Brigitte Bardot, que ha fallecido esta semana a los 91 años, fue una figura tremendamente influyente en la cultura popular y, particularmente, en el mundo del pop. Hemos visto, a lo largo de los años, a Britney Spears en 2003 o a Duffy en la mismísima portada de ‘Endlessly‘, su disco de 2010, emular su estilo. Por supuesto, el homenaje de Kylie Minogue en la era de ‘Body Language‘ (2003) fue explícito.
En los últimos días han estado en el punto de mira las publicaciones que, en redes sociales, han elegido recordar a Bardot con imágenes de su juventud en lugar de su vejez, subrayando ese edadismo interiorizado que aún toca superar. Bardot, por supuesto, llegó a la edad anciana de forma muy avanzada y no sin controversias. En sus últimos años, Bardot había sido conocida por su viraje a la ultraderecha, atacando a musulmanes y gays por igual. Retirada de las pantallas en 1973, dedicó su vida a la defensa de los derechos de los animales.
No todos estaban al tanto de las polémicas finales de Bardot, que incluso le valieron multas por racismo por parte de la mismísima República Francesa. Entre quienes lo desconocían se encontraba Chappell Roan, que no dudó en lamentar la pérdida de Bardot en sus redes sociales. “Descansa en paz, señorita Bardot”, escribía la artista, adjuntando un emoji de corazón. Bardot es directamente la gran inspiración detrás de ‘Red Wine Supernova’, uno de sus mayores éxitos.
A Chappell el gesto le ha durado poco, ya que sus fans se han encargado de recordarle -con razón- que Bardot fue conocida en sus últimos años por actitudes racistas, islamófobas y homófobas, ideas con las que Chappell no comulga en absoluto, pues es famosa por su activismo en defensa de los derechos LGBTQ+ y de Palestina. El problema es que demasiadas personas se han lanzado a juzgar o incluso cuestionar su integridad moral por ignorar una información que, ciertamente, no estaba a mano de tantísima gente. La mayoría, me atrevo a decir, ya que Bardot no ha sido una figura tan relevante fuera de Francia en los últimos años.
Muchos la han criticado por meter la pata, incluso por “no pensar antes de hablar”, como si Chappell Roan -o cualquier otro artista- tuviera la obligación de estudiarse todos los titulares de prensa más recientes de una figura pública antes de postear sobre ella (Roan no ha sido la única señalada, también le ha pasado a la cuenta de Instagram @_stillwerise). Y ni siquiera eso: ¿acaso criticar las actitudes intolerantes de la última Bardot es incompatible con recordar su carrera y estatus como icono del pop? En todo caso, toca reconocer la complejidad de su legado y entender que, como canta Xoel López en ‘Sombras chinas
‘, los ídolos a los que admiramos son ilusiones y que muchas veces caen como castillos de naipes, por desgracia.Claramente hipervigilada por las redes sociales, que no perdonan un paso en falso -este no lo es- y donde no existe matiz posible, Chappell Roan ha reculado en su luto por Bardot, expresando su sorpresa ante toda esa información que desconocía. “No tenía ni idea de todas esas barbaridades sobre Bardot”, ha escrito. “Obviamente, no apoyo nada de lo que ella decía. Muy decepcionante saber todo eso”. De manera extraña, la revista queer Out Magazine ha publicado que Chappell ha “pedido disculpas” por su post inicial, pero Chappell no ha pedido perdón exactamente, sino que simplemente ha reconocido haber ignorado esa información.
Que Chappell no haya escrito la palabra “sorry” en su publicación es más significativo de lo que parece. Básicamente, quiere decir que Roan no debe disculpas a nadie por existir sin saberlo todo. Es -a riesgo de ponerme filosófico- el estado natural del ser humano, pero las redes sociales dan a muchos la potestad, desde el anonimato, de juzgar la falta de información de otros -que es inevitable- como si fueran Wikipedias humanas golpeando la mesa con un mazo, entes omnipresentes que lo saben todo. La verdad, es agotador.
Está claro que la información es poder y ojo, vaya por delante que las actitudes de Bardot eran absolutamente condenables e imperdonables. En los últimos tiempos, Bardot representaba mucho de lo que está mal en la sociedad actual y merece que todos sus obituarios lo recuerden. Pero también estoy seguro de que juzgar moralmente la humanidad de otros en términos de blanco o negro, desde esa lógica punitiva y simplista que permiten las redes, tampoco debería ser el camino.
Estoy seguro de que Chappell Roan no habría publicado una story sobre Bardot de haber conocido toda esa información de antemano. O quizá lo habría hecho de forma más informada. Incluso estoy convencido de que Roan ha aprendido algo de todo esto. Pero es preocupante -siniestro incluso- que las redes la pinten prácticamente como cómplice de las ideas de Bardot por el simple hecho de… no haber sabido algo. Claramente vivimos en la era de la hipervigilancia -como se vio con el caso de la pareja fan de Coldplay-. ¿La solución? Estar informados. Chappell no ha tenido más remedio.