No esperes demasiado del fin del mundo es laaaarga, muy irregular, a ratos tediosa, a ratos directamente crees que el director (Radu Jude, no había visto nada suyo hasta hoy) te está troleando big time. Sin embargo, a lo largo de toda la peli hay destellos de mucho humor, de acidez, de ternura y de mucha mala baba. La escena final, en un plano fijo de 20? 30? minutos, es simplemente soberbia. Muy peculiar, muy inteligente, en ocasiones exasperante, como decía, pero verdaderamente interesante. Entre esta peli y Toni Erdmann, por cierto, qué panorama ofrecen de país jodidísimo que tiene que ser Rumanía.
Ah, y la prota es la prima rumana de vuestra amiga Germanotta.