Caracoles en la lluvia
Tel Aviv, Boaz vive una vida muy ordenada: estudia en la universidad, trabaja, va a la piscina y vuelve cada noche a casa con su novia. Pero algo le turba: las cartas que recibe periódicamente de un hombre gay anónimo enamorado hasta las trancas de él.
Quién será su admirador secreto? El chico de la biblioteca? El tipo del gym? Su mecánico? Su profesor de la uni? El vecino creepy de enfrente?
Siendo honestos, podría ser cualquier ciudadano con ojos de Tel Aviv, porque Boaz está tan bueno que probablemente le desea cada hombre, mujer, gato, perro, cabra... en 100 kilómetros a la redonda. Y hasta un par de helechos si me apuras.
Mientras el atribulado Boaz trata de resolver este whodunit marica y ya de paso aclararse sobre su sexualidad, su cabecita va haciendo flashbacks a su no homo pasado en el ejercito israelí y la fascinación que sentía entonces por otro bello soldado.
La película está ok y tiene un enfoque menos trillado que la mayoría de pelis LGTB que suelo ver. Poco más puedo añadir, porque mi juicio estuvo nublado todo el rato por la interminable sucesión de escenas shirtless, de duchas, homoeróticas o picantonas en apenas 100 minutos. Hace mucho calor estos días o me lo parece? En el telediario afirman que está nevando en media España pero mi salón está que arde.