A mí me resulta interesante porque veo un paralelismo muy claro entre la cultura de la música electrónica y la liturgia. Madonna pasó de puntitas por ahí en el opening del MDNA.
La sala principal del Berghain, sin ir más lejos, siempre me hizo pensar en un templo, en feligreses conectando con una energía mística, la conexión espiritual con la música, una vía de redención o de purgatorio.
El tecno, como la liturgia, parte de la experiencia individual para terminar en la experiencia colectiva. Y ahí habría muchos paralelismos que trazar - los mantras de las oraciones que, como los patrones repetitivos de la música electrónica, llevan a un estadio superior de la conciencia; o incluso el propósito vehicular del consumo de estupefacientes...
Si el concepto del disco va por esos derroteros, me interesa. Y no creo que gente como Björk se hubiese subido al carro si fuese un cover de Alabaré.