Emilia Pérez es varias películas a la vez. Es un narcothriller, es Sra. Doubtfire, es cine de denuncia social, es una de Almodóvar, es un musical de Broadway, es cine camp (hay un número musical a la altura del "Every sperm is beautiful" de los Monthy Python), es un cuento optimista y algo naif sobre el poder del cambio, tanto físico como espiritual, en un país (México) que vive tiempos oscuros y violentos. Todo ello contado por un francés. De alguna manera Jacques Audiard consigue que ese monstruo de Frankenstein que ha montado cosiendo distintos géneros, cobre vida. Este hombre lo mismo te hace un drama carcelario, que un western que lo que quiera que sea esto. Zoe Saldana está mejor que nunca, Karla Sofia Gascón tiene auténtico magnetismo en pantalla y ojalá la veamos en los Oscars (Francia ha preseleccionado esta película) y Selena Gómez se ha llevado de rebote un premio de interpretación en Cannes cuando no se le entienden la mitad de los diálogos, pero mira, la alegría no se la quita nadie. A mí personalmente la película me ha parecido OK, valoro el riesgo y la he visto con interés, pero no es para mí. También es verdad que yo no soy mucho de musicales (y a lo tonto esta semana me voy a tragar tres: Emilia Pérez, The End y Joker Folie à Deux, que se ha desvelado que es la película sorpresa de mañana).
La nueva de Sorrentino me ha gustado bastante aunque menos que otras suyas. Según ha dicho él en la presentación, es una película sobre Nápoles y sobre la vida de una mujer (matizamos: sobre la vida de una mujer durante las décadas en las que el personaje lo pueda interpretar una tía buena; la infancia o la madurez no importan), el paso del tiempo y los recuerdos. No tengo muy claro que los resultados reflejen eso tan bien como él cree. Más bien ha vuelto a hacer una película sobre la belleza, concretamente la femenina y cómo esa belleza provoca admiración, deseo, abre muchas puertas pero también causa estragos incluso dentro de la propia familia. Parthenope (Celeste Della Porta) es realmente hermosísima (al acabar la proyección, en algo que parecía una escena sacada de la propia película, los hombres heterosexuales del público se han levantado como un resorte en standing ovation vueltos hacia el palco donde estaba la actriz, mientras que el resto aún permanecíamos sentados). Pero el personaje titular, aparte de ser muy bella y muy lista, no es particularmente interesante ni creo que esté bien escrito. La cámara (y Sorrentino detrás) están enamorados de ella, pero es casi un no-personaje. Lo importante y lo que hace que ver Parthenope sea una experiencia disfrutoncísima, es todo lo que pasa a su alrededor: los secundarios (el profesor cínico, el cura desagradable, la diva Greta Cool con pelazo a lo Rocío Jurado), los desvíos en forma de ideas visuales, extravagancias, salidas de tono y secuencias de una belleza que te dejan boquiabierto. Las sorrentinadas de turno, vaya, que son magistrales como siempre.