Por obvio que sea, su título define bastante bien lo que uno siente al escuchar este nuevo disco de los escoceses. Dolor porque se echa en falta el ruidazo de sus primeros álbumes. Y gozo porque, afortunadamente, bastantes de estas canciones son entre buenas y muy buenas.
El segundo disco de la cantautora Karen Elson, ya separada de Jack White, es más folkie. Aunque en alguna ocasión los arreglos decoran más que aportan, el álbum contiene su pequeña obra maestra.
La productora de Gales del Norte que solía vender discos a Björk en Londres debuta con un largo de miniaturas tecno-pop intimistas que existen en la dimensión más espectral e hipnótica del género.
Pese a sus defectillos, el disco de versiones de la canzone de la artista cordobesa se escucha con gusto gracias a su coherencia y a su cada vez mejor voz.