«Dulce» y «romántico» son palabras que rara vez se han utilizado para describir un disco de Madonna. Apenas aplican a su 5º álbum de estudio, ‘Bedtime Stories’ (1994), que se reedita con motivo de su 31º aniversario, y al recopilatorio de baladas que publicó poco después durante la campaña de ‘Evita’. La interpretación fácil es que la artista estaba reculando tras la mala recepción que había tenido ‘Erotica’ (1992), su libro ‘Sex’, y también una entrevista en el show de David Letterman en la que dijo una quincena de veces «joder».
La realidad es, como siempre, más compleja. Algo de reacción había en estas composiciones sencillas, cortas, nada esquinadas en comparación con las de ‘Erotica’. Sin embargo, la portada del álbum original y las fotografías de promo eran ambiguas. «Bedtime Stories» pueden ser «cuentos para niños», sí; y estas canciones, «nanas», también; pero Madonna y la inocencia no caben juntas posando desde una misma cama.
La artista comenzó a trabajar en el álbum con su colega Shep Pettibone, con quien había construido clásicos como ‘Express Yourself’ o ‘Deeper and Deeper’. La idea era trabajar en música inspirada en el soul de los 70. Como es habitual en su carrera, a medio camino cambió de parecer, y decidió explorar una vena más R&B e incluso hip-hop. Llamó a Babyface porque le gustaba su trabajo con Toni Braxton y TLC, y él sugirió también a Dallas Austin, que había colaborado igualmente con el trío en ‘Creep’.
Para dar un toque europeo y homogeneizar composiciones trabajadas con distintas personas -algunas de Pettibone sobrevivieron-, contó con Craig Armstrong y Nelle Hooper: Madonna confesó luego que había estado obsesionada con ‘Debut’ de Björk «durante años».
Aunque Madonna estaba en uno de esos momentos en que llega tarde a la tendencia en lugar de crear una propia (quizá porque bastante había arriesgado con ‘Erotica’), la aproximación a la música estadounidense está muy conseguida. ‘Take a Bow’ es una canción de amor absolutamente celestial en su caída de cuerdas, tomas vocales y devoción mutua, con una letra inspirada tanto en Shakespeare como en los Carpenters. Su prima hermana es ‘Forbidden Love 1’: Babyface se pasa susurrando cosas ininteligibles media canción, lo que le da un carácter muy cálido, y la máxima de su letra es parecida a la del macrohit: «el rechazo es el mayor afrodisíaco».
El vídeo de ‘Take a Bow’, rodado en Málaga, añadía una nota de deseo que se desarrollará aún más en ‘Human Nature’: este sigue siendo un disco muy sexual de Madonna, en el que repite varias veces que no se arrepiente de haber sido libre. ‘Love Tried to Welcome Me’ se inspira de hecho en una stripper que vio en un club. La cantante se pone en su pellejo para hablar de lo mal que le ha ido en el amor.
Después, es verdad que hay temáticas más espirituales. ‘Inside of Me’ está dedicada a su madre, ‘Survival’ habla sobre el «backlash» recibido durante dos años, y ‘Secret’, sobre la importancia de valorarse a una misma. Como indica Giulio Mazzoline en su «Songbook», para Madonna canturrear «mmmm» en un tema será sinónimo de espiritualidad, como se verá después en ‘Frozen’ e ‘Isaac’.
Por el contrario, el intento de aunar producciones diferentes y llegar a Europa está menos conseguido. ‘Bedtime Story’, sobre seguir los instintos que provienen de millones de años atrás y dejar volar el subconsciente, avanza el sonido de ‘Ray of Light’, pero palidece frente a cualquier composición de este salvo «Shanti». Y sobre todo, no hay manera de que quede bien ni delante ni detrás de ‘Take a Bow’. Lo mejor de este álbum no es su vena electrónica o experimental, sino su exquisitez en los arreglos, su sutileza al incorporar detalles jazz (‘Sanctuary’ se inspira en un clásico de Herbie Hankock), trip hop (Massive Attack, con los que trabajaría poco después), e incluso influencias hispanas, fruto del largo tiempo que Madonna había pasado en comunidades latinas de Miami.
La reedición se llama «The Untold Story» porque contiene pistas inéditas, rarezas y remixes remasterizados. Madonna ha tenido la ocurrencia de secuenciarlos como si fuera un disco nuevo: no hay orden cronológico ni remixes o demos repetidos. Las nuevas versiones de ‘Survival’ y ‘Secret’ abren queriendo llevar el álbum decididamente a su lado más urbano. Por eso es una gran derrota que no se hayan conseguido los permisos para incluir la colaboración que 2Pac llegó a grabar de ‘I’d Rather Be Your Lover’. Sabemos por la filtración de Youtube que tampoco es que nos perdamos mucho, pero habría sumado en una historia legendaria: la de la carta que el rapero le mandó pocas semanas después de que saliera este álbum. La diferencia de edad, racial y de popularidad fue demasiado para él. Además, moriría asesinado en 1996 cuando su carta terminaba diciendo: «Ten cuidado, Madonna, que yo llevo ya 5 balas encima».
En todo caso, hay que dar la bienvenida a algunas demos, sin olvidar que son eso, rarezas. ‘Freedom’ es la típica canción de Madonna en que la artista se niega admitir un «no» por respuesta -habla de libertad, no de consentimiento-, y tiene el mérito de sonar a góspel y a funk con poco más que una guitarra. Habría añadido bastante «groove» a ‘Bedtime Stories’ algo desarrollada. Finalmente, el single ‘Right on Time’ es una canción amable en sintonía con el disco original, y ‘Love Won’t Wait’, que escribió y rechazó ella misma -años después sería número 1 en manos de Gary Barlow- suena aquí casi como un buen villancico de cierre, en un álbum que al fin y al cabo se publicó en otoño. Feliz Navidad a todo el mundo… y dulces sueños.