En mi casa de pequeños pues sí recuerdo la ilusión y un millón de regalos, pero luego se ha ido volviendo todo bastante más austero. Ahora con mi sobrino ha vuelto la magia, pero se centra en él. Tener regalos para mí que me molen un montón no es algo que eche especialmente de menos, ni mi familia pide nada del otro jueves tampoco.
Pero ya sabéis que estoy un poco muerto por dentro. Dirá incluso que el hilo de las Cosas que me dejan frío se creó en mi honor. Tampoco es que sea un mérito pero es lo que hay.