivir toda su euforia. En una entrevista con el artista que nuestros usuarios comentaban en el foro de Sufjan Stevens, el artista decía que no podía estar siempre cantando sobre cosas como la muerte de su madre, y esta canción que se titula «derrumbe» o «desprendimiento» es en realidad una canción positiva. Sufjan contrapone «una segunda vida» y una «anafilaxis», la «mierda» y la «luz», para decantarse por el lado luminoso en este caso.
Mientras la composición avanza entre sintetizadores y juguetes electrónicos, próximos a la Björk de finales de los 90, el tema va creciendo para anunciar y repetir de manera reiterada: «vayamos a dar un paseo en el círculo de la luz». Por si hubiera alguien capaz de decir «no» a este mandato de Sufjan Stevens, el estribillo sube aún más para mostrar que no se puede huir de su «ola de amor»: «Caminamos hacia la luz / sube la marea / mi amor es una ola / me tienes atrapado en un deslizamiento de tierra / no hay dónde correr / no hay dónde esconderse / mi amor es una ola / me tienes atrapado en un deslizamiento de tierra». Una reconfortante manera de estar atrapado, en este caso, que además es enormemente necesaria en el último tramo de ‘The Ascension’.
‘The Only Thing’ es tan dulce por fuera como dura por dentro. Sufjan nos explica que “las únicas cosas” que le impiden autolesionarse o, insinúa, algo peor, son esos pequeños detalles hermosos de la vida, como cielos estrellados o paseos nocturnos. Aunque no se la nombre, la sombra de Carrie, su madre, sobrevuela toda la canción. Todo esto entretejido en una melodía que es pura miel, entre punteos encantadores y pequeños arreglos de vientos. Sencilla y devastadora.
La primera pista de ‘Seven Swans’ (2004), ‘All the Trees of the Field Clap Their Hands’ sale de un pasaje del libro de Isaías en el que se nos habla de música. «Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso» decía el texto bíblico, logrando esta composición absolutamente celestial servirle de muy digno homenaje: hasta el ateo sucumbe ante su enorme belleza formal, creada a través de un sencillísimo riff de banjo, por supuesto tocado por Sufjan Stevens. ¿Todo un bosque al ritmo de una canción de Sufjan Stevens? Sí, por favor.
Parte de la leyenda de Sufjan Stevens se labró a partir de sus discos navideños. Era un shock ver a un héroe del underground vestido de tal guisa. ‘Songs for Christmas’ (2006) recopilaba 5 EP’s que entre 2001 y el mismo 2006 había repartido entre amigos y familiares… Y después continuó con el proyecto.
La penúltima canción del recopilatorio navideño ‘Silver & Gold’ (2012) parte del villancico del mismo título que popularizó el actor Burl Ives. Aparte de dar nombre a todo el proyecto, Sufjan lo lleva a un terreno de folk psicodélico muy de los 70, para hacer otro de sus llamados al Apocalipsis. El espíritu navideño brilla por su ausencia, pero el resultado es sobrecogedor:
«Me estoy haciendo mayor
Todo el mundo desea la juventud
¿Cómo he desperdiciado mi vida
confiando en el placer que te da la tierra?»
El debut de Sufjan Stevens, ‘A Sun Came’ (2000), ya tiene su sello personal: son una veintena de canciones que tocan varios estilos, del folk al grunge. La incontinencia y la infinidad de influencias apuntan a la dispersión, pero como debut, anticipa mejor su carrera que el extraño segundo disco, ‘Enjoy Your Rabbit’ (2001), un álbum de electrónica dedicado al zodíaco chino.
Es el tercer álbum de Sufjan el primero que reivindicar. La primera canción de ‘Michigan’ (2003) trata de la crisis de la industria automovilística de los 70 en EEUU. Michigan era el estado del motor y Flint uno de sus epicentros. La ciudad sufrió la crisis de manera severa: desindustrialización, pobreza, crimen… Mucho antes de recorrer Illinois y su historia, Sufjan se pone en el lugar de un solitario sintecho en las calles de la ciudad 30 años antes, y dedica su plegaria a piano y vientos a las víctimas de la crisis, a los desempleados y mal pagados.