Otro que hicimos, que es una flipada, es coger un montón de tarjetas en blanco.
Jugábamos al típico juego, objetivo deshacerse de todas las cartas. Podías escribir en cada carta lo que quisieras, partiendo de las típicas "salta al siguiente jugador" o "el siguiente roba dos cartas", a cualquier cosa que se te ocurriera, tipo "el último en tocar algo amarillo roba tres cartas", o cualquier ida de olla, siempre que hubiera más o menos consenso en que no era muy descabellado. Básicamente la regla no escrita era que si hacía el juego divertido y no era un intento descarado de ganar/putear a alguien, valía.
Lo bueno es que las cartas se iban quedando para la siguiente vez que se jugaba, y poco a poco te encontrabas cartas blancas para escribir lo que quisieras y cartas escritas por otros.